Extra I

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EXTRA I - JAZMÍN

Todavía me retumban en la cabeza los gritos del público cuando salimos del escenario. El calor es asfixiante. Ally debe pensar lo mismo, porque cuando pasa por mi lado veo que se está abanicando con una mano.

—¡Buen trabajo, pequeñines míos! —exclama Cris alegremente, estrujando a Hunter y Kevin con los brazos.

Menos mal que yo no estaba al lado para que me pillara a mí, porque parece que se están ahogando.

—No ha estado mal —me encojo de hombros.

—Jed siempre siendo positivo —ironiza Ally—. Dios, me muero de sed. Creo que voy a deshidratarme o algo así.

—Mira que eres exagerada... —Hunter niega con la cabeza.

Mientras ellos parlotean yo voy directo al camerino y me quito la guitarra de encima. Me froto el hombro del que estaba colgada y rebusco entre las mil cosas que hay por aquí esparcidas. Cuando por fin encuentro mi cartera y el móvil, me lo meto todo en los bolsillos. Estoy agotado. Los conciertos siempre me agotan.

—¿Dónde vas? —me pregunta Kevin, desconfiado, en cuanto me doy la vuelta.

—A dormir  —intento pasar por su lado.

—¿A dormir? ¡Hoy tenemos fiesta! No vuelvas' a dejarme tirado.

—Yo voy —dice Ally.

—Y yo —Hunter empieza a robar comida de la mesa.

—Y Jed también —Cris entra en el camerino tecleando algo de forma bastante agresiva y se acerca a Hunter para quitarle los bollos que se había escondido bajo la camiseta.

—¿Yo? —repito, confuso—. ¿Me necesitáis o qué?

—No me pongas esa cara, señorito. Parte de la responsabilidad de tener fans es cuidarlos. Tienes que dejarte ver por esas fiestas de vez en cuando.

—Y puedes ligar —añade Kevin.

—¿Con las chicas que tú no quieras? —pregunto, negando con la cabeza.

—Si solo van a por Kevin cuando se dan cuenta de que tú eres más inaccesible que el área 51 —murmura Ally.

Kevin parece ofendido cuando se cruza de brazos. Suspiro pesadamente.

—No me quedaré más de una hora —advierto a Cris.

—Es más que suficiente. ¡Disfrutad de la fiesta, niños!

¿Os hago un adelanto? No la estoy disfrutando en absoluto.

Durante más de diez minutos, voy a pedirme algunas cervezas a la barra e intento mantenerme al margen de lo que sea que hagan los demás, pero Kevin no deja de pegarse a mí —creo que es porque las dos chicas que más le gustan me están siguiendo—. Está empezando a hacer que pierda la paciencia, así que al final decido que es mejor que se quede a mi lado y deje de molestar.

Está fardando de que su profesor de música del instituto le decía que era un cantante fantástico —lo dudo— con las chicas que lo rodean mientras les firma las camisetas. Esas dos que me siguen no dejan de echarme a ojeadas. Creo que se preguntan si pueden pedirme uno a mí también. La verdad es que no me importaría dárselo, pero eso supondría que Kevin recordara que estoy a su lado y me hablara, y prefiero ahorrármelo.

Me paso las manos por la cara, cansado, y estoy a punto de levantarme e irme cuando escucho la voz inconfundible de Kevin babeando por alguien.

—Tenemos una morena en la fiesta. ¿Por qué no me había dado cuenta de que tú estabas aquí?

La última notaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora