Asesina

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Todo comenzó desde la muerte de mis familiares.

Bien tenia razón cuando decían que lo que te hacen lo aras.

Desde ese día la sed de sangre y venganza siempre andaba en mi cabeza. Se sentía tan bien el ver correr la sangre por la piel de las víctimas inocentes qué  caían en mis manos.

Pobres almas sin salvación.

Era morir o matar... La segunda era mi opción.

Era la más buscada de todo Japón, o el mundo si es posible. Me querían viva o muerta, en cualquier caso estaría bien viva.

Vagaba por los obscuros callejones en una pequeña ciudad de Japón, para ser más exactos, kanto.
La gente transitaba sin ninguna preocupación, los veía sonreir junto a las personas que amaban... Aun recuerdo aquella sensación y el nombre de la persona que tanto ame.

Elle Lawliet...

Su nombre era como una estaca clavada en mi corazón, mientras más lo pronunciaba, más se enterraba.
Desde que aparecí por primera ves en las noticias hace 7 años, el dejo de existir para mi y yo para el. No sabia nada de él en estos últimos años. Era doloroso.

Los policías me buscaban, pero siempre llevaba una máscara conmigo cuando quería "atacar" y es que no hay asesino tonto.

Mis pasos me habían llevando a un cafetería el olor del café inundaba mis fosas nasales mientras me acercaba a la barra.

- El más cargado qué tengas por favor. - Hablaba de manera serena a aquel chico de piel blanca imaginando su sangre correr por sus venas. - Agrega le más de azúcar por favor.

El chico me sonrió anotando todo en una pequeña libreta. Me acerque aun asiento donde había un señor, le calculaba más de 60.

- ¿Esta ocupado? - Pregunte, aquel señor me sonrió. Hacia un gesto de negación, casi no podía ver su rostro ya qué llevaba un sombrero negro, tenia un atuendo formal.

- Claro que no Joven Melle. - Aquello había parado mi corazón, nadie más sabia mi nombre. Watari y Elle eran los únicos.
Mi corazón se aceleró. Salí corriendo de aquel lugar mientras algunas miradas expectantes aparecían.
La adrenalina corría en todo mi ser, estaba enojada y quería desquitarme.

Corrí hacia un callejón por su alguna víctima aparecía.
Golpeaba las paredes haciendo mis puños sangrar.

Aunque mi ser quería volverlos a ver, mi alma tenia miedo, no quería ser encontrada, no de esta forma.

Gritaba tratando de que la hora se fuera, de poder calmarme.
Miraba a todos lados por si me había seguido, pero no había rastro de el.

Ningún alma paso, así que con un gran enojo me retire. Sentía la mirada de algunas personas y era por que los puños de mis manos sangraban.

Entre a una tienda por un cigarro, pero al final termine comprando varias cajetillas de este y algunos dulces.
Fui a un lugar que era conocido como el mirador. Veía la gran ciudad.
Tomé un cigarrillo de la cajetilla, saque mi encendedor de mi bolso trasero y prendí el cigarro calando un poco de este. El himno salía por mi nariz, tome unos cuantos dulces y me los metí a la boca saboreando los.

A el también le encantan los dulces...

Tras acabar me la cajetilla salí camino a mi departamento.

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