Sí ese odioso timbre no dejaba de sonar entonces yo terminaría por volverme loca, apenas habían pasado las primeras horas de la mañana y había alguien en la puerta con la exigencia de verme. Envolví mi cuerpo cansado en una bata para ocultar el pijama aún sobre mi cuerpo. Los pocos destellos de luz atravesando mis cortinas me hicieron cerrar los ojos, el vino de la noche anterior me había causado cierta resaca y el dolor de cabeza me hacía querer golpear a quien llamaba a la puerta de manera tan desesperada.
Al llegar a la puerta me pase las manos por el cabello buscando parecer un poco más presentable, pero era estúpido intentar despertar a cualquiera en un sábado a las 7 de la mañana y esperar a toparse con alguien de sonrisa amistosa, giré la perilla sin muchas ganas de ver a quién se encontraba al otro lado. Su rostro me pareció tan irreal que cuando me dedico esa sonrisa tan suya tarde más de un par de minutos en reaccionar.
— ¿Te sientes bien? -me dedicó una de sus sonrisas encantadoras—. Te ves un poco pálida, ¿te has alimentado bien en todo este tiempo?
Ni tanta palabrería me quito de la mente esa idea descabellada de tirarme a sus brazos para sentirme parte del mundo de nuevo.
—Estoy bien —le sonreí con mi poco encanto, no perdí el tiempo dando una respuesta digna a todas sus preguntas y decidí rodear su cuerpo con mis manos, el lugar al que tanto había deseado regresar.
—Yo también estoy feliz de verte Liney.
El abrazo no se prolongó demasiado, lo invite a pasar mientras buscaba un par de vasos en la cocina y brindar por su regreso de Sudamérica con un poco de jugo de arándano.
— ¿Muchas cosas cambiaron desde mi partida? —preguntó antes de posar sus ojos aceitunados en un punto infinito de su bebida.
—En realidad no cambio nada.
—No estás viviendo en casa de tus padres y ahora trabajas, no sé cómo lo llames tú, pero yo le digo cambio.
—Para mí es un inconveniente —pasé una mano por todo mi cabello intentando cambiar su orden un poco—. He podido sobrellevarlo, despertar temprano y estar cerca de las rebajas sin poder comprar nada, lo más complicado es darle la razón al cliente.
—Debes despertar muy molesta cada mañana -me acarició el costado derecho del rostro con los nudillos.
—Molesta es poco decir, para cuando terminé de pagar mi deuda me veré cómo 20 años más vieja a mi edad.
—Pues sin duda sigues siendo la despampanante Liney de siempre.
Su tono de voz era siempre grave así como dulce, sus ojos verdes me hacían sentir bella cuando me reflejaba en ellos, tenía el poder de darme felicidad sin mucho esfuerzo. ¿Quién era ese hombre con postura galante? Elliot Bennett, de 1.80 m de alto, ojos verdes como las copas de los árboles al terminar el verano, pelirrojo hasta las pestañas y ese oyuelo en su mejilla al sonreír, tan guapo como únicamente él podía ser. Había sido mi amigo desde kinder garden y al finalizar la universidad de retiro de los Estados Unidos para poder explorar un poco en las coloridas calles de Brasil. Él era en un un término más familiar, mi amor platónico.
—Me preguntó si en algún momento sabré la razón de tu rechazo.
Arrugó el entrecejo intentando disimular una sonrisa discreta en su rostro.
—Tú no cambias.
—Tal vez debería intentarlo.
—No, me gusta tu forma de ser.
Respiré hondo intentando olvidar esa duda siempre presente entre nosotros. Me había enamorado de él antes de poder asimilar lo que significaba el amor, nunca logré ser nada diferente a su mejor amiga, lo cual significaba un golpe bastante doloroso a mi amor propio.
Decidí cambiar de tema por mi propio bien, después de todo aún debía pensar en lo ocurrido la noche anterior.
— ¿Hay un motivo especial para tu visita?
—Quería visitarte, mi sorpresa fue no encontrarte en casa de tus padres.
— ¿Hablaste con mi padre?
—En realidad fue con tu madre -se encogió en los hombros intentando reprimir una sonrisa.
—Ella te dijo todo, ¿cierto?
—Sí, eso hizo. Y están muy alarmados.
Me mordí el labio inferior sabiendo con seguridad cual era la razón de su preocupación, para esos momentos el magnífico Aaron con quién había compartido más de una botella de vino.
—El portero de tu edificio los llamó para informarles de tu actividad social irregular, al parecer un hombre importuno tu noche.
—Ya lo esperaba.
— ¿En serio?
—Sí, ese hombre vive únicamente para poder informar a mis padres de cada uno de mis movimientos, no le interesa otra cosa salvó hablar sobre mis faltas.
—Debe ser asfixiante.
—Lo es —admití con desgane, retire mi ojos de los suyos centrando mi atención en el objeto brillante justo a lado de mi vaso, ¿cómo lo había dejado pasar desapercibido durante tanto tiempo?
— ¿Es de él hombre de anoche? —tomó el anillo entre sus manos.
—Sí.
— ¿Él es tu novio?
—No, no lo sería ni en el más recóndito de mis sueños.
Él buscaba una aventura, sus ojos continuaba deambulando entre mis pensamientos, su voz gruesa y esa sonrisa tan descarada, esos labios tan apetecibles, su sabor.
— ¿Te gusta?
Esa no debía ser una pregunta, la pregunta era si realmente estaba dispuesta a dejarlo engañar a su esposo conmigo como probablemente lo había hecho con otras tantas.
—Definitivamente —respondí totalmente consciente de mi respuesta, no estar segura de cómo actuar no significaba ser totalmente inmune a sus encantos.
—Deberías darle una oportunidad.
— ¿Cómo...
—Te quedas mirando la nada —me tomó la muñeca para extender la palma de mi mano y depositar el anillo en ella—, pareces pensar en él a cada segundo y las botellas de vino siguen en su lugar. Conozco a Liney, es tan detallista, tan perfeccionista así como ordenada, Liney no dejaría nada sobre la mesa si ese hombre en quien piensa no fuera importante.
Me quedé en silencio sin poder contradecir sus palabras, sin embargo, no era lo mismo tener a un hombre de quien poder enamorarse a alguien con quien compartir la cama.
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Ojos azules
FanfictionMe acabo de topar con esos ojos azules, tan bellos, tan radiantes como descarados, esa sonrisa envolvente, oh cariño, si solamente no estuvieras terriblemente comprometido, si pudiera decir todo cuanto siento. ♦ Marie ha trabajado en aquella boutiqu...