15. Vuelve otra vez.

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Puede que todos seamos estrellas pérdidas, puede que cuando en el cielo no hay nada, cuando en la tierra no se ve esperanza, y crees que estás sólo resulta que hay alguien más que cree que eres luz.

— ¡Espera!, Scott...– demonios. Me traté de quitar las lágrimas mientras seguía caminando en la oscuridad de una calle vacía.

— ¡Matt vete!... Ya dije que quería estar sólo, fue... Sólo un mal día. Dejame ¿Vale? –

— No, Scott no sirve...– dijo lanzándose encima mío y cubriendome con sus brazos a los lados, me sorprendí. – Por favor... Dime, si no es la gran cosa. Sabes que terminaré torturandote aquí mismo.

— Hay un millón de razones por las que creo que en éste momento te deberías rendir... – bajó la cabeza y cerró los ojos, suspiro, yo sólo lo miraba.

— Pero no quiero contigo.– me besó primero encima, luego sostuvo mi cara, se abrió paso en mi boca y le dejé, transmitió cada impulso en mí, ansiedad, sentía cómo la otra mano recorría mi cintura y de repente colaboraba, sentí profundidad en ése beso, sentí que lo necesitaba, y le daba gracias por estar ahí. – Sé que...– trató de decir con falta de aliento y yo lo miré y besé con fuerza, tomé su cabello y empecé a sentir algo que nunca había sentido, me frene y el pasó su dedo rozando mis labios, nuestras cabezas juntas y dijo por fin.– Sé que no has tenido un buen día, sé que tal vez no quieres decirme... Pero por favor no estés así, no puedes... Yo soy el único que tiene derecho a estar triste.

— Sí, claro...– dije riendo – Es que realmente no me conoces, o conocías, pero esto es lo mínimo... Y todo...– me interrumpió cruzándose de brazos y frunciendo el ceño – Y todo por ti. Por este tonto que tengo en frente.

— ¿Entonces estás mejor? – ni te imaginas. – Volvamos con los chicos..

Siempre cuidando de mí, si había alguna luz para mi eras tú.

— Scott... ¿Ya?– dijo Jack tomando mi brazo delicadamente, estaba algo ebrio.

— Ah, sí... Tío que mierda todo...– se colocó frente a mí.

— Sí, ni que lo digas... Tú...– se acercó mas y dijo mirando hacia mis labios– Lloraste...

— Mierda, ya dejalo.– salí del bar y fui a casa, en el camino me topé con nada más y nada menos que Holland.

— ¿Por qué no me sale nada bien? Dime... ¿Por qué es tan mierda todo? Porque las personas se empeñan en odiarte, ¿ Por qué?...– paré en seco.

— ¿ Qué pasó? ¿ Novio?– la verdad nunca me he parado a decir, lo mucho que quiero a Holland. Asintió, y trató de limpiarse el maquillaje corrido.

— Dijo que no sabia si me quería, que tal vez no deberíamos salir.– me desconcentré por un segundo y Holland grito “¡¡Ah!! Mierda ¡Ten cuidado imbécil! ” luego me miró desde el piso, estaba dolida, le tendí la mano, me ignoró.

— ¿Estás bien?– dije tratando de arreglar lo que había pasado. Se levantó.

— No te conozco...– dijo llorando otra vez.– De verdad, ¿ Todos son unos imbéciles? – suspiró y se dio vuelta para salir cojeando.

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