Capítulo XXIV

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XXIV - TORMENTA

Ya hace dos semanas más que estoy con ellos y parece que solo hace dos días.

La verdad es que me estoy empezando a acostumbrar a la forma de ser de todos los miembros de nuestro pequeño grupo. Es decir, me fijo en cosas en las que antes no me fijaba. Un buen ejemplo es que Hunter desaparece cada noche después de cenar porque se encierra en su habitación y habla con su novia por teléfono —o quiero pensar que eso es todo lo que hacen—. Por otro lado, Ally liga más que Kevin y más de una vez he tenido la visión interesante de un chico en ropa interior rebuscando en la nevera de la suite.

No he aprendido nada de Kevin. Lo siento, no es que sea un gran misterio.

Otra cosa que no he descubierto hasta hace poco es que Cris realmente se preocupa por la banda. Y no me refiero a que lleguen a los ensayos o a los conciertos, sino más... casi como una madre. En el aeropuerto de Sacramento dos fans empezaron a tironear de Kevin para hacerse una foto y ella estuvo ahí en cuestión de segundos para llevárselo. Bruce también se preocupa por ellos, pero es distinto. No habla mucho. Pero siempre nos lleva donde queremos o me pregunta cómo estoy. Es un detalle.

Y luego está Jared. Eso sí que es un misterio digno de Indiana Jones.

He estado aprovechando sus ensayos para investigar un poco más sobre lo que le pasa y me he llevado la agradable —nótese el sarcasmo— sorpresa de que los episodios pueden llegar a durar meses. Genial. Él sigue con los ojos oscuros, claro. Y ni siquiera ha mirado la medicación. También he leído que es muy malo no tomársela o dejarla a medias —justo lo que ha hecho—. He intentado hablar con él del tema, pero en cuanto lo hago me distrae con... bueno... ejem... ya sabéis cómo.

Pero también me he dado cuenta de otras cosas. Por ejemplo, me he dado cuenta de que no le gusta expresarse en voz alta. Se tensa y termina frunciendo el ceño y negando con la cabeza, como si no quisiera seguir hablando. Normalmente, con solo una mirada ya sé lo que quiere decirme sin encontrar las palabras. Tiene unos ojos muy expresivos. Incluso cuando están oscuros. Y cuando no puede usar los ojos, me pone alguna canción. Juro que tengo una lista solo con las canciones que me ha puesto a lo largo de este tiempo y no me canso de escucharla.

Hay otros aspectos en los que no me había fijado hasta ahora. Cuando llegamos a una habitación nueva, siempre se asegura de que yo tengo mis cosas bien antes de fijarse en las suyas. O cuando comemos. O cuando vamos a cualquier sitio donde hay que sentarse. Y siempre me toca. Siempre. Aunque sea con una mano en mi espalda, un brazo en mi hombro o mi cabeza en el suyo... siempre busca algún tipo de contacto. Yo nunca había sido una persona a la que le gustara el contacto constante, pero con Jared... es como si no pudiera evitarlo.

Y luego están los detalles picantes —esos que sé que os interesan más, eh—. Como, por ejemplo, que es un chico de mañanas. Ya me entendéis. Yo solía odiar las mañanas, pero te aseguro que me las alegra de sobra. Por otro lado, y eso no sé si me encanta o lo odio, le gusta tomarse las cosas con calma en la cama. Quitarme la ropa poco a poco, tocarme lentamente, mirarme, besarme... en fin. Hasta que me empiezo a poner de los nervios y yo mismo tomo el control de la situación. A veces, me pregunto si lo hace precisamente para que pase eso.

Sea como sea, desde que está oscuro eso varía un poco. Hay días en los que está insoportable. Y lo digo en serio. Se pone las gafas de sol y los auriculares y pobre del que ose perturbar su silencio sepulcral. Ni siquiera a mí me dedica sonrisas, pero al menos deja que me acerque. Otros días está todo lo contrario; sonriente y feliz, hablando tan rápido que apenas vocaliza y teniendo mil ideas. Esos días me pone eufórica incluso a mí. Por lo que he leído en Internet, eso es relativamente normal en un episodio así.

La última notaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora