Quede estupefacta. Mi corazón se aceleró de sobremanera ante tal confesión por parte de él. ¿Había escuchado bien? ¿Acaso esto era un sueño?
Todo mi cuerpo se paralizó, sentía que ninguna parte de mi cuerpo reaccionaba o hacía caso a las indicaciones que le indicaba mi cerebro.
No podía moverme, de eso estaba completamente segura, y eso era lo peor de todo esto, ya que, de alguna manera, eso le haría saber o sospechar que eso me había tomado por sorpresa, lo cual era cierto.
Sentí como todo el calor se acumulaba en mi rostro, volviendo de este como un tomate andante. Tuve que agachar mi rostro para que mi cabello pudiera tapar de mi rostro e impedir que SeHun notara aquello. Se burlaría.
Regresando al tema de lo que acababa de decir: mi corazón no dejaba de latir, podía escuchar a la perfección ese "pum, pum", que estaba emitiendo. Temí de que SeHun llegara a escucharlo.
No estaba siendo dramática, para nada. Nunca antes me había pasado esto, mejor dicho, nunca antes me había pasado esto, esto que estaba sintiendo.
Era algo nuevo, algo que no sentí con ninguno de esos dos chicos con los que he salido. Era ese sentimiento de querer seguir con esa persona cueste lo que cueste, sentir esa importancia de tenerlo cerca y acompañarle, era un gusto un tanto extraño, pero sin duda era consciente de que nunca antes me había pasado.
Luego caí en cuenta de algo. Él era SeHun.
No sé que podía esperar de él, tal vez esa confesión era una simple broma de mal gusto. Si era así, ahora todo podía estar tomando sentido, él de la nada se acerco a mí, y me invito a dar la vuelta.
Todo ese color rojizo que una vez estuvo en mi rostro se desvaneció para encarar al chico a mi lado.
Pero al ver de soslayo su expresión impaciente, la idea de preguntarle por un momento desaparecio, pero quería confirmarlo, necesitaba hacerlo.
Empecé a reír como una maniática.
—¿Qué? ¿Es una broma? —solté—. ¿Y las cámaras? ¿Apostaste con MinSeok o algo así?
Su seriedad hizo que esa risa de loca poco a poco desvaneciera en el aire. Tragué duro, y mis manos comenzaron a sudar de nueva cuenta.
—¿Broma? —repitió—. ¿Por qué haría una broma en esta situación?
—No lo sé. ¿Tal vez porque tú solo sales con las chicas por mera diversión? —yo y mis palabrotas sin sentido alguno. O bueno, con un poco de sentido.
—Esta vez no lo es, ahora estoy hablando en serio. Tal vez no me lo creas por mi actitud y mi forma de ser con todas mis relaciones, pero nunca antes había hablado con tanta verdad en mi vida. En verdad me gustas, MinHye, no es una broma. Pero, joder, no sé lo que me has hecho para que me tengas en este estado. —paso ambas manos por su cabello, revolviendo de este.
Ahora sí, no tenía palabras. Quedé estupefacta una vez más, a la vez que impresionada.
Me enfrente a él, viéndole directamente a los ojos, había un brillo inusual en ellos, lo que provocaba que lo hiciera ver de una manera tan... seductor y tentador, con ese aspecto rudo, pero mentalidad de un niño de ocho años.
Tal vez era verdad eso que decían que el amor era ciego.
Esto era el típico cliché del odio al amor, pero la verdad aquí es que yo no lo odiaba, otro concepto muy distinto a eso era que no lo soportaba. No soportaba que a cada rato saliera con una chica diferente. No soportaba el hecho de que me gustaba cada vez que invadía mi espacio personal.