24. Hablemos claro

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-Emilia, habla conmigo

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-Emilia, habla conmigo.

-No quiero. 

-¿Por qué no? 

-Porque hablar contigo significa dejarte entrar - a pesar de lo que expresaban las palabras de Emilia, Steve sintió que el muro que existía entre ellos cedía, por eso se limitó a observarla hasta que decidió continuar después de soltar un suspiro pesaroso - Porque comenzar a contarte cómo me siento es abrirte una puerta que después ya no sabré cómo cerrar. Así sucedió con Natasha, un día quiso hacer de mi terapeuta y psicóloga y ahora... simplemente soy demasiado egoísta para dejarla ir. Aún... - hizo una pausa para pasar saliva con dificultad - aún cuando sé que soy una bomba de tiempo. 

»No quiero arrastrarte a ti al mismo destino. 

El rubio asintió con la cabeza, la ojiverde creyó que aquello bastaría para hacerlo desistir pero lo que salió de los labios del Primer Vengador fue una cosa completamente diferente. 

-Creo que esa debería ser mi decisión. 

Emilia lo miró boquiabierta y luego soltó una risa incrédula. 

-No puedo creerlo. 

-No, lo que yo no puedo creer es que aún con todo lo que acabas de decirme, sigas ciega a la verdad, Clarke - le soltó una mano para poder tomar su pequeña mandíbula con delicadeza y obligarla a mirarlo a los ojos - Crees que eres tú quien mantiene a Natasha a tu lado pero no te das cuenta que en realidad fue ella quien decidió que no podía volver a apartarse después de conocerte. Porque ese es el efecto que tienes en las personas, Emilia. 

»El fuego que llevas en tu interior es tan poderoso, que atrae con esa misma fuerza la luz que irradia. No importa cuanto te esfuerces, nunca podrás ocultar que tienes un alma tan pura como tu corazón. 

Las lágrimas que Emilia había comenzado a acumular se derramaron en el instante en que su mente evocó el recuerdo de su padre. Estaban ambos en el pequeño jardín delantero de la casa, sentados en el pasto con miles de pequeñas flores rodeándolos. 

«Eres fuerte, mi solecito - le dijo al quitar de su rostro todos aquellos mechones que hace mucho se habían soltado del moño desarreglado, consecuencia de andar saltando por todos lados - Y la mayor tragedia que podría ver alguna vez este mundo es que tu luz se apague. Nunca permitas que nadie te apague.»

No quería compararlos, pero Emilia sentía que las palabras del rubio llevaban impresas la misma sinceridad y cariño que las del hombre que la engendró.  

-Por favor, no llores - Steve le limpió las mejillas con el pulgar, viéndose estúpidamente tierno y atento. Algo que el corazón de la castaña ya no pudo soportar. 

Era terca pero tampoco tenía una piedra por corazón. No podía seguir luchando contra sus propias defensas cuando estaba llorando como una cría bajo la atenta mirada de aquellos ojos azules. 

W A I T I N G  [Steve Rogers] ( I ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora