Barbacoa (Pte 1).

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El maullido de Blacky despertó a Cecilia. El gatito trataba de subir a la cama pero ésta era muy alta para él y Copito estaba mirándolo desde arriba.

—¿Quieres subir, pequeñín?— Murmuró para no despertar al castaño, que estaba desmayado boca abajo sobre ella.

Estiró su brazo y el gatito se acercó hasta su mano. Lo ayudó a subir y éste se acurrucó sobre la amplia espalda de su novio.

—Un minuto más, amor. — gruñó Shawn sin abrir los ojos. Estaba usando sus pechos de almohada, lo que era muy tierno.

Ella acarició su cabello. Era tan feliz de despertar junto a él. Se sentía completa.

Dormitó unos minutos más, disfrutando de aquello. Los gatos después de un rato se bajaron y salieron a tomar sol al balcón.

—Buen día, mami. — gruñó el castaño sin abrir los ojos mientras mordisqueaba uno de los pechos de la muchacha.

—Alguien está juguetón. —susurró la morena acariciando la espalda.

—Es que tú siempre me pones a mil. — Rodó sobre la cama para que ella quedara sobre él.

—Es hora de desayunar. — La muchacha unió los labios con los de su novio uniéndose en un beso apasionado.

—Cinco minutos, mami. — dijo el castaño sin separar sus labios de los de ella.

—Mis padres están en la habitación del frente. — Murmuró la morena con falsa inocencia mientras movía su cadera adelante y hacia atrás sobre la entrepierna de su novio, que dejó escapar un gemido ahogado.

—Seamos silenciosos.

Shawn estaba muy excitado como para detenerse. En ese momento le importaba una mierda que sus suegros escucharan.

—Me gusta cuando suplicas por sexo. — Cecilia descendió por el cuello del muchacho con un camino de besos, pasó por su abdomen y se escondió debajo de las sábanas quedando con su rostro frente a su premio.

—¿Qué haces?—  dijo el muchacho levantando un poco la tela para poder ver su mirada pícara.

—Cierra los ojos y disfruta, bebito.

Le fascinaba  darle placer a su novio, tenerlo tan entregado a sus caricias.

Shawn obedeció y cerró los ojos. La morena apartó las ropas de su pareja y comenzó a besar su pubis. Luego lamió el palpitante miembro como si de una piruleta se tratara.

—Oh, mami. — gimió el castaño aferrándose a las sábanas.

Desde fuera la escena mostraba al castaño completamente entregado a las caricias perfectamente proporcionadas por la morena, que sólo era un movimiento debajo de las blancas sábanas.

—¿Ustedes no piensan levantarse?— Stuart entró en la habitación como si se tratara de la de él.

La pareja no lo escuchó. El hombre tardó en reaccionar.  Nunca pensó ver a su hija en ése tipo de situaciones.

—¡Esto no puede ser!— dijo el hombre volteándose y los muchachos reaccionaron.

—¡Pero qué mierda, papá!— gritó la morena al escuchar la voz de su padre y salió de abajo de las sábanas. Todo el erotismo de la mañana se había ido al váter.

—Ustedes parecen no respetar nada. — dijo el hombre volteándose.

—¡Sal de aquí! — volvió a gritar Cecilia y su padre salió dando un portazo.

—¿Qué fueron esos gritos?—  preguntó Gianella cuando el hombre llegó a la cocina. Detrás de él venía la pareja, que trataba de calmarlo.

Sweaters Boy ||S.M||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora