Capítulo 9. Audiciones para la obra teatral. ⛧

457 46 52
                                    

«¡Destronemos los sofismas establecidos, arranquémoslos de cuajo, quemémoslos y destruyámoslos, pues son una amenaza para toda la auténtica nobleza del pensamiento y la acción!»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

«¡Destronemos los sofismas establecidos, arranquémoslos de cuajo, quemémoslos y destruyámoslos, pues son una amenaza para toda la auténtica nobleza del pensamiento y la acción!»

La biblia satánica.

Anton Szandor LaVey

(1930-1997).

Satanás caminó por el amplio pasillo de la London Academy of Music and Dramatic Art con tal ímpetu que parecía el propietario de esta institución educativa. Y al llegar a la oficina del director abrió la puerta de un empellón y entró sin llamar. Dentro olía a caramelos de menta.

—¡Oh, amo Stan, es usted! —Browning colgó el teléfono de inmediato, aunque recién empezaba a marcar—. ¿En qué lo puedo ayudar?

     Él, impaciente, le informó:

—Tengo otro pedido muy especial para hacerte, Marcus. Necesito que después de las audiciones de la semana próxima nos des a Brooke Payton y a mí los papeles principales de la obra Entre dos pasiones.

—¡Por supuesto, amo, considérelo hecho! —El director movió de arriba abajo la cabeza con tanta fuerza que el mechón que le tapaba la calva se salió de sitio y la dejó al descubierto.

     Satanás se le acercó, se acomodó en el sillón y puso los pies sobre el escritorio.

     Luego con cara reflexiva le comentó:

—Me tomo muy en serio la audición y repito el papel sin descanso. ¿Sabes por qué, Marcus? Porque preciso que Brooke me considere el mejor activo del elenco. Y que vea qué me desenvuelvo de modo magistral con el personaje, aunque el hecho de que la maldad sea mi destino y mi razón de ser me convierte en un actor consumado. Podría ahorrarme las prácticas, ¿verdad? Dime: ¿tú también piensas que soy una estrella?

     Efectuó una pausa, que Browning aprovechó para acotar:

—¡Estoy seguro de ello, amo Stan! ¡Usted siempre es el mejor en todo lo que se propone!

—Lo sé, Marcus, agradezco que me lo recuerdes porque estoy bastante ansioso. —El Diablo cogió un caramelo de menta de los que había para las visitas y se lo llevó a la boca—. He leído el guion y me he planteado todas las preguntas que nos han enseñado aquí. He analizado el qué, el dónde, el cuándo, el cómo y el porqué del personaje para volverme él en todos los sentidos y poder ver la realidad desde su punto de vista. En una palabra, me he puesto en su piel. Estoy en la fase de imaginármelo en los detalles más ínfimos e incluso recurro a mi memoria emotiva con la ayuda de Mary. Tengo que reconocer que ser un excelente mentiroso hace que también sea el actor perfecto. Sin embargo...

—¿Sin embargo, amo? —le preguntó Browning al instante—. ¿Cuál es el problema?

—¡El guion, Marcus, me temo que el problema es el maldito guion! Me resulta demasiado soso y no me inspira a hacer maldades. —Satanás cogió un bolígrafo y golpeó con él la superficie de madera de roble—. Es tan recatado que parece de la época victoriana.

Satanás. La tentación del mal (novela terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora