Carretera Pontevedra Km 23
Enero 8, 1997Carmen había prácticamente nacido y crecido en aquel lugar de mala muerte al que llamaba hogar.
Había corrido y jugueteado por entre los pasillos hasta que había tomado la edad adecuada y su cuerpo se había formado lo suficiente como para que su madre la vendiera a cuanto borracho podía pagarle. Y así había pasado sus días y al heredar el recinto lo había convertido en un sitio que vendía a chicas a los que podían pagar sus más retorcidos antojos.
Había visto de todo, nada le asustaba. Sabía que la humanidad era de lo peor, un animal con horribles instintos.
Pero ni con tantos años en el mercado había visto algo como aquello.
Ni cuando una de sus empleadas ya entrada en años le llamó con suma urgencia y le mostró lo que había en aquella habitación lo entendió.
El guapo joven con aspecto agitanado que muchas horas antes había llegado con la rubia, ahora estaba tendido en la cama bañado en sangre. Su sangre. Las heridas en su cuerpo así lo demostraban, y en su rostro el miedo y el sufrimiento habían quedado plasmados para la eternidad, puro dolor.
Por un momento Carmen quiso imaginar que es lo que había pasado en aquella fiesta, pero al sentir el paquete de billetes que siempre llevaba encima, quitó todos esos cuestionamientos de su cabeza y solo se limitó a limpiar su cuarto de hotel. Más tarde llamaría a uno de sus hijos para deshacerse del cuerpo.
Para ellos, eso no era trabajo complicado, contaban con un pequeño cuarto de limpieza ubicado en el sótano, en donde no solo se encargaban de dejar limpios las sabanas o utensilios para el servicio, sino también se encargaban de limpiar a las personas que llegaban a morir en él, que pocas no eran.
A Josué lo llevarían ahí y lo más probable es que Miguel, el chico encargado de limpiar lo metería en un enorme bidón lleno de ácido, en el que en cuestión de días descompondría aquel cuerpo, y nadie sabría de lo que dé él fue. Quizá lo buscarían y seguramente llorarían su perdida.
Y entonces Carmen comprendió que quizá eso era lo que quería la diosa de pelo negro y que le había pagado lo que nunca antes había imaginado. Que sufrieran su desaparición.
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Avenida Campaban N°23
Enero 9, 1997Llevaba algunos días sin poder localizarle.
Y aunque sabía que quizá estaba siendo demasiado paranoico, muy en el fondo de su mente algo le hacía sentirse demasiado intranquilo.
Los primeros días, había dejado innumerables avisos en el contestador de Adrián, sin embrago sus reuniones le habían tenido lo suficientemente ocupado como para no responder al llamado de emergencia que Martín ahora hacia.
Josué había desaparecido. Ni rastro de él.
Y mientras remarcaba el número, sin planearlo un nombre apareció en su mente. Celeste.
Faltaban pocos días para que las clases nuevamente comenzaran, y solo así podría reencontrase con ella, ya que después de mirarla tan desalineada aquella noche en el club, y de haber vuelto en innumerables ocasiones esperando encontrarla no había tenido ninguna suerte. Casi como si la tierra se la hubiese tragado.
Por una parte contaba los días para volver a sus aburridas clases, tan solo para encontrase con ella y confirmar sus sospechas, pero por otra, lo que en realidad quería era no volver a encontrase con ella nunca más.
Y es que ahora que sabía quién era, deambulaba en un continuo sin vivir. Más aun cuando Pablo, su amado hijo, estaba también de vuelta.
Quizá eso era lo que por ahora lo mantenía un poco más cerca de su realidad, alejado de sus paranoillas y de sus últimamente frecuentes ataques de ansiedad.
El joven de ojos como los de su fallecida madre ahora le daban la vida, Martín se paseaba embelesado por la casa en busca de la felicidad de su hijo, cumpliéndole hasta el más mínimo antojo, y eso le distraía por completo.
Pablo se mostraba totalmente recuperado y feliz de volver a los brazos de su padre. Sus planes, seguir con sus estudios y recompensar a Martín por todo lo que había hecho por él.
Y con el "—Vamos, deja el trabajo", Martín se desconectó de todo y disfrutó como nunca de su hijo Pablo.
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Avenida del Llano, N° 23
Enero 9, 1997Había regresado muy tarde por la noche. Con su ropa cubierta de sangre seca y con una amplia y deslumbrante sonrisa en su rostro.
Primero había conducido hasta la casa de Loviatar en donde, sin más preámbulos y con la adrenalina por los cielos habían tenido sexo, y sin duda lo había disfrutado.
Después se había despedido y había conducido con una parte de su alma liberada hasta el departamento de Ulises, en donde nada más entrar había sido recibida con un montón de preguntas acerca de su paradero por las últimas horas.
Celeste le había dado muy pocas explicaciones, y aunque Ulises no había quedado satisfecho con ellas no había tenido más opción que resignarse a la nueva Celeste y a sus poquísimas explicaciones, por lo que sin más la había dejado marcharse a su cuarto a descansar.
Una vez que Celeste estuvo sola, se quitó su ropa y la metió en una bolsa negra, más tarde se desharía de ella. Acto seguido entró a la ducha, tomó un largo y cálido baño que le permitiría deshacerse todo lo que hace algunas horas había hecho.
Una vez en la cama, Celeste recordó cómo al llegar, los ojos de Ulises se encontraban inyectados en sangre y con una fina capa cristalina que amenazaba con salir en forma de lágrimas, y muy a su pesar también recordó que ni ese sensible gesto le removió el corazón.
Después de la muerte de Alexa y de haberla encontrado, Ulises se había empeñado en volverse prácticamente en su sombra, cosa que a Celeste no le hacía mucha gracia.
El fuerte hombre de piel canela que antes le había hecho sentir placeres descontrolados ahora se comportaba como su padre y, contrariamente, muy en el fondo de su ser Celeste lo agradecía, hace tanto que nadie se preocupaba así por ella.
Y por eso, y solo por eso se había guardado tan solo para si sus planes.
Y es que por días había tenido que ocúltale todo, buscando los momentos adecuados en lo que pudiera zafarse de su atención para cumplir con su cometido.
Se había puesto en contacto con todos y cada uno de los eslabones que necesitaba y sin pensarlo ni quererlo, su perfecto sumiso se había vuelto su mano derecha, sus ojos y oídos fuera de esas cuatro paredes y de la custodia de Ulises.
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Las Nornas: La Diosa de la Noche ‖ Libro Primero.
Mystery / Thriller━━━━━━ ~ • ♚ •~━━━━━━ «Todos tenemos un pasado, casi todos con algún oscuro secreto.» Celeste ha vivido atormentada desde hace ya algunos años, pero ahora tiene en sus manos la oportunidad de terminar con los responsables de ese sufrimiento aunque...