Capítulo XII. Secretos.

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Avenida del Llano, N° 23
Noviembre 16, 1996

Ulises despertó cerca de las dos de la tarde -¡Vaya que había dormido!-.

Lo primero que hizo fue tomar una ducha muy muy rápida, medio vestirse e ir a la habitación de Celeste para ver cómo se encontraba. Una vez abrió la puerta, encontró a su amiga recostada en la cama, seguía durmiendo, parecía relajada y las manchas oscuras debajo de sus ojos parecían notarse menos. Era prácticamente la Celeste que recordaba haber visto por primera vez, y permaneció así por un rato, admirando a la que se había encajado con fuerza en un rincón en su corazón.

-Hola. -Celeste abrió los ojos, su voz sonaba adormilada.

-Hola, ¿Qué tal dormiste?

-Bien, no tuve malos sueños.

-¿Hace cuánto que no dormías? -cuestionó preocupado el moreno.

-Eh, no lo sé. -respondió dudosa la chica -. ¿Un par de días?

-Les, tu apariencia no era de un par de días... y que hay de las quemaduras ¿Por qué las volviste a hacer?

-Ulises, no sé de qué hablas -Celeste agachó la cabeza tratando de ocultarse de la intensa mirada de su amigo.

-Les no juegues conmigo, -Su voz era algo amenazante -. Las quemaduras en tu pecho son recientes, preguntaré una vez más ¿Por qué las hiciste?

Celeste se levantó de la cama, se dirigió al baño y comenzó a quitarse la poca ropa que aún le quedaba.

-Quiero bañarme, ¿Podrías esperar afuera?

-No. Quiero una respuesta, y la quiero ahora... Así que habla. -Celeste continúo como si nada, estaba a punto de meterse a la regadera cuando Ulises de manera poco amable la tomó del brazo y la giró de manera que ambos quedaron frente a frente.

-¡OYE, ESTOY DESNUDA Y QUIERO BAÑARME AHORA! -Celeste puso su mano encima de su pecho, como tratando de cubrir su corazón.

-¡ME IMPORTA UNA MIERDA SI ESTAS DESNUDA, NO ES LA PRIMERA VEZ QUE TE VEO ASÍ, Y ME IMPORTA AÚN MENOS LO QUE QUIERAS O NO! -replicó furioso Ulises -. ¡Lo único que quiero saber es porque una vez más estás haciéndote daño! -. La poca paciencia que quedaba en Ulises se esfumo, quería a Celeste, la quería y no soportaba la idea de que una vez más el maldito infierno la estuviera consumiendo.

-¿Quieres saber por qué? -Su tono era de burla, entre risas amargas -. ¿De verdad? ¿Te parece poco lo que estamos haciendo?, ¿Es que acaso no te parece razón suficiente haber matado a una persona?... -Ulises no supo que decir, el agarre de su mano se fue debilitando al punto de soltarla por completo -. ¡Ah! ya sé, quizá para ti es sencillo, como lo has hecho más veces... -Ulises dio un paso atrás, aquellas palabras le habían dolido -. Pero lamento decirte que para mí es algo nuevo.

-¡CELESTE CALLA!

-¡NO! querías que te dijera porque, ¿No es así?

-Celeste. -dijo entre dientes el moreno.

-¡YO A DIFERENCIA DE TI, SOY NUEVA EN ESTO!... ¡A DIFERENCIA DE TI Y DE FERNANDA AÚN ME QUEDA UN POCO DE CORAZÓN!

Celeste comenzó a temblar, la impotencia que tenía salió de ella en forma de lágrimas, se abrazó a sí misma y sin tener más fuerza cayó de rodillas al piso y de a poco los sollozos inundaron aquel lugar

Ulises se arrodilló ante ella y la atrajo en un gran abrazo, Celeste se dejó querer, se aferró a él como si fuese su salvavidas en medio de aquella inmensa tormenta. Y lloró mientras Ulises acariciaba su pelo. Él quería transmitirle con aquel gesto que estaba ahí, que siempre estaría ahí para ella.

Las Nornas: La Diosa de la Noche ‖ Libro Primero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora