十四

827 98 6
                                        


Me encantaba tu voz. Kyungsoo habló frente a mí. Sus cabellos se mecían con cada movimiento que daba. Ambos caminábamos hacia la escuela, saliendo de la tienda cerca de allí, la de la señora JiEun, aquella agradable mujer que nos contaba sobre sus hijos menores mientras no sabíamos cómo hacerla parar.—Era como la miel, y tus notas altas eran las mejores. Ni hablar de cómo bailabas, ¿Recuerdas cuando me enseñabas las coreografías en tu habitación? Y terminabas golpeandome porque no recordaba más de cinco pasos seguidos, eras muy impaciente conmigo.

No le dirigí la mirada porque empecé a entrar en pánico. Escondí mis manos en los bolsillos de mi chaqueta azul y sentí su cuerpo más cercano al mío.

Extrañaba la música, muchísimo.
Podía pasar horas enteras hablando de mis artistas favoritos, bailando, escribiendo canciones sin mucha coherencia pero con tanta pasión que añoraba aquellos tiempos.

Así conocí a Namjoon, y le dediqué aquella triste canción acerca de corazones rotos cuando me robó un beso. Los recuerdos seguían tan vívidos en mi mente que dolían.

Nana, ¿Me escuchaste?. su voz cantarina seguía revoloteando alrededor con los jardines de nuestra institución pintando el paisaje y el edificio de paredes blancas alzandose frente a nosotros. Aún era temprano, así que caminamos a paso ligero, sin preocuparnos mucho por la hora de entrada.

Kyungsoo bufó cuando se dio cuenta que no le respondería. Aún me sentía incómoda con el tema y cantar frente a alguien era un gran problema si trataba de olvidar algunos episodios pasados de mi vida.

Sentí su brazo cruzar mis hombros, acercandome a su lado izquierdo. Chasqueé la lengua en respuesta, entornando los ojos y siguiendo el camino.

Ambos éramos buenos amigos y sus muestras de cariño me recordaban a la primaria, a aquellos buenos tiempos en los que estaba tan entusiasmada de ser idol y le cantaba todos los días camino a clases.

¿Por qué siempre finges no oirme? Extraño cuando me cantabas solo a mí, con tus mejillas abultadas y tu mochilita morada en la espalda. ¡Que linda que te veías! Y esa canción que más parecía un poema que escribiste en mi cumpleaños, me hizo llorar por días.

Tengo que cobrarte por todas esas veces en las que te di conciertos personales gratis.su rostro se mostró indignado, sacandome un par de carcajadas. Sus ojos desaparecían y su nariz se arrugaba de inmediato, con los mechones rubios saltando con ferocidad.

—¡Cómo puedes ser siempre tan mala conmigo! ríe luego de algunos segundos, con su brazo aún sobre mis hombros. El silencio reina por algunos segundos entre nosotros, bajo el radiante sola de aquella mañana.— ¿Puedes recitar ese poema para mí de nuevo?

Su voz suena a mi derecha, cerca, tal vez demasiado. Siento que está invadiendo mi espacio personal al repasar en su torso junto al mío, su brazos sobre mis hombros, su mano que juega con algunos mechones sueltos de mi trenza y su rostro que se mantiene impasible, con su aliento tibio chocando contra mi mejilla.

Kyungsoo, no me gusta que me sofoquen. dejo de sentir su contacto pero vislumbro la sonrisa torcida sobre sus labios. Coqueta. Tanto que logra incomodarme— Vamos, Hazte a un lado, hay algo llamado espacio vital.

No responde de inmediato pero muerde su labio, un gesto tan fuera de lugar que no descifro qué esconde tras él.

Volteó la mirada para encontrarme con una no tan grata sorpresa.

mono; knjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora