FINAL. Capítulo 27. Mary Walsh: la Emperatriz del Infierno. ⛧

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«Rugía el poderoso trono, ya había cinco truenos que volaban a Oriente

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«Rugía el poderoso trono, ya había cinco truenos que volaban a Oriente. Y el águila hablaba con voz poderosa: ¡Retiraos de la mansión de la muerte!»

La biblia satánica, undécima clave enoquiana.

Anton Szandor LaVey

(1930-1997).

Mary suspiró y se acurrucó entre los pechos musculosos de Satanás y de Quasimodo, igual que una gata en busca de calor. Encima, tenía las piernas enredadas entre las de Asmodeus y la sensación de gustito le calentaba el corazón. No sabía cómo se las había ingeniado para acomodarse así mientras dormía, quizá porque entre los poderes que le había obsequiado el Señor del Mal se hallaba el de convertirse en contorsionista cuando la ocasión lo ameritara.

     Sonrió y abrió los ojos. Analizó la escena y sintió que un delicioso escalofrío la recorría por dentro al rememorar los momentos sexuales vividos durante la mágica noche.

—Quien solo se ríe de sus maldades se acuerda —le susurró Satanás en el oído y le dio un pico cariñoso sobre los labios—. Y esta madrugada, hermosa Mary, ¡sí que has sido mala, doy fe! Has hecho feliz a todos los demonios con tu sensual, incansable y ardiente cuerpo, aunque solo por cómo has pervertido a Brooke ya te mereces la corona imperial. Les has fastidiado a los ineptos y repugnantes ángeles sus proyectos porque la hemos corrompido y come de nuestras manos. —Volvió a besarla, en esta oportunidad de un modo apasionado—. Me encantaría que durante la coronación tu amiga se nos una, se lo merece por cómo hoy nos ha incitado a darlo todo. ¡Se comportaba como una groupie! En la próxima juerga seguro que casi coge tu ritmo. ¡Y eso que todavía es humana!

—¿Verdad, corazón? Estoy encantada con Brooke. ¡Muchas gracias por regalármela! Me gustaría, eso sí, que en cuanto puedas la conviertas en diablesa para que carezca de las limitaciones físicas y emocionales de los mortales. Si fuese un ser sobrenatural podría acompañarnos en todas nuestras diversiones y no se perdería la mejor parte. —La chica, estimulada, le pasó el dedo índice por el pecho y lo hizo estremecer—. ¡Qué pena que la noche haya terminado! —Efectuó el mismo puchero de una niña malcriada.

—¿Quién ha dicho que la juerga ha terminado? —Asmodeus se desprendió de la mano de Quasimodo, que le apretaba el muslo, se sentó en la cama y se acomodó sobre el cabecero—. Apruebo la moción de que convirtamos a Brooke en diablesa. Es más, debemos traerla ahora mismo y transformarla para que pierda el miedo a que le brindemos nuestras lujuriosas atenciones al mismo tiempo.

—¿Y tú qué opinas, Sheldon? —Satanás le propinó un golpecito cariñoso sobre la nariz al apreciar que el sirviente se desperezaba.

—Pienso que Asmodeus no solo es sexy, sino también sabio. Fue él quien primero guio a Brooke por el buen camino. ¡Qué pena no haber estado ahí! —Su blanca sonrisa iluminó la habitación—. Deberíamos aprovechar la ocasión para convertirla ahora mismo, no sea que luego algo se tuerza y que vuelva a ser la misma reprimida de siempre.

Satanás. La tentación del mal (novela terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora