>>>>Adrift
Las ecuaciones no me dan una respuesta, y me siento estúpida de tan solo pensar en que todo pasaría si no le daba vueltas al asunto.
Hoy mamá vino tarde, de nuevo, recalcándome que debía de estudiar para no acabar como ella.
¿Cómo?
No me respondió, como si la respuesta fuera obvia, como si las ojeras que mostraba y la inexistente relación con sus hijos no fuese suficiente prueba de lo deteriorado que estaba su interior.
Me ordenó prepararle un café, cargado y sin azúcar, como le gustaba, antes de que llegase mi hermano y su atención se centrase en él.
Ella lo amaba, a mí no.
Él le obedecía en todo; yo me esforzaba por hacerlo.
Él sacaba excelentes notas, yo lo intentaba.
Él se ganaba sus mimos, yo sus gritos.
Él tenia un futuro prometedor, yo podría trabajar a medio tiempo.
Él era perfecto, yo era todo lo contrario.
Subí las escaleras a mi habitación, rápido, porque sabía que si me quedaba más tiempo mamá no tardaría en encontrar algo por lo que debía gritarme y, como yo no me quedo callada, terminaría todo en sus amenazas infantiles de golpearme, aunque ambas sabíamos que no arreglaría absolutamente nada.
La oí gritar, pero no le hice caso, cerré la puerta y puse el pestillo. No tenía nada que hacer, estudiar, tal vez, pero no hacía lo que no me gustaba.
Me tiré en la cama de la pequeña habitación, no tenía un escritorio, porque según ella no lo necesitaba, no lo iba a usar, así que se lo dio a mi hermano algunos días después de comprarlo.
Lo quería, muchísimo, pero me molestaba que me comparen con él, no somos la misma persona, y una parte de mí agradecía ello.
Mi móvil comenzó a vibrar en el bolsillo de mi pantalón, lo saqué y vi el número, era Namjoon.
Me apresuré a contestar.
—Dime.
Hubo un momento de silencio, me levanté de la cama, tomando las llaves y algo de dinero. No me importó mucho usar la ropa de casa, o el dolor de cabeza que comenzaba a sentir.
—¿Puedes venir, por favor?
—Estoy yendo.
—Gracias.
•
Namjoon tenía mi mano entre la suya, me encantaba que la tomase y se aferrase a ella, porque podía creer al menos por unos segundos que le era de ayuda.
Volteó el cuerpo sobre la cama, observándome, me puso nerviosa, pero traté de no mostrárselo.
—¿Qué me ves?.— lo empujé levemente, para que vuelva a su posición, me dolía tener siempre en la cabeza que él podría irse en cualquier momento y no pararía a preguntarse cómo me sentiría.
—¿Por qué sigues conmigo?.
Su mirada se posó en mis ojos, suplicando, con temor de haber preguntado eso.
Me quedé en silencio, no porque no sepa qué decirle, sino por la sorpresa de su pregunta. Yo debería de estar preguntando eso, porque no sabía qué había visto en mí para estar a mi lado, porque él me parecía el ser más hermoso que había podido encontrar y yo no era nada en comparación.
Parpadeé varias veces antes de tomar aire.
—Porque-
—Lo siento, no debí preguntar eso.— soltó una pequeña carcajada y se levantó, se dirigió a la puerta, algo apurado, seguramente creyendo que no podría contestarle o que le mentiría.
Me levanté como pude y corrí a su alcance, lo tomé de la mano, esperando que la fuerza que tenía sea suficiente para voltear su delgado cuerpo.
En cuanto estuvo frente a mí, con algo de sorpresa en su rostro, lo tomé con ambas manos sobre sus mejillas y me acerqué a él, uniendo nuestros labios.
Porque sí, no podría haberle respondido por temor a que no sienta la mismo que yo, lo necesitaba, más de lo que creía, pero no podría decirle cuánto porque él no lo comprendería.
Sus labios eran suaves, dulces, como él, se movían con gentileza sobre los míos; mientras que yo giraba el rostro hacía un lado, porque quería que entienda cuanto lo quería, sin palabras.
Me separé unos milímetros, recuperando el aire y volviendo a besarlo; con más fuerza, con más deseo, porque lo deseaba, y él no tenía idea de cuánto.
Sus manos fueron a mi nuca, con torpeza, y sus labios se movían con ansias, correspondiendo a los míos; haciendo leves caricias con sus pulgares, creando cosquilleos en donde sea que me tocase.
Porque ese era su efecto, todo de él me volvía débil. Desde sus cabellos negros, sus ojitos pequeños y rasgados, su nariz resignada y bonita, su sonrisa radiante, sus hoyuelos a los lados de sus delgados labios.
Los puntajes y calificaciones que obtenía no tenían nada que envidiarle a sus gestos dulces y sus risas melodiosas que te devolvían a la tierra y te llevaban al rincón más lejano del universo.
¿Por qué no podía entender eso?
▪
Gracias por todo ❤🐰

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mono; knj
Şiir❝Si pudiese escoger mi sueño, quisiera quedarme a tu lado.❞ Entre los trazos a tinta negra, tu rostro seguía apareciendo tan claramente que por un momento creí que duraríamos una eternidad, pero nuestra eternidad fue tan efímera que terminó antes de...