Confusión, miedo, pánico... Eso y más me está dominando en este momento. Sé que Emeraude es la que se encuentra detrás de todas las amenazas que he recibido. Lo sé, pero, ¿Sería capaz ella de cumplirlas? No sé si quiera arriesgarme para descubrir la respuesta. Muchas cosas están en juego. Mi hermana, mi hijo, Geoffrey... Tal vez él me pueda ayudar. Dos cabezas siempre piensan mejor que una.
Me encontraba analizando qué realmente hacer, mientras miraba hacia el horizonte desde la ventanilla del auto de Geoffrey, hasta que me sacó con tono preocupado de mis pensamientos.
-Pequeña... ¿Te pasa algo? No has dicho nada en todo el camino... –dijo sin dejar de mirar hacia adelante.
La mitad de mi quería gritar lo que me había pasado. La otra mitad sentía un miedo gigante por todo esto.
-No, nada amor... Cuando estemos en un lugar seguro te cuento todo... Te lo prometo... Mientras tanto no me hagas preguntas... Por favor... -dije algo nerviosa.
-Está bien cariño ya estamos llegando… -se limitó a responder.
Pasaron aproximadamente 15 minutos más… El resto del camino fue bastante silencioso. Un silencio incómodo. Llegamos a una cabaña de Geoffrey bastante sencillas en las afueras de la ciudad. Estacionamos y Geoffrey salió a abrirme la puerta.
Me miró con cara de preocupación. Que no me pregunte nada aún, que no me pregunte nada. Me miró fijamente a los ojos.
-¿Y entonces pequeña...? ¿Por qué me hiciste traerte tan lejos? ¿Me vas a contar que es lo que pasa?
No contesté, salí del auto y lo tomé de la mano. Nos dirigimos hacia el patio y entramos a un cuarto muy pequeño, de una cama de caoba y dos muebles muy cómodos.
Lo miré fijamente.
-Es que, es muy difícil de explicar… Primero necesito que consigas a alguien que proteja a mi hermana... Por favor... Si ella se entera de que te conté lo que te contare le hará daño a Mary, hasta a ti, a mí, a nuestro hijo… -dije nerviosa.
-No entiendo nada... ¿Quién es ella? ¿Por qué quiere hacerte daño? ¿Qué tiene que ver tu hermana en todo esto? -preguntó con cara de confusión. Obviamente no había entendido nada.
Solté un gemido de desesperación.
-Por favor... haz lo que te pido -me limité a contestar.
-Está bien... haré todo lo que me pidas, princesa.
Sacó su celular y le marcó a alguien.
-¿Si? ¿Hola? Necesito que vayan al hospital y pongan seguridad en la habitación 201... Si, Mary, Mariela Morales... Cualquier cosa me llaman... Si… Gracias.
Colgó y me miró fijamente.
-Listo... ahora cuéntame lo que paso... –dijo serfiamente.
Expiré. No sé cuanto tenía reteniendo el aire. Estaba realmente nerviosa. Ni siquiera sabía de qué manera le diría ñas cosas a Geoffrey. Y sí, lo había decidido. Se lo diría. Se lo diré.
-Cuando me secuestraron... Me llevaron donde una mujer que me amenazó... me dijo, me dijo que no te dijera nada, que me alejase de ti, o que pagarían mi hermana, tú, nuestro hijo y yo por eso... Yo... Yo no quiero que les pase nada. -dije antes de poder percatarme de que estaba llorando.
Noté que a Geoffrey se le suavisó inmediatamente la mirada. Dió unos pasos hacia mi, para acercarse, y abrió sus brazos para que yo me lanzara en ellos. Así lo hice. Solté todas las lágrimas en su regazo. Me abrazó bien fuerte.
-Pequeña... no llores, no llores ¿Conocías a la persona que hablo contigo? -preguntó sin dejar de abrazarme.
-No… No... Pero me dijo que todo había sido por orden de la jefa... y... y la única que puede ser la jefa... Aunque me duela decirlo… es Emeraude… ¡Es Emeraude, mi amor! -dije llorando con más ganas.
Me di cuenta de que Geoffrey no se esperaba eso. Se puso pálido y abrió los ojos como platos.
Esto tomo a Geoffrey de sorpresa… Se puso totalmente pálido. Noté cierta duda en sus ojos.
-¿Geoffrey...? ¿No me crees? ¿Crees que te estoy mintiendo? ¿Quien más me amenazaría de esa manera? ¡¿Ehh?! -pregunté dolida y desesperada.
Geoffrey no me creía.
-No... no es eso pequeña... es que.. es que es duro de creer… se que ella es una mujer muy impulsiva... pero no creo que sea capaz de eso.. Aunque... no sé.. ¡No se!.. ¡No puede ser que estuve 3 años y estuve a punto de casarme con una persona que en realidad no conozco! -dijo mientras caminaba por toda la habitación, poniendo sus manos en su cara en señal de frustración.
-Sé que es difícil de creer mi amor... pero, ¿Qué vamos a hacer? ¿Qué haremos? -pregunté.
A Geoffrey se le iluminó momentáneamente la cara. Se le había ocurrido una idea.
-Si ella lo que quiere es que acabemos lo nuestro, ¿Por qué no le hacemos creer que es así? -preguntó.
No era una mala idea. Al contrario, era una idea excelente, pero se necesitaba valor para llevar a cabo ese plan.
-Pero, pero ¿Y si se da cuenta que estamos fingiendo...? Esa mujer sería capaz de todo… -dije asustada y covencida de lo que dije.
-No la podemos denunciar porque no tenemos pruebas… así que esa es nuestra única opción… pero aprovechando que estamos tan lejos... Aquí… solos... ¿Por qué no nos quedamos aquí esta noche, pequeña? -dijo algo divertido.
Sonreí.
-Eso no deberías decirlo.
(...)
Estábamos en el tejado, en el techo de la cabaña. Ya había oscurecido. Estabamos sentados en una toalla verde que estaba colocada abierta, observando la luz de la luna, con un plato de uvas en el medio de nosotros. Era una noche hermosa, y aún más hermosa porque estaba junto al lado de la persona que amo. Geoffrey.
No quería decir nada, porque tenía miedo de que si decía algo, todo el momento se desvaneciera y me despertara en mi cama dándome cuenta de que eso solo era un sueño. Era todo tan perfecto que no quería hecharlo a perder.
Geoffrey tímidamente colocó su mano sobre la mía, con la otra mano me tomó de la barbilla e hizo que lo mirara a los ojos. Depositó un tierno beso en mis labios. Sonrió, mostrando sus sensuales hoyuelos.
-Quiero enseñarte algo, dame un minuto –dijo Geoffrey mientras bajó del techo como en busca de algo.
Al cabo de dos minutos, regresó con una guitarra y una sonrisa en sus labios. Se sentó a mi lado y empezo a tocar y cantar simultáneamente.
Nada, no me falta nada,
Cuando estoy contigo,
Cuando estamos solos
Te juro no me falta nada.
Con tan solo un beso,
Todo el universo
Se convierte en ti.
Los dos solos en un cuarto
Tan enamorados, de fondo Juan Luis
Y tener tu pelo negro sobre mi almohada,
Estar mojado en ti.
Y lentamente hacerte el amor
Sin que nos pase el tiempo
Y desnudarnos hace el corazón
Con todo el sentimiento,
Estoy seguro no hay nada mejor,
Que dormir contigo hasta que salga el sol.
Definitivamente, cuando estamos juntos
No nos falta nada…No pude evitar que me salieran lágrimas de alegría. Ahí fue que me percaté de que he estado muy sensible últimamente. Las hormonas del embarazo. No dejé que terminara la canción. Me lancé a sus brazos y besé cada centímetro de su rostro. De repente se inclinó hacia atrás y me dijo:
-Espera, la guitarra.
Colocó la guitarra a un metro de nosotros, y regresó.
-¿En dónde estábamos? -dijo pícaramente mientras me volvía a besar.
Abrí mis labios dándole paso a su lengua, le mordí el labio desesperadamente y fue como si él, mentalmente, dijera: "Yo no me quedaré así", pues al cabo de unos segundos me regresó la mordida. Hacíamos esto mientras me acariciaba el pelo y nos desnudábamos el uno al otro pasivamente, tratando de que el mundo se paralizase en ese preciso instante. Ahí estabamos. Él y yo, haciendo el amor debajo de la luz de la luna.
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Todo Cambió [Prince Royce] [TC 1]
Lãng mạnEmily Morales, la típica joven con ganas de cumplir un sueño: ser una bailarina reconocida en todo el mundo. Ella, sencilla, perseverante, terca, decide perseguir sus ilusiones asistiendo a una audición que le hará cambiar tanto sus ideales como su...