XXIII ~ Necesidad

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Repentinamente, Judal frenó en seco. Un frío hostil rozó su cuerpo, se deslizó lento por cada poro de su piel, como una víbora sediento de sed. Sus ojos rojizos contemplaron un cielo grisáceo que se expandía por todo el horizonte.

Judal decidió hacer omiso al estado del tiempo y prosiguió con el vuelo, sin rumbo fijo, sin saber qué dirección tomar. No tenía ni la más remota idea de dónde podría estar Anaan, ni siquiera sabía algo sobre ese tal Sharrkan.

Se perdió en sus pensamientos, hasta que una sombra se atravesó en su camino.

-¡¿Pero qué?! – Pudo sentir sed de sangre proveniente de aquella extraña aparición.

Pudo esquivarlo a tiempo, antes de que su cabeza sufriera el fatal destino.

-¡Es Judal!

El ceño del magi oscuro se arrugó al reconocer aquella voz. Fue con pereza que alzó el rostro y se topó con el rostro de la princesa de Kou. ¿Por qué rayos sonreía al verle?

-¿Es acaso esto otro intento de secuestro? – Se cruzó de brazos. La idea le aborreció con creces.

-No – Negó la jovencita, mostrando después una sonrisa repleta de amabilidad – Judal, somos amigos. Yo así lo creó – Dijo antes de que Judal pudiera negarlo – Y es por eso que, no deseo lastimarte.

Nunca le prestó verdadera atención, pero incluso un tipo como Judal, al que nada le echaba verdadera importancia, fue capaz de percibir algo extraño en ella.

-Ven, Judal – Tendió su mano en su dirección – Permanezcamos juntos en el poco tiempo que nos resta.

-¿Qué? – Su rostro se convirtió en el mar de confusión – ¿Tiempo que nos resta? ¿Juntos? ¿Se te ha aflojado un tornillo, princesa? – Sus labios se arrugaron detonando burla.

Esperó un berrinche por parte de la monarca, pero sorprendentemente siguió con la amabilidad latente en su rostro.

-Mira, Judal – Alzó su índice en dirección al cielo grisáceo que olía a tormenta – Ya está, todo ha terminado. Ya no habrá necesidad de sufrir.

-¿Pero qué narices estás...?

Judal engulló la última palabra. Fue incapaz de proseguir. El extraño ser descendiendo del cielo se robó toda su atención. Una especie de ser de piedra gigante se fue mostrando. Después, Judal fue consciente de que no estaba solo, más le acompañaban, y no parecían propiamente amigos.

-¿Qué rayos son esas cosas? – Decidió cuestionar a la lunática princesa, la cual seguía sonriendo tal y como una niña emocionada con algún suceso.

-Ellos, han venido a terminar con este mundo marchito – Dijo Kougyoku con notable felicidad.

-¿Me estás diciendo que esos pedazos de roca me van a matar? ¡Ridículo!

No podía parecerle la situación más graciosa.

-Judal, no, no te resistas – Negó ella con notable calma – ¿Acaso no estás cansado de sufrir?

Solo podía estar loca. Nadie aceptaría su final de un modo tan pacífico.

-Mira – Cruzó los brazos tras la nuca, viendo con suma pereza a la dichosa princesa – No me importa que te hallan lavado el cerebro o que sé qué otra cosa, si no dejas de decir sandeces voy a patearte.

-Es inútil.

A Judal se le erizó todo el vello del cuerpo ante el sonido de aquella segunda voz. Su estómago se convirtió en un volcán en erupción, pero fue con mucho esfuerzo que contuvo el vómito en su interior.

Magi ~ Sístoles de Amor [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora