CAPÍTULO 7

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El pie de John sanó rápidamente y, cuando el doctor pasó a revisarle, la herida era ya una sólida costra de la que no había que preocuparse. La señora Howkings había ido a visitarles cuando se enteró de su percance y se había empeñado en encargarse de la comida y otras labores del hogar, mientras John estuviera convaleciente. Lo cierto es que él era perfectamente capaz de caminar, y de hacerlo todo, pero enseguida descubrió las ventajas de sobreactuar un poco, especialmente cuando la posadera les horneó un pastel delicioso, con el que John iba a soñar durante semanas. No obstante, se sintió algo culpable por darle trabajo a la amable mujer, así que al cuarto día puso fin al teatro y le aseguró que estaba completamente curado y dispuesto incluso a correr varias millas sin que ningún dolor le perturbara.

Después de su preocupación inicial, James había comprendido que la mordedura no había sido gran cosa y de que, una vez a salvo de infecciones, John estaba perfectamente. Por eso le extrañó que la señora Howkings se mostrara tan atenta por un rasguño sin importancia y compartió este pensamiento con John cuando tuvo oportunidad.

- Su hijo vive lejos de aquí, James, y se siente sola. En cierta forma, creo que yo estoy ocupando su lugar, y tú eres como el nieto que aún no tiene.

- ¿Qué clase de hijo deja sola a su madre? – protestó James, partiendo una ramita que le estaba lanzando a Spark a modo de juego.

- No seas tan rápido en juzgar a la gente. A veces tenemos que tomar decisiones que no nos gustan porque nos vemos forzados a ello. Yo ya no tengo madre, pero en Delaware dejé una tía que me tenía mucho cariño. Ella tenía su vida allí, y no quiso viajar con mi mujer y conmigo. Sabía que el viaje iba a ser duro a sus años y además no quería convertirse en una carga para nosotros. Su vida estaba allí y, al igual que no podía pedirme que me quedara, yo no podía pedirle que dejara todo su mundo por mis ganas de ampliar el mío. Las personas seguimos diferentes caminos, pero eso no significa que dejemos de querer a quienes dejamos atrás.

James se quedó en silencio mientras reflexionaba sobre las palabras de John. Acarició distraídamente a Spark mientras miraba hacia la posada, que podía verse desde allí. Se imaginó a la señora Howkings sentada junto al fuego al atardecer, aburrida y sola, sin otra cosa en que pensar que en los panes que hornearía al día siguiente. Le pareció una imagen triste y desoladora y se propuso ir a hacerle compañía por un rato todos los días. La mujer siempre era buena con él, así que no le suponía ningún sacrificio.

James comenzó con su idea ese mismo día y, así, convirtió en una rutina el bajar la calle a la puesta del sol, para visitar a la posadera y contarle alguna cosa que la hiciera sonreír. A veces se quedaba a cenar con ella y a veces John bajaba también y les hacía compañía. Fue así como pasaron los días y, con el efecto que solo tienen las buenas obras, el corazón de James, lleno de ausencias, fue pesando un poquito menos al mismo tiempo que el de la señora Howkings volvía a llenarse de alegría.

- ¡Ya he vuelto! – anunció el muchacho una noche, con entusiasmo, al regresar de una de sus visitas. John se había quedado en casa aquél día, trabajando en una de sus pieles. - ¡Spark, ya estoy aquí!

John escuchó los pasos acelerados del chico mientras buscaba a su perro para jugar con él.

- James, espera. Ven aquí un momento – le llamó, porque sabía que si empezaba a corretear con Spark, perdería su atención durante al menos media hora. James acudió a su llamada sin poder contener una mueca de fastidio. – No me pongas caras cuando te hablo, caramba.

- Perdón...

- ¿Sabes qué día es hoy? – preguntó John, apartando el cuero que estaba raspando en ese momento.

- ¿Hoy? Sábado... Mañana hay que ir a la iglesia...

- Sí, es sábado, pero además de eso – insistió John. Sonrió al ver la evidente confusión del niño. – Hoy hace un mes que vives conmigo, chico. – le aclaró, y se agachó para coger un reloj de bolsillo que había comprado esa misma mañana en la tienda del señor Tomilson. – Ten, esto es para ti.

Lazos inesperadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora