I was waiting for you

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<< Hoy es triple actualización, por lo que antes de leer esta vaya a leer la anterior por si Wattpad les avisó de esta y no de la anterior. En unos momentos subire la tercera uwu.

-Entonces deberías hablar con el, así de simple.- Se agachó debajo de su cama, pero no encontró nada.- Dile que se lo dirás pero que tiene que olvidarlo por que tu no sentiste nada.

-¡No puedo! Hablar con el me... me da vergüenza.

-No seas mamon.- Buscó en el bolsillo trasero de uno de sus pantalones.- No tenemos doce años para estar con esas tonterías, enfrenta tus problemas al igual que el hombre maduro y heterosexual que eres.- Buscó en otro par de pantalones, dando con la cajita de cartón. Bingo.

Sacó un cigarro y lo encendió, no sin antes abrir la ventana de su cuarto.

-A ti no... te gustó ¿Verdad?

Silencio al otro lado de la línea.

-Yo... no, a mi no me gustó. Ni siquiera estaba consiente, recuerdalo.- Ella asintió, notando que trataba de convencerse más a el mismo que a ella.

-¿Estas seguro? Digo, si necesitas tiempo para pensarlo...

-Estoy noventa y nueve por ciento seguro de mi heterosexualidad, Paige.

-¿Que pasó con el uno por ciento?- Dio una gran calada y la dejó salir.

-Froy Gutierrez, Duh.- Ambos rieron.

Después de hablar un rato sobre temas triviales, ambos colgaron y se fueron a dormir.

-¡Yo no quiero ser como tu, seré mucho mejor de lo que todos piensan!- Estaban en el bosque, Cristine gritándole con todas sus fuerzas.

-Haz lo que quieras, Cristine, puedes quitarme mi "corona" y autoproclamarte la reina del pueblo.- Se acercó a ella paso lento.- Solo ten en mente una cosa.- Cuando estuvo frente a ella, se inclinó unos centímetros hasta su oreja.- Yo siempre estoy dos pasos adelante.- Una cínica sonrisa se asomó por sus labios, transmitiendo miedo, furia e impotencia través de ella.

Volvió a acomodarse y dar pasos hacia atrás.

-Llegará el momento en el que no puedas con la tormenta.- Con la cabeza baja, ella habló.- Llegará el momento en el que destruirá todo tu alrededor, incluyendo a tu familia y amigos. Esa corona no te la quitaré yo, te la vas a quitar tu sola.

Paige la miró profundamente con ternura.

-Querida, Entiendelo.- Sacó un cigarro y un encendedor de su bolsillo, lo prendió y dio una profunda calada a este.- Yo soy la tormenta.

Despertó

Estaba sudando frío y su respiración era entrecortada.

De reojo, vio como alguien se cierne rápidamente y la toma del cuello, estampandose contra la pared. Mientras trataba de quitar esas pesadas manos de su cuello, él habló.

-Ella tenía razón ¿cierto?- Hubo unos dos segundos que parecieron eternos donde simplemente la miró, admirando cada facción de su cara, para después dejarla caer en su cama, haciéndola toser como loca.- Tu misma te quitaste la corona. Tuviste todo a tus pies, pero ellos dejaron de verte como alguien superior, dejaron de quererte como lo habrían hecho con ella si siguiera con nosotros.- Su tono de voz era como el de alguien emocionado, excitado... Siguió caminando de un lado a otro, observando bien su habitación, cada centímetro de ella.

A Paige la invadió la furia, acompañada de un deseo incontrolable de demostrarle que se equivocaba, algo parecido a un golpe de impotencia o adrenalina, sintiendo su sangre arder y sus puños apretarse.

Otra vez estaba perdiendo el control.

Se levantó de la cama de un salto, tirándolo al suelo mientras luchaban por ver quien era el más fuerte.

Paige trataba de quitarle la máscara, pero era imposible por la aparente presión que esta proporcionaba contra el rostro del contrario.

El enmascarado la tomó de ambos brazos, sentándose a horcajadas encima de ella.

En un movimiento rápido, ella fue la que estuvo encima de él, golpeando varias veces su nariz hasta que él pudo librarse de su agarre, dirigiendo sus manos a su nariz.

Ella tomó su trofeo de porristas que había ganado unos años atrás, era de metal y tenía cuarzo por las partes de abajo.

Lo estampó en su espalda, haciendo que su garganta dejara escapar un pequeño grito casi instantáneamente, revolcándose en el piso mientras trataba de levantarse. Lo volvió a golpear, pero esta vez con un poco menos de fuerza y en su cara, dejándolo casi inconsciente.

Se volvió hacia él mientras sujetaba su cara, viendo como el líquido rojo salía por la parte de abajo de su máscara.

El era diferente a los demás.

Parecía más joven por la falta de habilidades que aparentemente todos los enmascarados tenían. No era el más fuerte pero tampoco el más débil.

-Vas a decirme con exactitud quienes son ustedes y que quieren de nosotros.- Una voz seria, profunda, dura, capaz de causar terror y pesadillas a cualquiera por las noches, como la de un psicópata era la que salía por su garganta.

Él negó con la cabeza, devastado.

-¿No vas a cooperar?

El volvió a negar.

-Bien. Supongo que lo haremos a mi manera.- Lo tomó de la cintura y lo cargó en su hombro, bajando las escaleras de su casa y abriendo la puerta principal, tomando las llaves de su coche que se encontraban en la mesa del comedor.

Aún descalza, abrió la puerta trasera del mustang negro y lo sometió en el, regresando a la casa por un par de zapatos y su celular.

Al entrar a la casa, el estaba ahí.

-¿Quien era el?- Preguntó con su hermosa voz inocente, dejando escapar unas lágrimas de los ojos de Paige. Lagrimas de dolor.

-El...- No sabia que decir ¿Cómo iba a mentirle a él? ¿Cómo iba a mentirle a la única persona a la que había amado hasta el momento?

-Paige, yo... Puedo llamar a mamá si estas en problemas.- Fue caminando hacia atrás lentamente, con cara de terror y poniéndose a la defensiva con su propia hermana.

El sabía que su hermana tenia problemas, pero no se imaginaba de lo que era capaz hasta ahora.

-No, yo... Nolan, tienes que creerme.- Se acercó a él y se agachó frente a él, provocando que al chico se le pusiera la piel de punta.- Yo no estoy en problemas, pero es importante que mamá no sepa de esto ¿bien? ¿puedo confiar en ti?

El asintió

-Lo siento ¿De acuerdo? No mereces esa carga, pero...- Nolan también empezó a llorar.- Creeme que no hay cosa que yo no he hecho que no sea por tu bien. Tu lo eres todo para mi y siempre será así.

El volvió a asentir.

-Voy a volver antes de que amanezca, luego por la mañana iremos a Sweet Dreams por una gran malteada de chocolate ¿Si? Solo tu y yo. Ahí te explicaré todo.

La abrazó con fuerza, mientras lloraban.

-Te quiero, Paige.

-Yo mas, niño.

***

-Bien, llegaré en unos minutos.- Colgó y se dirigió a su armario, buscando una sudadera y unos shorts limpios.

Al salir de su habitación, cerró la puerta sin preocupaciones, viendo de frente a la última persona que querría ver.

-¿A dónde vas?- Su voz no era como alguien que acababa de levantarse, así que confirmó su sospecha al ver que todavía tenía su traje puesto.

-¿Que te importa?- Estaba dispuesto a seguir su camino, pero fue interrumpido por el otra vez.

-Oí que Paige estuvo en mi bar el otro día.- Una sonrisa se asomó por sus labios y aflojó su corbata entre quejas.- Tú también estabas.

-Si ¿Y?

-¿Algo que deba saber?

-No te metas en mi vida social, Tyler.- Le advirtió con asco mientras se acercaba a él, amenazante.

-Tu sabes que piensan madre y padre de ella.- Tomó un trago de la botella de alcohol en su mano derecha, cruzándose de brazos.- Ella será mi esposa y tu no estas en mis planes.

-Haz lo que quieras, Tyler. Yo no siento nada hacia ella.

-Mas te vale, Lowell.- Lo ultimo fue con un tono duro y serio, como si le estuviera hablando a cualquier persona menos a su hermano.- Buenas noches.

-Lo que sea - Salió de el lugar y subió a su auto para dirigirse al mismo lugar que ellos.

Estar con su hermano lo irritaba, por lo que tendría que salir de ahí antes de que hiciera algo de lo que podría arrepentirse.

***

Tocó el timbre un par de veces y después de esperar unos segundos, Carmen abrió la puerta, quien lo miró con ojos rojos y expresión cansada, su cabello atado en una coleta. Se recargo contra el marco de la puerta.

-¿Estas listo?

Asintió con su cabeza.

-¿Tu lo estás?- Preguntó el de regreso.

-No.- Ambos entraron a la casa, donde ya se encontraban Rayan, Matthew y Paige.

En otras condiciones, esto hubiera sido motivo de felicidad para todos los que estaban ahí, comiendo palomitas y viendo cualquier película de Netflix mientras reían.

Pero esos tiempos acabaron hace más de dos años.

Había un hombre sentado en una silla, al parecer inconsciente.

-Te estábamos esperando.- Él se acercó a la pelirosa, y cuando estuvieron frente a él, le quitaron la mascara.

Elliot Miller

Iba con ellos en la misma escuela, reconocido por ir en el club de robótica y ser uno de los "Hackers" de esta.

-Elliot.

-Paige.- A través de su voz se notaba su cansancio, pero su cara era todo un poema.

Un ojo morado y uno con sangre alrededor, su nariz escurriendo el líquido rojo como si de un río se tratase, uno de sus labios estaba partidos y habia varias cortadas alrededor de su cara.

-¿Qué hacías en mi casa?

Silencio.

-¿Que hacías en mi casa?- Preguntó más fuerte.

Más silencio.

-Bien.- Se levantó de su silla y se dirigió a al baño.

Abrió el espejo y busco con la mirada entre las pastillas y maquillaje que había en este, encontrando el frasco transparente que quería.

Cerró la puertita y vio su reflejo.

Alguien enferma... vio a alguien enferma.

No lo veia, mas bien lo sentia, lo percibia... había un brillo en sus ojos, uno que hace mucho tiempo no veía y no esperaba volver a ver.

El tipo de brillo que sabía que no debería de tener por que alejaba a Nolan de ella, alejaba a su madre, alejaba a Matthew, alejaba a Rayan, Brook y Lowell, pero más que nada, no le permitía estar cerca de ellos.

Caminó de regreso a la sala, con el bote de alcohol en su mano y un cuchillo de la cocina en la otra.

Tomó sus muñecas y las ató a los lados de la silla, dejando libre de su codo para abajo.

-Una oportunidad más.- Habló Carmen.- Dinos que pretenden.

-Nunca hablaré.- Declaró, y una sonrisa psicópata apareció e sus labios

Se voltearon a ver entre sí, pero Piage ya había enterrado y movido el cuchillo contra la piel de Elliot. Abrió la botella transparente, arrojando a un lado el tapón de ésta para luego verter el líquido en las heridas del chico, que se desgarraba la garganta gritando mientras veían la manera en la que sus lágrimas recorrían toda su cara hasta caer en su regazo.

-¿Vas a hablar?- Dejó la botella de lado y se cruzó de brazos, esperando una respuesta de su parte.

-Ella no debió morir- Sus ojos estaban rojos de tanto llorar, la cabeza le dolía y probó el sabor metálico de su sangre mientras sonreía cansadamente.- pero... eran iguales.- Cerró sus ojos fuertemente por unos segundos mientras trataba de calmar su respiración, luego volvió a sonreir.- Todos tenemos secretos, los enmascarados éramos uno de los suyos.

-¿Que quieren de nosotros?- Preguntó Brook, que trataba de no mirar la escena, ya que le causaba repugnancia ver su cara.

-Su muerte.- Empezó a reír alocadamente, lo que hizo enfurecer a Lowell.

-¡Dinos quien mierda son ustedes!- Gritó, sobresaltando a todos, hasta a si mismo.

-Ella por fin tendrá la corona.- Todos callaron ante su declaración.- ¿Que estoy diciendo? Ella la tuvo desde que llegó a este lugar.- Su risa era lo único que se oía en toda la casa, haciendo eco en las paredes.

Lowell se acercó y lanzó un golpe a su mandíbula, lo cual lo dejó casi inconsciente. Lo tomó de la barbilla con fuerza y lo hizo mirarlo a la cara.

-¿Quieres morir?

Todos voltearon a verlo rápidamente.

-¿Quieres morir?- Preguntó más fuerte.

-No le tengo miedo a la muerte... solo vivia para asegurarme de que Cristine ganara, y ya lo hizo.

Y ahí fue cuando la delicada línea entre la cordura y la locura desapareció para Lowell, que lo empezó a golpear a lo estúpido, los demás viendo con dolor la escena, oyendo la piel de la cara de Elliot rebotar contra la de los nudillos del rubio, que esta vez, su cara era la de la sonrisa.

Pasaron varios segundos, puede que hasta minutos cuando Matthew habló:

Dos...

Cuatro...

Ocho...

-Lowell, es suficiente.- Habló con suficientemente fuerte para ser escuchado, pero el rubio no paraba, al contrario, seguía lanzando golpes aún más fuertes.

-¡Lowell, ya para!- Carmen perdió la paciencia tres golpes después, gritando con lagrimas recorriendo sus mejillas hasta su mentón.

-¡Paige! ¡Lo va a matar!- Rayan gritó en dirección a la pelirosa en busca de ayuda, pero ella ni se inmutó, simplemente se quedó quieta esperando, sin saber exactamente qué.

-Suficiente.- Lowell paró de un segundo a otro tras la orden de un cuerpo femenino detrás de él, con una voz dulce de película.

Automáticamente miraron hacia atrás, algunos llorando, otros asustados y otros... satisfechos.

Un cuerpo de modelo, una melena café clara y unos ojos grisáceo fueron los que recibieron a sus ojos, que miraron con cara de sorpresa, o más bien, terror, en especial la de Lowell, que era todo un poema.

-Empezó la diversión.- Un chico detrás de ella, que se dejó ver después de unos segundos, habló con una ronca y profunda voz. El era alto, su cabello era color ámbar y sus ojos eran verdes oscuros, a juego con la camisa que tenia puesta.

-Los estaba esperando

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N/A: Hola chikibeibi ;)

¿C0m0 T3 Qu3d0 3l 0j0?

~S

Secrets of a Sin_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora