XXIV ~ Sístoles de amor

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Sudaba frío. Mantenerse inerte le resultó casi imposible. Su cuerpo quería desplomarse. La llovizna descarrilaba insaciablemente de sus ojos. Su orgullo se quebrantaba. Como odiaba al ser que aquellos instantes le representaba, pero, todavía odiaba más a aquel hombre que lo miraba con detenimiento.

-¿Judal?

Anaan se paró a su lado, viéndolo con preocupación. Quiso tocarle, pero su mano se detuvo en el aire, estremeció un poco antes de apegarse fuerte contra su pecho. Dolor transmitió su rostro.

Judal lo supo, él era la razón de dicho dolor.

-Por lo que veo, sigues con ese tipo.

Fueron las primeras palabras toscas que de su boca salieron. Algo se retorció en su interior. No. Así no es como quería actuar con ella.

Una vez más, hirió a Anaan, así lo sintió.

-Sí... Bueno... Yo...

La mirada de la joven se perdió por su alrededor, perdida en busca de una buena respuesta, o al menos, la correcta para Judal.

-¿Quién le dejó entrar?

Anaan estremeció al sentir la mano de Sharrkan posándose sobre uno de sus hombros. Por el rabillo de uno de sus ojos distinguió malhumor en el rostro varonil.

-No, Sharrkan – Negó de inmediato, antes que los soldados decidieran apararse – No es necesario que hagas nada.

Se sentía apurada. Ninguno de los dos se toleraba, era fácil adivinarlo.

Se alejó de Sharrkan lo suficiente para notar que los hombros del magi oscuro se relajaban. Su cercanía era lo que a él le alteraba.

-Pero...

-¡Está bien! – Aseguró la mujer esbozando su mejor sonrisa. Su mirada se perdió por un instante en el rostro de Judal, el que ahora se presentaba con su ceño arrugado de costumbre, pero... Todavía había la humedad brillaba en su rostro – Saldré un rato a hablar con Judal.

Que incomodo momento. Como moverse, que decir, como mirar a ambos, tenía que pensar en todo. La cabeza parecía querer explotarle.

-¿Hablar con él? Ya sabes que eso es...

-¡Ya cállate! – Judal finalmente explotó.

El corazón de Anaan dio un sobresalto al toparse con la cercanía que entre los dos hombres se estableció en tan solo un momento. Fue Judal el que se acercó intimidante como de costumbre.

-Saldremos a hablar, ¿eres sordo o qué? ¡Vámonos, Anaan!

Anaan se quedó tartamuda al sentir la mano de Judal alrededor de su muñeca. Antes de girar el rostro pudo visualizar venas saturando la frente de Sharrkan.

La gente fue dejando un camino ante ellos, como advirtiendo cierto peligro. Sí, ciertamente, Judal parecía que iba explotar en algún momento. Su mano ardía, quemaba, pero Anaan apenas podía pensar en la razón de sus lágrimas. Nunca lo vio llorar, ni siquiera en la muerte de su madre.

El aire exterior llegó caliente, sofocando más el pecho de Anaan. Estaba tan perdida en sus pensamientos que se chocó de frente con la espalda de Judal, el cual en algún momento se detuvo.

Estaban solos, en un amplio balcón que les permitía ver toda la ciudad.

Pensó que cuando se hubieran alejado él la soltaría, pero no fue así, de hecho, el agarre se profundizo.

-Judal... - Su voz salió temblorosa.

Muchos recuerdos embargaron su mente, bonitos instantes que se sumergieron bajo el maltrato que sufrió aquel día. Judal... Él la había usado como un objeto sexual. No había tenido reparos a la hora de lastimar sus sentimientos.

Magi ~ Sístoles de Amor [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora