Secrets of a Sin_

I'm weak ...

-¿Padre?¿Madre? E llegado...- Rayan entró con sumo cuidado a su casa y dejó su mochila en el sillón, dirigiéndose a la cocina por un poco de jugo de manzana.

-¿Rayan, eres tu?- Una hermosa y bien cuidada cabellera azabache bajo las escaleras. Llevaba puesto un vestido de noche y se venía poniendo broches para el cabello mientras sus altos tacones hacían eco por el piso de mármol que cubría el suelo de la casa.-Tu padre y yo saldremos.- Sus palabras fueron frías y no reflejaban ni una sola pizca de emociones a no ser por indiferencia o ignorancia.

-¿Terminaste los deberes de la escuela, Rayan?- Una voz masculina resonó por toda la casa. Un hombre de pelo corto color café entró por la puerta del enorme patio, guardaba una cajetilla de cigarros en su bolsillo, mientras expulsaba humo y se adentraba en la cocina, buscando un vaso de agua.-Recuerda, necesitas entrar a una buena universidad...

-...Para poder salir adelante al igual que ustedes, si, ya me se el discurso.-Terminó su hijo por él, dejando el jugo en el lava trastes y rodando los ojos, irritado por el comportamiento de su "perfecto" padre.-Olvidas el pequeño detalle de que tu hijo ya se graduó.- Soltó la última palabra con sarcasmo y tomo su mochila.-Pero claro, siempre tan ocupado para tan siquiera revisar por una puta vez mi calendario escolar...

-Thomas...-Su madre trató de tranquilizar a su esposo, pero este ya se encontraba tomando del cuello de la camiseta al chico para darle una de esas "lecciones" tan recurrentes.

-Escuchame bien, niño.-Su tono reflejaba el enojo y la arrogancia.-Si tu sigues en esa miserable escuela es gracias a mi dinero y a la influencia de tu madre sobre mi, por que si por mi fuera, ya estuvieras en un internado muy lejos de aqui.- Rayan simplemente se dedicó a mirar a un lado para no tener que verle a los ojos. El en realidad, era la única persona a la que le tenia miedo.- Así que lo mínimo que puedes hacer es obedecer, seguir mis reglas, respetarme... ¿Entiendes?

Al castaño se le resbalo una lagrima por la mejilla, llegando a su barbilla y finalmente cayendo en el piso de mármol. 

Un piso de mármol.

 El y su familia podían darse ese lujo y muchos otros, como tener miles de joyas, miles de carros, miles de personas para encargarse de la casa. Sin embargo, ninguna de esas cosas o personas podían darle el amor que él aseguraba no tener, el cariño que no le otorgaron y el tiempo que sus dos padres no le pudieron dedicar.

Su padre, al ver que no respondía, lo zarandeo una vez con fuerza.

-¡¿Entendiste?!- Sus ojos mostraban ira, odio y hasta puede que satisfacción al ver como su hijo asentía con la cabeza y derramaba otra lágrima al ver la sonrisa que se le había formado en el rostro a la persona a la que ha estado llamando padre durante dieciocho años.

Finalmente, lo apartó con fuerza, haciendo que se tambaleara, para después acomodarse el esmoquin y peinarse un par de veces frente al espejo que se ubicaba en la pared de la sala.

El azabache volteo a ver a su madre, quien se encontraba tomando de una copa de vino, mientras veía la escena con una ceja alzada, como si eso fuera lo más normal del mundo, luego se paró e imitó la acción de su esposo frente al espejo y se despidieron de su hijo, que se encontraba en el piso con las rodillas pegadas al pecho.

-No nos esperes despierto, hijo.- Su madre salió por la puerta principal.

-Oye, hijo.-Su padre se acercó a él y le levantó la barbilla con un poco de fuerza.- Eres un Bennet, debes de levantarte aun cuando estas en lo más bajo, no me decepciones ¿De acuerdo?

El solo asintió y el de mayor altura se despidió de él con un asentimiento de cabeza y el azabache se levanto de su lugar para ir a su habitación y hacer la maleta entre lágrimas.