El amor de mi vida había, desaparecido.
Llevaba 7 malditos años sin saber de ella.
Mi cabeza estaba llena de recuerdos. Ella sonreía mirando el atardecer.
Aquellas campanas habían marcado una historia, una trágica historia.
La había perdido... O eso pensé.
Hace unas dos semanas empezaron a ver asesinatos, la personas que los hacia marcaba a, sus víctimas con una M en cursiva.
Al principio pensé que solo era un coincidencia, que el asesino solamente marcaba a sus víctimas por algún lujo o síntoma de placer como algunas personas "asesinas" sentían.
Un recuerdo vino a mi mente, eramos pequeños... Melle siempre marcaba sus cosas.
M.
Las marcaba para que nadie las tocara. El recuerdo me llevo a un sin fin de teorías.
Ella estaba aquí. Y no de buena manera.
Investigue más acerca de estos casos, usaba una máscara por lo que un no sabían bien del rostro, pero sabían que era una chica debido a la forma de su cuerpo.
Había más de 100 personas muertas con aquella inicial qué marcaba comienzo a una gran asesina en serie. Los sucesos habían comenzado en México, ella se había mudado para haya cuando la muertes de sus padres.
Ella era muy inteligente y sabia como ser sigilosa, como ser invisible para las personas.
Algo en ella había cambiado cuando las letras comenzaron a hacer más profundas.
¿Quería que me diera cuenta de que seguía con vida?.
¿Queria qué mi mundo se derrumbara de nuevo?.
Desde el día en que desapareció mi vida había sido un caos, las noches eran lentas y no podía dormir, decido a ellos unas notorias ojeras aparecieron. Mi forma de ser había cambiado, mi postura había cambiado, la vida me pesaba.
Me había convertido en una persona sin sentimientos, me costaba expresarme, me costaba, socializar.
Ella era la única persona con la que podía hablar.
La única persona con la que no me sentís diferente.
Pero... ¿Por que se fue?... ¿Por que me abandono?.
Bien pudo quedarse conmigo tras su perdida.
¿Acaso no fui lo suficientemente bueno para ella?.
Watari sabia que andaba mal, el amor cambia a las personas. Y las cambia para mal.
Las hace adictas a esa personas sin importar cuantas veces las veas. Cuantas veces estés con ella.
En mi caso había sido de una forma tan dura y fría.
Había desaparecido de mi vida dejando un hueco profundo, donde ni los caramelos qué tanto amaba podían llenarlo.
A ella también le encantan los dulces...
Un día como cualquiera Watari me dijo que iría a una cafetería por un pastel de fresas. Asentí sin mostrar interés.
Buscaba pistas de donde podía estar.
Había un foto de ella donde había asesinado a alguien, esta foto fue captada por las cámaras de seguridad qué ponen en los callejones o en lugares que no son transitados. Cerca de este callejón había unos cuartos donde algunas personas con algún tipo de sentencia vivían ahí.
Accedí a las cámaras de aquel callejón.
Watari llego sobresalto abriendo la puerta de mi habitación de forma exagerada.
- Ella está aquí. - Watari hablaba con dificultad y una gran sonrisa y emoción aparecieron en mi rostro.
Cheque las cámaras de aquel callejón.
Mi corazón se acelero, Watari se acerco a mi y sonrió al verla.
