Prólogo: Prueba y juega

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Se sentía feliz, abrumado, aunque fuera por un segundo esa emoción recorría toda su alma, no sentía culpa, bueno, estaba confundido pero eso lo logró abandonar por un momento, eran años resumidos en esos segundos, tal vez minutos, no sentía el tiempo fluir.

Un beso. Un beso correspondido.

Sólo eso lo hacía sentir todo, un pequeño éxtasis con el que había soñado desde que había chocado su mirada, un anhelo en un completo silencio conspiratorio donde querría permanecer eternamente. Sin embargo, era extraño, porque todo era diferente y a la vez era igual, porque en ése momento todo cambió y eso, fue perfecto.

Sus manos inseguras, las de él cálidas, lo guiaban dentro de lo conocido, y lo irreconocible...

Por breves momentos sus pensamientos se volvían rencorosos, sus labios perdidos se volvían insaciables, sus manos alteraban el movimiento más no lo frenaban, "¿cómo pudo hacer que sufriera tanto?", ¡decía conocerlo! (Y lo hacía, más que nadie), por eso al final aunque no lo quisiera... lo amaba tanto o más... tanto...o más.

Una sencilla pregunta que permanecía en éstas situaciones: ¿Podría realmente vivir de la misma manera sin ésta persona...?

Así se desvanecía otra vez, ahora que estaban mirándose, que se estaban desatando torbellinos en sus gargantas, le iba a hacer cosas que harían que no se le olvidaran, esa era su venganza... parte del brillo en sus ojos venía de ahí, porque quería marcarlo, marcarlo tanto como él lo había hecho.

Todos deberíamos ser felices en algún punto antes de morir, porque hemos vivido y eso es vencer a la muerte, los momentos que supimos vivir.

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