—Bien —junte ambas manos antes de dar luz al lugar—, primero deberías levantarte del sillón, en mi imaginación yo estaba ahí con una botella de vino en la mano y dos copas en la otra, oprimías el interruptor de la luz y decías "Debemos hablar" yo te dedicaba una sonrisa antes de colocar ambas copas en la mesa de noche y servir el vino —algo parecido a una media sonrisa apareció en su rostro, aquellos ojos azules me miraban con cierta tristeza en las pupilas—, no esperabas una respuesta de mi parte pero sabías que te estaba escuchando, entonces inicias la charla "Voy a tener un hijo, ya lo sabias, podría nacer la próxima semana y deberías entender a donde voy, bla, bla, bla" te miró con una expresión bastante tranquila debido a que entiendo completamente la razón para escuchar eso de tu parte y continuas "Es hora de decir adiós a nuestra aventura, fue algo fantástico, pero debemos volver a la vida real", te doy una copa de vino bebo la mía hasta el fondo y finalmente contesto "Lo sabía, es difícil asumirlo, aunque lo tenía presente, espero verte pronto, escuchar sobre ti algún día y continuar con nuestras vidas, solamente te deseo lo mejor", te acercas para abrazarme, me quedó muy quieta entre tus brazos y finalmente te llaman —frunció el ceño sin interrumpir en ningún momento—, tu esposa está en labor de parto, te despides de mí con un beso en la mejilla y finalmente continua cada quien con su vida sin volver a cruzarnos.
—Esa es toda una escena, lo imaginaste de una manera muy especifica.
—Sí, no tienes el mismo atuendo —me encogí en los hombros—, pero me conformo con los diálogos.
—Tal vez deba fingir lo de la llamada, mi hija no nacerá hasta febrero.
—Linda fecha para dejarle ver la luz.
—Sí, todos están completamente ansiosos.
—Es la princesa de la casa, puedo entenderlo a la perfección —el silencio fue lo único tangible entre nosotros por un par de segundos—. Deberíamos comenzar.
—Me gustaría agregar algo a la escena si puedo —pidió con una sonrisa tímida sin dejar de mirarme.
—Claro.
—Quiero hablar contigo, sobre nosotros, sobre tu vida y la mía. No quiero despedirme con la sensación de ser un desconocido.
—De acuerdo.
Asentimos casi al mismo tiempo, dibuje una media sonrisa llegando hasta el sillón, él se puso de pie y se quedó frente a mí por unos segundos, caminó con tranquilidad hasta las gavetas en donde se encontraba el vino y las copas tomando lo necesario antes de tenderlo en mi dirección.
—Es hora de comenzar —declaró en voz baja mientras tomaba mi lugar. Salió al pasillo sin volver la mirada, por primera vez me sentí como en una despedida.
Cerró la puerta y tomé un segundo para apagar la luz antes de posicionarme en mi lugar, centre los ojos en la puerta envuelta en una oscuridad que me asfixiaba, estaba a punto de terminar una de las pocas relaciones en mi vida, una maravillosa aventura que me ayudaba a perdonarme.
La puerta se abrió revelando su alta figura a contra luz, cerró la puerta y un respiro más tarde se atrevió a iluminar el departamento de nuevo.
—Debemos hablar —pronunció con un hilo de voz.
Le dedique media sonrisa deje cada copa en la mesa de centro tomando mi tiempo antes de comenzar a llenarlas, pero él no dejó al silencio avanzar junto a la manecillas del reloj.
—Cuando te conocí, fuiste la primera chica que me atreví a mirar en mucho tiempo. Era muy agradable mirar como mientras el resto del mundo me gritaba en la cara te limitabas a ignorar toda esa popularidad, dejabas a un lado ese magnetismo que solía causar en cada mirada —una risa agría hizo su aparición obligándome a detener mi acción—. Lastimaba mi ego verte tan lejana, y aquello exactamente me arrastro hasta ti. No quiero decir que me atreví a cortejarte por ego, para sentirme mejor, fue porque por primera vez en mucho tiempo me sentí como una persona normal, lejos de la extravagancia de la fama —de sus labios surgió una sonrisa verdaderamente amplia, brillante como ninguna otra en todo nuestro tiempo juntos—. Gracias.
No dio otro paso en mi dirección aferrándose a la puerta como si deseara ser invitado a pasar una última vez. Intenté continuar con la rutina mirando de nuevo las copas sobre la mesa vertiendo un poco del vino blanco en ellas con una lentitud agonizante.
—Mírame, por favor —pidió sin moverse mientras le dedicaba toda mi atención dejando la botella de vino a un lado—. Gracias, Marie.
—Esto no es parte de lo acordado.
—Lo sé... no quería incomodarte, es una despedida y de verdad necesitaba decirlo, ¿Quieres continuar?
—Claro —bajé la mirada sin lograr moverme por tiempo indefinido, mirando alternadamente entre mis zapatos y las copas esperando en la mesa de centro, me atreví a mirarle una vez más esbozando algo parecido a una media sonrisa, tomé torpemente la botella entre mis manos derramando un poco de vino antes de lograr llenar ambas copas.
—Mi hija está por nacer —dijo retomando el dialogo siguiente en la escena—, tal vez es hora de terminar con esto.
Su voz grave resonaba entre las paredes de mi mente golpeando con fuerza mi corazón, cierta punzada me doblo las rodillas solamente un poco. Aquellos ojos azules admiraban con inquietud cada uno de mis traspiés mientras me acercaba a él con la copa de vino. Sus ojos azules, tan cristalinos me suplicaban por algo que no podía darle.
— ¿Por qué? —Casi gemí entregando una de las cosas sin preocuparme por prestar atención al libreto—. Me gustaría poder continuar, quedarme contigo y eliminar toda esa soledad del azul emanando de esos ojos, deseo tanto ser la respuesta a tu soledad, deseo tanto ser lo suficientemente egoísta para evitar tu partida.
—Se la respuesta a mi soledad —clamó sin moverse ni un centímetro—, se egoísta, muy egoísta y pide que me quede.
—No puedo. No soy capaz de alejarte de tu familia, no puedo simplemente pensar en mi mientras tu hija espera por ti, tu la amaras con cada pequeña parte de tu alma, sus ojos se volverán la fuerza de cada día, vas a enamorarte de ese pequeño cuerpo sin remedio alguno y yo dejaré de importar. Así debe ser —terminé de argumentar bajando la mirada con la copa a punto de caer.
—No puedes dejar de importarme, no entiendo como ocurrió, no entiendo como cada encuentro casual entre nosotros se convirtió en algo tan importante, solamente sucedió.
—Lo sé, no me arrepiento de nada.
— ¿Tienes idea de con cuantas personas me he sentido así de cómodo?
Reclamo buscando convencer a aquella parte de mí que le quería tanto de no terminar esa despedida. Era su última alternativa, y no lograba comprender cual era el verdadero propósito de quedarse a mi lado si en menos de lo pensado todo podía desvanecerse, ambos nos aferrábamos a un cuento, porque la mente vive de ilusiones que el tiempo se encargaba de dañar, no existía manera alguna para evitar la muerte de esas ilusiones.

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Ojos azules
FanfictionMe acabo de topar con esos ojos azules, tan bellos, tan radiantes como descarados, esa sonrisa envolvente, oh cariño, si solamente no estuvieras terriblemente comprometido, si pudiera decir todo cuanto siento. ♦ Marie ha trabajado en aquella boutiqu...