CAPÍTULO 1

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CAPÍTULO 1

El sol estaba en su punto más alto y aquel día no había ni una sola nube en el cielo. John sabía que no iba a poder soportar mucho más ese calor, y estaba deseando llegar a la casa para echarse un cubo de agua por encima. De haber estado en su propio hogar, se habría metido de lleno en el abrevadero, pero no era más que un invitado en aquellas tierras así que tenía que cuidar un poco sus modales.

Alzó la vista en busca de alguna sombra en la que refugiarse mientras seguía trabajando, pero no había ninguna en las cercanías. De todas formas no podía hacer mucho más hasta que el trozo de piel que estaba curtiendo terminara de secarse. Suspiró, y decidió dar el trabajo por finalizado, antes de sufrir serias quemaduras. Su piel siempre había sido demasiado blanca, haciéndole objeto de numerosas burlas ya que con ese tono claro y su manía de ir siempre afeitado más parecía un señorito recién llegado de Inglaterra que un hombre del Oeste.

Caminó hasta el pozo de los Olsen, sacó un cubo de agua y se lo echó por encima. La sensación fue tan agradable que se quitó la camisa y repitió el proceso. Después, bebió un poco y volvió a dejar el cubo en su sitio.

Utilizó la camisa para secarse el pelo y caminó hacia la casa. Los Olsen disponían de una modesta edificación de madera de un solo piso con una buhardilla, que hacía las veces de habitación para James, el único hijo del matrimonio. La había construido el señor Olsen cuando adquirió esos terrenos, y casi podría decirse que la había hecho a medida, con el espacio justo para cubrir sus necesidades. John sentía que todo era demasiado pequeño para él. No podía atravesar la puerta sin agacharse, ni subir a la buhardilla sin dar con la cabeza en el techo. Esas dificultades de movilidad le hacían darse cuenta de lo mucho que le debía a aquella gente. Habían compartido su pequeño espacio con él, cuando al principio no era más que un desconocido. Un desconocido que acababa de perder a su familia.

Había sido una broma cruel del destino el hacerle enviudar con tan solo treinta años. Cuando su mujer sobrevivió a dos complejos partos, John pensó que ya nada podría ponerla en peligro de nuevo. No cuando ellos se mantenían alejados de problemas y se limitaban a criar a sus dos hijas sin molestar a nadie. Perder a las tres mujeres de su vida fue un duro golpe para él, y más sabiendo que fue por su culpa. Había sido suya la idea de trasladarse a Maryland, porque su tranquila vida en Delaware se le había quedado pequeña. Quería un nuevo principio, uno donde nadie le conociera ni a él ni a su padre. Uno donde su nombre no estuviera manchado.

Jamás podría imaginar que en aquel viaje toparían con unos bandidos que pondrían fin a la vida de sus seres más queridos. Le habían pillado con la guardia baja, descansando junto al fuego mientras su mujer acostaba a las niñas en la carreta en la que estaban viajando. No tuvo tiempo de llegar al carromato para salvarlas. Él mismo habría muerto también, pues le superaban en número, de no haber estado por allí cerca el señor Olsen.

Hacía ya diez meses de aquello, y en todo ese tiempo había vivido con los Olsen, mientras buscaba una forma de volver a empezar.

- ¿En qué piensa, señor Duncan? – le preguntó James. John no se había dado cuenta de que el chico le estaba mirando.

Era un muchacho de trece años, alto para su edad, y moreno como lo eran también sus padres. Amaba los libros, y eso para John era extraño, ya que él había sido un pésimo estudiante, y a decir verdad no había conocido a nadie de esa edad que prefiriera sentarse a leer que correr libremente por el monte. Era un buen chico, tan solo un poco mayor que su primera hija, pero parecía tener una habilidad especial para meterse en líos.

- En lo sucia que tienes la nariz, ¿qué has estado haciendo? – se burló Jonh, y le tiró su camiseta mojada.

Rebuscó entre su bolsa para coger una camisa limpia y se la puso, mirando al niño intrigado porque aún no le había respondido. John conocía esa expresión en el rostro del muchacho. Solía significar que estaba en problemas.

Lazos inesperadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora