8. Un refugio

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-Despierta

Emilia parpadeó un par de veces tratando de acostumbrarse a la luz, luego soltó un bostezo involuntario y estiró los brazos, buscando volver a sentir sus extremidades.

-Ya llegamos - Natasha se movió ligeramente, tenía las piernas engarrotadas por haber estado tanto tiempo en la misma posición, pero no le importaba. Pudo brindarle a Emilia un rato de descanso, de verdadero descanso; eso compensaba todo lo demás. 

Cuando la castaña se incorporó, le tomó un momento ubicar el lugar en el que estaba, se sentía muy cansada pero no era físico sino mental, lo único que deseaba era seguir durmiendo y que todo fuera una horrible pesadilla.

Thor se acercó a ella tendiendole una mano para que pudiera levantarse y aunque no sabía a que se debía aquel gesto por parte del asgardiano, la tomó.

-Gracias

Emilia alzó una ceja y negó un par de veces creyendo que tal vez había escuchado mal ¿no era ella la que tenía que agradecerle?

-¿Por qué?

-Por quedarte a mi lado - se encogió de hombros, dedicándole una sonrisa triste. Emilia sintió que por primera vez lo veía ser humano - Tal vez estaba algo desorientado mientras... - gesticuló con las manos en el aire - mientras... ya sabes... esa bruja se metía en mi cabeza, pero recuerdo muchas cosas. Intentaste ayudarme y por eso estoy realmente agradecido. 

Clarke movió la cabeza, no sentía que aquello fuese necesario. 

Es cierto, al principio lo único que quería era estar lo más lejos posible de aquel grupo de superhéroes, pero en cuánto vio al Dios tendido en el piso la idea de abandonarlo ahí ni siquiera atravesó su mente. Y que estuviera reconociendo su esfuerzo se le hacía todavía más extraño, en primer lugar porque no pudo hacer nada para evitar que Wanda entrara en la mente del rubio y en segundo porque no estaba acostumbrada a que le tuvieran algo tan valioso como la gratitud.

-No tienes nada que agradecer.

El asgardiano no dijo nada más pero le dedicó un leve asentimiento antes de salir del quinjet, detrás de todos los demás.

Llegaron a un campo pastoso; verde y tan brillante como el sol que los recibía. El aire se respiraba limpio, tan diferente al de la ciudad que de inmediato Emilia se sintió un poco mejor, ella era fiel creyente de que algún día el smog terminaría matándolos. Así que agradeció mentalmente a Clint, por escoger un lugar tan alejado de lo que todos estaban acostumbrados. 

Inconscientemente se detuvo cuando a lo lejos, sobre la yerba alta, alcanzó a divisar una bella casa. 

-¿Dónde estamos? - preguntó el asgardiano, y Clint lo miró sobre su hombro. Él iba al frente, guiando al grupo mientras sostenía a Natasha, por el brazo. 

-Un refugio - respondió el millonario, utilizando las mismas palabras que el arquero horas antes. 

-Eso espero - murmuró el dueño de la casa, más para si mismo.

Aquel era su lugar seguro, un lugar donde podía olvidar los problemas y escapar del resto del mundo. Un espacio donde sabía que jamás lo juzgarían, por el contrario recibiría apoyo y amor incondicional. Era un lugar donde tranquilamente podía convertirse en una persona normal, donde no lo trataban como el Vengador que debía salvar al mundo todo el tiempo y eso era lo que esperaba poder ofrecerle a sus amigos. 

Emilia no podía dejar de observar cada detalle de la casa, la comparaba tanto con aquella en la que había vivido en su infancia. Juguetes regados por todos lados, dibujos sobre las mesas y un ambiente extrañamente cálido... no fue difícil seguir las migajas hasta una conclusión un poco más desconcertante: allí había niños. 

W A I T I N G  [Steve Rogers] ( I ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora