Pese la situación de la joven, el mundo seguía girando insaciablemente. Personas surgían a su lado, le hablaban, le acariciaban, pero nada llegaba a ella. La imagen de un joven azabache se perdía tras un manto de nubarrones que en su mente se había originado. De su boca disculpas se derramaban, en compañía de gruesas lágrimas que no parecían tener final.
-Anaan...
Sharrkan padecía su tristeza. Pese haber transcurrido un mes y más de una semana, él seguía allí, aguardando con impaciencia su regreso.
-¿Vas a ver a Anaan?
El albino se detuvo en el pasillo y se volteó topándose con el rostro serio de su rey. Con pesar asintió.
Una luz de esperanza golpeó su corazón cuando hacía unos días vio como Anaan reaccionaba al sentir la luz proveniente del Rukh que de Aladdin emanó, pero, dicha esperanza se marchó con la desaparición del muchacho. No había boca que pudiera darle la respuesta que buscaba.
-Ella es fuerte – Dijo Sinbad al tiempo que posaba una mano sobre el hombro del guerrero – Estoy seguro que se pondrá bien.
Sharrkan agradeció las palabras de su rey, pese tener lagunas de inquietud en su corazón. Temía que el estado de Anaan se hubiera vuelto permanente...
Tras despedirse de Sinbad, Sharrkan retomó su camino. Conforme avanzaba, se fue topando con la figura de Anaan por varias ubicaciones, con diferentes expresiones y al finalizar se topó con su rostro ruborizado acompañado de una dulce sonrisa.
-Anaan... - Formuló su nombre con dolor.
Su mano estremeció alrededor del pomo de la puerta. ¡Le urgía hacerla regresar!
-Buenos días, Anaan... - Dijo con cariño, entrando en la recamara.
Las cortinas se sacudieron con violencia con la corriente de aire que se produjo, haciendo que la puerta se cerrara de un portazo que sacudió toda pared del lugar. Después el ambiente se cernió bajo un abismal silencio, uno que anteriormente no figuraba en aquel espacio. Su constante respiración ya no...
-Sí, Anaan, esa es otra estúpida.
En boca de Judal, aquella se había convertido en su frase favorita. De todos los que habían criticado, Anaan era la más atacada.
Alibaba, el cual era ahora una especie de muñeco andante privado de la voz, no podía hacer más que tolerar el martirio. Ni siquiera podía expresar lo tanto que le estaba aborreciendo con sus quejidos.
Después de haber sido enviado lejos por un ataque de Aladdin, Judal había aterrizado en paradero desconocido que nada se asemejaba al mundo que conocía. Era bastante obvio que aquello hacia parte de otro mundo. Allí existían criaturas extrañas que nunca habían visto.
-¿Quién la entiende? – Prosiguió el ser oscuro, jugueteando con la fina rama en la hoguera que había encendido Alibaba – Toda la vida aferrada a mí, diciéndome que temía a los hombres y al final se acuesta con ese imbécil... ¿Qué le ha visto a ese?
¿Qué he hecho yo para merecer esto? Se quejó el desdichado en sus adentros. Nada podía expresar con aquella cara de muñeco extraño.
-¡Se acostó conmigo! Y dice que ama a ese Sharrkan, ¡Será estúpida!
Alibaba vio por el rabillo de su negruzco ojo como el magi arrojaba la rama con rabia a la hoguera. Tenía el rostro rojo y lleno de venas. Era fácil adivinar qué tipo de pensamientos circulaban por su cabeza en aquellos momentos.
-¿Qué te pasa? Todavía no he terminado – Dijo Judal muy malhumorado al ver como el pequeño figurante blanco se alzaba - ¿Ah? No te entiendo.
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Magi ~ Sístoles de Amor [Finalizada]
RomanceProcedía de una familia pobre, residía en un desecho de vivienda, pero, cualquier ser con ojos sería capaz de notar que había algo de diferente en él, y no solo por el baño de sangre que en sus orbes constaba. Existía mucho más en él. Judal, era ape...