La música a todo volúmen atacaba cada célula de mi cuerpo.Las manos me comenzaban a sudar y ese ligero dolor de cabeza aparecía mientras me acostumbraba al olor a alcohol del pequeño lugar.
Las paredes con las cortinas negras se veían sucias y algo rasgadas a lo lejos.
Solo podía apreciar a miles de muchachos -y una que otra chica- vitoreando a todo pulmón ante los contrincantes sobre el improvisado escenario que habían montado al fondo y a la mano derecha del pasillo del lugar.La nariz me picaba y los ojos se me cerraban cada dos segundos, pero desperté con un brinco al oír a Namjoon hablar, a mi lado, con el tapaboca blanco en su rostro y el gorro negro sobre su cabeza.
Estrechó la mano de quién debía ser uno de sus compañeros, recibiendo algún comentario de ánimo en el camino hacia la parte trasera del estrado.
Lo seguí en silencio, tratando de responder con un asentamiento de cabeza cada vez que le brindaban palabras cordiales a mi novio.
Y me ponía de los nervios decir esa palabra.
Porque nunca establecimos alguna formalidad entre nosotros, sabíamos que no necesitábamos ningún término que determine lo que teníamos, porque con que lo sintíamos era suficiente.O eso creíamos.
Volteó la mirada, con los ojos vibrando, alargó la mano hacía la mía, encontrándola enseguida. Hizo caso omiso a la charla que dictaba el encargado del evento de hoy, seguramente dando indicaciones que él conocía de memoria, pegó su mejilla contra la mía sin apartar la mirada.
Habló sobre el estruendo que nos rodeaba, aún así no logré oírlo pero asentí con una sonrisa en los labios al verlo delante mío, con una sonrisa aún más grande que la mía y el micrófono en mano.
—Te va a ir genial.— le aseguré, tomando con más fuerzas sus manos sobre las mías. Lo vi sonreír con ahínco, rebosando de felicidad, veía sus pequeños ojos brillar sobre la oscuridad de la sala y se me llenaba de orgullo el corazón.
Porque no podía estar más orgullosa de él y lo que estaba logrando.
—Tres minutos, entras, te presentas y comienza. Eres el segundo, suerte, hermano.— volteó la mirada, con las manos temblando apenas sobre las mías. Asintió con la cabeza y recibió el cálido saludo del encargado del espectáculo.
Le miré, algo cohibida como cada vez que estaba en ese lugar, tan pequeño, tan asfixiante, tan cargado.
Esto no era lo mío.
Vacilé por unos segundos antes de preguntarle dónde esperarlo, que no sabía dónde tenía que quedarme y que me daba mucho miedo estar sola en medio de aquella multitud.
—Donde KyungSoo.— respondió a regañadientes, como cada vez que mencionaba al muchacho de cabellos rubios decolorados por el tinte. -—No le sigas el juego, solo... toma asiento en aquellas sillas frente al escenario, te quiero ver desde arriba.— amenazaba huyendo de mi mirada.
Le respondí con una sonrisa y giré, dispuesta a buscar algo de aire para bajar aquellas náuseas que me provocaba el ambiente. El estómago se me revolvía con más brusquedad al oler alcohol, y el cargado hedor de hierba lo había percibido desde el callejón trasero y no podía pasar desapercibido. Al menos no para mi olfato.
Paré al sentir su mano en mi muñeca, evitando girarme. Ví sus ojos y su sonrisa ladina y sonreí como acto reflejo. Pegó su rostro al mío y mi pulso salió disparado, así como los atisbos de racionalidad en mi cabeza. Sus labios escondían muy bien una sonrisa, entre divertido y emocionado, sus manos se sujetaron a mis mejillas, algo temblorosas como todas las veces en las que tomaba la iniciativa para darme un beso.
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mono; knj
Poesía❝Si pudiese escoger mi sueño, quisiera quedarme a tu lado.❞ Entre los trazos a tinta negra, tu rostro seguía apareciendo tan claramente que por un momento creí que duraríamos una eternidad, pero nuestra eternidad fue tan efímera que terminó antes de...