Las Nornas: La Diosa de la Noche ‖ Libro Primero.

Capítulo VIII. Tiempo.

Centro de Estudios Universitarios
Noviembre 10, 1996

Tarde de domingo fresca y serena.

Por suerte para unos, y desgracia para otros, aquel fin de semana por poco llegaba a su final.

Marisa lo había pasado con la pequeña Ana y su madre. Sobraba decir que para ella aquellos días habían durado tan poco, y es que cualquier medida de tiempo, junto a la persona que amas, siempre es insuficiente.

Oliver y su amigo Mateo habían asistido al cine, y después a un bar, nada fuera de lo habitual.

Y si bien Celeste había disfrutado de esos días en los que había asistido al Club junto con Ulises, —después de no encontrar lo que tanto buscaban, habían optado por regresar al departamento del moreno y tener una noche/madrugada llena de placer — ni uno ni otro querían que llegara a su fin, y no por lo bien que lo habían pasado —que también—, sino más bien porque tendrían que esperar otra larga semana para poder encontrar a aquel ser que tanto necesitaban encontrar.

El domingo por la mañana, Celeste se había despedido de su amigo y sin más había vuelto a la universidad para terminar su tarea y tener sus cosas listas para el odiado día lunes.

Cerca de las diez cuarenta y cinco de la noche Celeste hizo un llamado, la persona al otro lado del teléfono pareciera que la esperaba ya que al primer timbre contestó.

—¿Qué tal Les? hasta que te dignas a llamarme. —A Celeste no le sorprendía aquel tono de sarcasmo, la conocía más que bien.

—¡Ya!, yo bien... llamaba solo para informarte.

—Como debe ser. —dijo la voz de manera altiva —. Bien y dime ¿Qué ha pasado?

—El tipo volvió a su trabajo, aunque no así al club, fuimos el día viernes, pues pensamos que iría pero no fue así...

Fernanda cortó de golpe a Celeste —.Y entonces ¿cómo aseguran que volvió a la escuela?, digo, si no lo han visto —soltó de manera intimidante.

—Xavier nos lo dijo...

—Debo asumir que Xavier es el chico que estudia con ese estúpido, ¿No?

—Así es, él fue el que nos dijo que volvió a la facultad.

—Perfecto, te quiero en contacto con Xavier, traten que no pase de esta semana, tenemos poco tiempo.

—Claro descuida, también quiero que toda esta mierda termine.

—Cuando encontremos a Val tú podrás ser libre —aseveró Fernanda.

—Fer, ¿De verdad crees que ella sigue viva?

—Quizá, quizá no, pero no quiero que esté con esas escorias, además de que Alexa la necesita.

—Bien... Fer debo colgar, en cuanto tengamos noticias te llamaremos.

—De acuerdo.

Celeste colgó sin más el teléfono.

Se dirigía a la cocina a tomar un poco de agua cuando el sonido del fijo la hizo regresar nuevamente y tomarlo asumiendo que a Fernanda se le había olvidado mencionar algo.

—Dime, que se te olvidó...

—Disculpe, ¿Hablo con Celeste? —La voz de mujer al otro lado de la línea la sorprendió.

—Ejem... sí, ella habla... —comentó dudosa ya que no lograba identificar quien la buscaba.

—Perfecto, hablo de parte del señor Sandoval. —La voz sonaba tranquila e imponente.