En los zapatos de Wallace

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Wallace.

Dolía y dolía mucho. Veinticinco años de un amor caótico terminaban. Los mejores veinticinco años de mi vida.

—¿Por qué me haces esto?— Le hablé a un Dios que se suponía que estaba en el cielo velando por todos. — Quítame todo, pero no a ella. No puedo soportarlo.

—Hermano, ¿está todo bien?

Sequé mis lágrimas antes de que Dominic entrara a la habitación.  Era su hermano mayor. No podía dejar que me vea llorar como un idiota.

—Sí. Sólo estoy leyendo un libreto para una nueva película. — Mentí y mostré una falsa sonrisa. — ¿Cómo están tú y tu futura esposa?

—Genial. Hoy vamos a saber si es niño o niña. —Mi hermano lucía tan emocionado como el idiota de Shawn.  Cómo odiaba a aquél imbécil y el día que apareció en la vida de mi bebita. — Quiero que sea niña y tenga los ojos de Ambi.

—Yo espero que sea varón. Al parecer tú serás el único que tendrá hijos y necesitamos mantener el apellido. —Bromeo  amargamente.

—No digas eso. Lo que pasó hace un par de semanas con mi cuñada puede traer sorpresas. — Dominic siempre veía el lado positivo de las cosas.

—Imposible. Me hizo usar condón.

Y era una novedad ya que en los años de actividad sexual que tuve con Cecilia jamás lo usamos. Luego de la mala experiencia la primera vez, decidimos  usar sólo la píldora y rezar a Dios.

—¿Desde cuándo?— Dominic conocía cada detalle de la relación. Mi relación con Cecilia.

—Desde que me convertí en el otro. —Sí, pasé a ser el amante y lo peor era que ya no podía recuperarla.

—Tranquilo. Ya se va a dar cuenta de lo mucho que pierde dejándote y volverá a tus brazos.

Me abrazó tratando de compartirme su buena energía pero hoy yo estaba devastado. No había nada que pudiera motivarme. Ni siquiera esa frescura que transmitía mi hermano. — Ahora me voy o vamos a llegar tarde.

—Que vaya todo bien. — Me despedí de mi pequeño tonto. Era un grano en el culo pero lo amaba.

Me quedé solo con mi amargura. Decidí que era lo mejor ir a escribir alguna canción o algo antes de que me volviera loco.

Bajé al taller de Cecilia. Ése era el lugar más tranquilo para estar.  Había una armonía especial en aquel lugar abarrotado de cosas y olor a trementina mezclado con polvo.

Comencé a llorar como un idiota al ver aquel retrato que hizo cuando estábamos en la Universidad. Ése que insistía en que me parecía a Elijah Woods, el maldito actor de “El señor de los anillos” y ella insistía que yo era mil veces más hermoso.

 Ése que insistía en que me parecía a Elijah Woods, el maldito actor de “El señor de los anillos” y ella insistía que yo era mil veces más hermoso

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Aquéllos tiempos donde todo eran besos, risas, charlas hasta las una de la madrugada y hacer el amor hasta quedar dormidos.

—¿Por qué tuviste que elegirlo a él, bebita? ¿No pudiste ver lo que hice todo este tiempo por ti?

Sweaters Boy ||S.M||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora