GRAN FINAL

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Geoffrey's POV

Emeraude entró. Me escondí de un lado de la puerta, mientras empujé a Eimy hacia el otro. Habían más probabilidades de que Emeraude me viera si me quedaba en este extremo. Por la seguridad de mi pequeña era capaz de todo. asta de dar mi vida. Lo único que me importa es ella. Mi vida no tendría sentido sin su existencia.

Le señalé la puerta para que se fuera. Yo más adelante buscaría la forma de escapar. Realmente, en ese momento, no me importó.

La miré. Noté la indecisión en sus hermosos ojos oscuros... ¿Me voy o no me voy? Estoy seguro de que pensó. Noté también en esos profundos y llorosos ojos, que no quería dejarme. Yo solo quería lo mejor para ella. La miré decidido. Quería que se fuera. Era su única oportunidad. Esto era cuestión de vida o muerte.

Noté que se decidió. Creí que sería más difícil, conociendo lo terca que es, pero me alegro de que haya recapacitado rápidamente.

Se puso en pie. Iba a abrir la puerta. Un grito.

Emeraude.

Eimy dudó.

En menos de lo que canta un gallo, Emeraude estaba en pie en el marco de la puerta. Enojada. Armada.

Inmediatamente, supe lo que pretendía hacer.

Me puse en pie y me dirigí hacia ella lo mas rápido que pude.

Pero no lo suficiente.

Escuché el disparo.

Me paré en seco.

Por inercia, mire a mi Eimy, no sin antes rogarle a Dios que le hubiese dado tiempo a escapar.

Pero no.

Ahí estaba.

En el suelo.

Desangrándose.

La sangre salía de su espalda. Aquella suave espalda que había recorrido con mis labios en varias, pero pocas ocasiones.

-¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! -grité-. Pero era demasiado tarde.

Fue en ese entonces cuando entró una disputa en mi cabeza. ¿Qué hacer?

1. Asistir a mi pequeña.

2. Matar con mis propias manos a la perra de Emeraude. (Sí, perra. Al diablo la paciencia y los modales).

Opté por la primera opción.

No iba a dejar que Emeraude se llenara de satisfacción al ver como mi odio y sed de venganza era más fuerte que mi amor hacia Eimy. Eso jamás.

Fui corriendo y me le acerqué. Puse mis dedos en su cuello. Sentí un gran alivio. Tenía pulso. Débil, pero lo tenía. Coloqué su nuca en mi pierna izquierda, y le empecé a acariciar el pelo sin poder evitar las lágrimas que recorrían mis mejillas.

-Pequeña... ¡Resiste! ¡Demuéstrame lo fuerte que eres! Mi amor... Tienes que resistir. Por favor. No me dejes. No ahora. Te necesito. -dije entre sollozos.

Elevé mi mirada hacia donde estaba Emeraude. Noté como nos miraba desde el mismo punto en el que disparó. No se había movido ni un centímetro. Me fijé en sus ojos.

Nada de remordimiento, solo satisfacción.

Al verla, solo sentía una sensación horrible que me carcomía por dentro. Algo que nunca había sentido por nadie más.

Odio.

La odiaba.

En ese momento entró Mary por la puerta principal, acompañada de unos policías.

Todo Cambió [Prince Royce] [TC 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora