Silver Tequila

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El rubio entro en la oficina, saludando a la mujer que reconocería hasta con los ojos cerrados.

Sin decirse nada, se saludaron con un asentimiento y una sonrisa, mientras le pasaba una hoja blanca y este apuntaba su nombre, dándosela de vuelta y mostrando sus perfectos dientes.

-No hay nadie, entra.- Señaló con sus ojos la puerta y le guiño un ojo, volviendo así a su computadora.

-Gracias.- Se acercó a la puerta y tocó dos veces antes de abrir, dejando ver a una mujer bastante atractiva pero de mayor edad. Tenía ojos azules, cabello azabache atado en una cola, un traje y zapatillas negras a juego.

-Lowell, ya era hora.- Saludó la mujer y tocó dos veces el sofá de a lado.- Toma asiento.

Se acercó al sofá de piel negra y dejó caer su trasero en el, mientras ponía una pierna sobre la otra y cruzaba sus brazos detrás de su nuca, poniéndose cómodo para una larga terapia.

-Hola, Margaret.- Dijo en un suspiro y una sonrisa.

-Cuéntame.- Cambio de página su cuaderno y sacó una pluma, apretando el botón de esta y recargandola en la hoja. Estaba más que preparada cuando el venia a sus terapias.

-Mis... amigas, las Jhonson.-La miró y esta asintió con un ligero "Uhmm", escribiendo algo en el cuaderno.- Bueno, en realidad no son mis amigas, solo nos separamos un rato por... temas, pero el punto es que, pues... en realidad me arrepiento por haberlas dejado y... que se hayan ido de esa manera y más, uhm... en las condiciones en las que estábamos.- Le costaba expresarse de manera sentimental en cada terapia, lo cual las hace aún más largas y más problemáticas cuando el se salia de control.

La psicóloga fue escribiendo mientras asentía y al final se quedó en silencio con la pluma a un lado, pasaron segundos y Lowell solo la miraba con esperanzas de que no preguntara sobre los "temas".

-¿Que temas?- Quiso agarrar un cuchillo y matarse en ese momento.

-Bueno... ¿Recuerda a Cristine, la chica de la que le conté hace unos años?- Margaret asintió y este se arrepintió al instante, pero era demasiado tarde, así que solo decidió omitir información.- Bueno, ellas y yo tuvimos una pequeña pelea con ella, nada grave, solo palabras.- Se acomodó en su sillón. El ya sabia lo que ella pensaba acerca de "las palabras".- Y, bueno, después de que se fue ellas me culparon y nos dijimos... cosas feas.- Se cruzó de piernas y jugueteo con sus manos, cabizbajo.

-Bien, es arrepentimiento.- El rubio asintió y vio de reojo como ella se acomodaba en su silla con estampado de cebra.- Son pocas las personas que no se arrepientan de nada de lo sucedido en su vida ¿Sabes? que no exista algún pequeño o gran aspecto que no desearan haber cambiado, que en algunos casos es bueno, ya que es signo de que, para ellos, la vida va bien, pero en otros casos es malo, ya sea por el egocentrismo o egoísmo de la persona. Todos hemos expresado en algún momento nuestro arrepentimiento por un acto o una circunstancia concretos.- Fue moviendo sus manos mientras hablaba, mientras el rubio escuchaba y asentía.

>>Pero, ¿qué pasa cuando vivimos del arrepentimiento de forma constante? Esto no es tan tratado dentro del mundo emocional en comparación con otras, como pueden ser la tristeza, la rabia o el miedo. Sin embargo, duelen más los actos de los que somos responsables y que han ocasionado dolor, que aquellos en los que habiendo tenido una oportunidad de hacer algo.
>>Las cosas que ya no tienen solución deben asumirse, y no obsesionarnos continuamente en imaginar cómo sería nuestra vida si hubiéramos actuado de otro modo. La asunción, la integración y la aceptación, son indispensables para avanzar y encontrar nuestro equilibrio.- Las nombró con los dedos mientras hablaba, terminando para escuchar la opinión de Lowell.

Secrets of a Sin_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora