XI ~ Sangre

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-Esa chica seguramente ha sufrido mucho – Le comentó el hombre de extensa cabellera a su amigo albino, después de que la joven desapareciera de su vista.

Ja-Far asintió.

-Vayámonos – Hizo un gesto con la cabeza.

-Oye, tú.

Ambos captaron la imagen de un joven saliendo del local apestado por el alcohol. Su extensa trenza se sacudió conformé sus pasos, convirtiéndose en el punto atrayente de cualquier felino.

Ellos se quedaron atraídos por la sanguinaria mirada que este poseía.

-¿Qué le has hecho a esa chica? – Su rostro estaba deformado, demostrando lo tan molesto que estaba al pensar que la habían dañado.

-No le hicimos nada – Respondió el albino, parándose frente al hombre más alto, como si le protegiera.

-La invité a comer – Soltó el otro, parándose junto a su compañero. Depositó una mano en su hombro al captar su mirada de advertencia – Y se marchó corriendo – Señaló con el pulgar la calle por donde se había ido.

Judal escrutó al individuo por la espesa noche que les cernía y en completo silencio comenzó a caminar, ignorando las dos presencias inmóviles que se quedaron siguiéndole con la mirada.

Anaan corría sin descanso por la ciudad. Su corazón golpeaba fieramente su pecho, lastimándola. Aun sabiendo que ya había corrido lo suficiente para perderles de vista, no podía dejar de imaginar que todavía le seguían. Sus pasos resonaban en su audición, atormentándola. En gritos rogaba que no la siguieran, pero no funcionaba. La gente a su alrededor se la quedaba como la loca desquiciada que parecía.

-¡Déjenme en paz! – Rogó cuando en un tropezón se cayó al suelo.

Era incapaz de erguir la mirada y comprobar que nadie le seguía.

Se arropó entre sus brazos, buscando algún tipo de consuelo. Las lágrimas eran el tinte de su piel. No podía parar de sollozar. De lamentarse por lo ocurrido, creyendo que no la habían perdonado.

-¡No me toques!

Lanzó su mano para atrás cuando sintió el roce de alguien en su hombro. Chocó con una superficie tibia que emitió un quejido.

-¡¿Pero qué haces?!

El rostro de Judal surgió por entre su tormento. Un rostro temperamental.

-¿Judal? – Quiso cerciorarse. Era su voz, pero temía que todo fuera un producto de su imaginación.

-¡Estúpida! – Le propinó un golpe en la nuca que hizo que su cabeza se sacudiera – ¡¿Qué hacías gritando como loca?!

Al girarse se encontró a Judal frotándose la mejilla.

-L-Lo siento... - No solo por haberle golpeado, como también por haber actuado de aquel modo y... Por ser una pesadilla de persona.

-¿Has conseguido algo?

-Sí...

Sacó las pocas monedas que había recaudado antes de haber cometido el peor disparate al robarme a aquel hombre.

Sin decir ni mediana palabra, Judal agarró la poca cantidad y la metió dentro del pequeño saco.

-Nos largamos – Indicó con la cabeza.

Anaan se alzó, manteniendo la unión de sus labios.

Aun cuando ya hacían cinco minutos que se hallaba caminando tras Judal, las lágrimas continuaron emergiendo. No podía dejar de padecer el infortunio que había vivido aquella noche. Hacía años que no sufría aquel terror, y justo ahora, cuando llegó a creer que sería capaz de superarlo, de... Aceptar la existencia de los hombres como humanos.

Magi ~ Sístoles de Amor [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora