Ojos azules

18

La visita de mi padre facilitó la mudanza y el desplazamiento de un jaula a una verdadera vida. En ese momento la última caja se había sellado, la mudanza solamente esperaba por ella antes ir directo a lo que podría ser la mejor decisión de mi vida.

- ¿Estás lista? -preguntó tomando la caja entre los brazos para llevarla abajo.

-Sí.

- ¿Estás bien?

-Sí, me siento feliz de abandonar la jaula, pero todavía siento cierta nostalgia por decir adiós a estas 4 paredes.

- ¿Hay buenos recuerdos en este lugar?

Los había, Aaron y Marie crearon una historia en esas 4 paredes, tenía otra vida en ese lugar, una vida que debía terminar en recuerdos que eran dignos de llevar en silencio hasta la tumba.

-Tu regreso de Brazil -nombre antes de soltar un suspiro-, tu propuesta, todo eso sucedió aquí y estar en este lugar siempre me pareció parte de la poca independencia que había adquirido.

-Puedo dejarte a solas para despedirte.

-No es necesario -dije ligeramente pérdida entre los vacíos de mis muebles, pensando en aquellos ojos azules que tantas noches adornaron la oscuridad con caricias y besos.

-Lo es, iré a dejar la caja al camión de mudanza, lo guiaré hasta nuestro nuevo hogar y volveré por ti cuando todas las cajas estén dentro.

-Elliot, de verdad estoy bien.

-Cariño, no sé cuántos recuerdos formaste aquí, pero no voy a ser capaz de obligarte a dejarlos en el olvido sin una despedida real.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro mientras su mano se realizaba con cuidado a lo largo de mi mejilla.

-Gracias -le di un beso en los labios.

-Volveré por ti.

-Te espero -me besó una vez más antes de abandonar el departamento completamente vacío.

Me quedé mirando la puerta por unos segundos, el mundo al otro lado de esa puerta era lo que siempre había estado esperando, después de todo el destino sí parecía estar escrito con tinta indeleble. Me volví a sentir sola a mitad de esas paredes blancas, pensé de nuevo en quién tantas veces me regaló miles de sensaciones en un par de horas, ¿Era capaz de olvidar algo tan importante? ¿Era capaz de olvidar esos ojos azules? El verde pardo de los ojos de mi amado Elliot eclipsaron toda esa soledad en cuestión de segundos hasta escuchar sonar la puerta.

- ¿Olvidaste algo? -pregunté con una sonrisa.

-Olvidé venir antes -murnuró bajando la mirada-. Lamento llegar sin aviso alguno, pero ser padre es complicado y hasta ahora pude escapar de esa angelical risa.

-Claro, la niña... Una niña, justo como querías.

-Tengo mucha suerte. Tenías razón, me enamoré de ella -levantó la vista por unos segundos casi imperceptibles, pero lo suficiente para notar ese brillo en su pupila-, la amo más que a nada en esta vida, tiene solamente un par de meses y no puedo evitar cada segundo de mi vida a su lado, este es un amor inefable.

-Lo imaginé.

Me atreví a dar un par de pasos en retroceso sin hacer un verdadera invitación para entrar, pero se quedó solamente en el marco de la puerta.

-Todavía me preguntó cómo lo supiste.

-Es fácil de adivinar, es lógico y la experiencia también contribuye.

- ¿Experiencia?

-Experiencia -afirmé sin darle tiempo de preguntar-. Me alegra que los sentimientos por tu hija sean justo como lo imaginé, te deseo lo mejor como padre.