-Buenas noches.
Sinbad y su consejero real, Ja-Far, llegaron poco más de una hora después.
-Buenas noches, Sinbad-san – Le saludó Annan con una sonrisa, pero manteniéndose a una prudente distancia. Aunque hubiera decidido confiar en él todavía era muy pronto para romper ciertas barreras.
Sinbad les platicó un poco sobre su reino; una isla. Les comentó sobre sus hombres, su pueblo y poco más. Después, Judal y Anaan se retiraron a su habitación, se dieron un merecido baño por separado y se acobijaron bajo el agradable tejido de seda.
En ese lapso de tiempo, ninguno cruzó palabra.
Desde las palabras de Judal, Anaan había sido incapaz de soltar una mera palabra. Le dolía y no podía evitarlo. Recordarlo hizo que se humedeciera su almohada. Al menos, en aquella ocasión no lloraba por su cobardía... Ese fue su único consuelo.
Al día siguiente Judal se mantuvo en las mismas, perezoso y comilón, hasta que la noche cubrió la ciudad.
-Voy a salir – Así dijo abandonando el lecho de almohadas.
-Claro, es una excelente idea – Habló Sinbad sonriente – Os invito a tomar algo.
Y de ese modo, los cuatro caminaron bajo la luna casi inexistente, abrigada tras un panorama de nubes que se desvanecían al final.
Anaan caminaba tras Judal, arrastrando la mirada por el suelo, apenas viendo los talones desnudos de Judal; un capricho suyo, pues Sinbad le había regalado también un par de zapatos y él los había reclinado. Desde su infancia había caminado sin necesidad de ellos.
-Oh, ¡Judal-san!
Solo entonces, Anaan alzó la mirada. Sus ojos se abrieron estrepitosamente al toparse con el rostro del niño de trenza azul.
-¿Aladdin?
El niño daba saltitos frente al otro magi, el cual estaba lejos de compartir su misma emoción; o al menos visualmente.
-¡Anaan! – El niño brincó frente a ella.
Anaan sonrió cuando le tomó las manos. Su temor se había desvanecido hacía él; quizás porque era un niño.
-¡Estás bien! ¡Menos mal!
-Sí – Compartió su alegría y apretó suavemente sus pequeñas manos - ¿Y Ugo está bien? – Dirigió su mirada a la flauta.
-¡Sí! – Envolvió el instrumento con fuerza.
-Buenas noches – Sinbad se hizo notar.
-Oh, lo siento, Sinbad-san – Retrocedió un mero paso, dejando que se uniera a su círculo – Este es mi amigo, Aladdin – Indicó – Aladdin, este es Sinbad-san.
-Es un placer conocerte, Aladdin – Estrechó suavemente la mano del niño.
-Encantado.
Ambos compartieron una sonrisa repleta de amabilidad.
Anaan la sintió real por parte del niño, pero también pudo percibir un atisbo de duda en su mirada. ¿Él había sentido lo mismo hacía Sinbad?
Ese pensamiento lo regresó a él, a aquel poderoso hombre que se había portado tan bien con ellos. ¿Estaba mal sentirse de ese modo?
-¿Y Alibaba? – Cuestionó la muchacha.
La sonrisa en los labios de Aladdin se apagó tan pronto como lo mencionó.
-Él... Está bien – Articuló con cierta dificultad – Sí, está bien – Volvió a decirlo, como si tratara de convencerse a sí mismo.
-¿Le ha pasado algo al unicornio? – Judal se unió a la conversación, aunque nada parecía importarle el bienestar del rubio.
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Magi ~ Sístoles de Amor [Finalizada]
RomanceProcedía de una familia pobre, residía en un desecho de vivienda, pero, cualquier ser con ojos sería capaz de notar que había algo de diferente en él, y no solo por el baño de sangre que en sus orbes constaba. Existía mucho más en él. Judal, era ape...