━━ Prologue🔥

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1992

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1992

Sería medianoche y reinaba la oscuridad más completa en una pequeña casa situada al este de Queens. La torrencial lluvia, que azotó las paredes, que inundó las tejas, que se precipitó por los canalones abajo y que terminaba estrellándose contra las ventanas, provocaba un incesante y estridente ruido que no hacía más que llevar a la matriarca de la familia Clarke al borde de la desesperación.

En una de las habitaciones más grandes, estaba la mujer de cabello azabache acuclillada a los pies de la cama sobre la que se encontraba recostada su pequeña hija.

-Cariño ¿Cómo te sientes? - Alicia tomó la venda que su hija tenía sobre la frente para volver a remojarla, la fiebre no disminuía y aunque era evidente que las compresas no estaban funcionando, el pánico que sentía en ese momento no le permitía pensar en otra forma de ayudarla que le exigiese tener que apartarse de ella.

Llevaba dos horas en esa misma pocisión, Emilia no paraba de quejarse por el repentino dolor que sentía en todo el cuerpo y ella sabía que algo andaba mal. No obstante, no podía permitirse rendirse al miedo, su hija la necesitaba y pese a todo trataba de mantener la calma, por ella.

-Me duele mami... no para - Emilia se removió a loa ancho de la enorme cama, tratando de encontrar algo que aliviase aquella sensación pero cada vez que su piel rozaba el material de la manda, la sensación de quemazón aumentaba - El dolor no se detiene - añadió, en su voz dulce el tono suplicante era un martirio.

Pegó un bote cuando escuchó el sonido de la puerta a su espalda y antes de que pudiese reaccionar, Robert cruzó el umbral de la puerta haciéndole soltar un suspiro aliviado.

-¿Cómo está? - preguntó después de sacarse la gabardina, que como todo él, también escurría.

Había recibido la llamada de su esposa a media junta y aunque salió del trabajo de inmediato, la lluvia y el tráfico no le permitieron llegar antes.

-Mal - respondió Alicia, incorporándose a su lado - La fiebre va en aumento y dice que le sigue doliendo mucho el cuerpo - pasó saliva con dificultad - tal vez debamos...

-Sabes que no podemos - la interrumpió a media frase, sabiendo lo que estaba a punto de proponer.

-Mírala - le exigió la azabache - ¡Robert mírala! - le tomó el mentón y lo obligó a mirar a su hija sobre la cama, bañada en sudor y lágrimas. La escena le partió el corazón al castaño - Si no hacemos algo, temo que no podrá sobrevivir la noche - se le quebró la voz - es mi niña...

Rompió en llanto cuando los brazos de su esposo la envolvieron en un abrazo, que no logró apaciguar sus temores, mucho menos su preocupación.

Robert la entendía, entendía perfectamente que estuviese aterrada, él también lo estaba pero tenían que detenerse a pensar con la cabeza fría. Llevar a Emilia a un hospital era el equivalente a ponerse en la línea de fuego, corrían un grave peligro fuera de la casa y nada les aseguraba que los doctores pudiesen ayudarlos. Pero si no lo hacía... Alicia tenía razón, en el estado en el que se encontraba Emilia era muy probable que muriera y no estaba dispuesto a perderla.

W A I T I N G  [Steve Rogers] ( I ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora