CAPÍTULO 18

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James frenó su carrera al chocarse contra el pecho de John, pero no fue un choque brusco como el que uno experimentaría al colisionar contra un muro, sino que el cuerpo del hombre le sostuvo y le dio algo a lo que aferrarse.

- James, ¿qué ha pasado? ¿Estás bien? ¿Por qué lloras?

John encadenó sus preguntas al ver que el niño no respondía ninguna.

- No estoy llorando – protestó, avergonzado, y se pasó la manga por los ojos para borrar cualquier posible rastro incriminatorio.

- Sí llorabas, y quiero saber por qué – replicó John y le obligó a mirarle levantando su barbilla gentilmente. – Y por qué no estabas en la puerta de la tienda, como habíamos quedado.

Su tono no fue de regaño, pero sí dejaba claro que esperaba una explicación.

James se encogió y se mordió el labio, su rostro expresivo delatando una mezcla entre preocupación y culpabilidad.

- No tengo tus herramientas, padre – confesó el niño. John reparó por primera vez en ese detalle.

- ¿No las compraste? – preguntó desconcertado. El comerciante le había dado a entender que sí.

- Las compré, pero entonces entraron dos chicos mayores a la tienda. Empezaron a burlarse de Will, pero no les hicimos caso. Cuando salimos, ellos salieron también, y me quitaron la bolsa de un tirón. Yo intenté sujetarla, padre, de verdad, pero fue tan fuerte que casi rasgan la tela.

John entendió que James estaba atormentado por haber perdido la compra y se sentía en la necesidad de justificar por qué no la había defendido mejor.

- ¿Esos chicos os robaron? – quiso cerciorarse.

- Al principio pensábamos que solo se estaban metiendo con nosotros y que nos lo iban a devolver, pero salieron corriendo... Les perseguimos, pero se escaparon.

- ¿Dónde está Will ahora?

- Él y Spark se fueron por la derecha y yo por la izquierda, íbamos a encontrarnos al otro lado, pero no los vi y ahora no sé dónde están y... y esos chicos tienen tus herramientas... y... y... Lo siento, padre.

James desvió la mirada, pero John volvió a alzarle la barbilla.

- No es tu culpa. No has hecho nada malo.

- Pero... las herramientas...

- Que se las queden. Podrían haberme quitado algo mucho más valioso. Lo que me recuerda que no deberías haber ido tras esas personas, James. ¿Qué hubieras hecho si les encuentras? ¿Y si te hubieran hecho daño?

- No podía dejar que se llevaran la bolsa...

- Claro que podías. Tú eres mucho más importante – gruñó John, y tiró de él para darle un abrazo.

- Siento no haberte hecho caso, padre....

- Está bien. Fue una situación excepcional y tuviste que tomar una decisión en el momento, sin poder consultarme. Yo siento haberte dejado solo en una ciudad extraña. Pensé que este lugar era más seguro. No sé qué clase de sinvergüenza roba a unos forasteros recién llegados.

En ese momento, se escucharon unos ladridos lejanos.

- ¡Es Spark! – exclamó James e hizo ademan de ir en la dirección de los ladridos.

- No, quédate aquí. Iré yo – dijo John.

- ¡Pero a lo mejor han encontrado a los ladrones!

- Precisamente por eso. Quédate aquí – insistió John, con una firmeza que dejaba claro que se trataba de una orden y no de una sugerencia.

El hombre se marchó rápidamente, preocupado por Will y la posibilidad de que estuviera en problemas. James se quedó atrás, inmerso en un pequeño debate interno. Todos sus instintos le decían que hiciera caso a su padre, pero su corazón hervía de rabia porque le hubieran quitado lo que era suyo. Mejor dicho: lo que le habían encomendado. La bolsa que le habían robado le pertenecía a John y él quería recuperarla. Estaba harto de que la vida le arrebatara cosas.

Lazos inesperadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora