Hospital Attack

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-Lowell...- Dijó la chica entre lágrimas, mientras se aferraba a él y le arrugaba la camisa.- No me dejes, porfavor.- Tenía la voz aguda y se podía notar el miedo en ella. Ya muchas personas la habían dejado y no necesitaba que otra más lo hiciera, aunque fuera una de las personas que más odiaba en el mundo.

-Shhh... No te voy a dejar.- El rubio acaricio su cabello y la abrazó con fuerza, aún asustado por lo que acababa de pasar, estaba muy confundido ¿Ese era el mismo tipo que había matado a las gemelas? Descarto la idea de inmediato, ningún asesino era tan estúpido como para seguir en la escena del crimen aunque fueras el mejor de todos. ¿Que le estaba haciendo a Paige? ¿Abuso de ella?

El tobogán de piojos se levantó con la chica en brazos, caminando con ella hasta llegar a donde se encontraban las autoridades y enfermeros, para que pudieran brindarle atención médica y despues poder llamarle a sus padres.

Paige estaba pálida y trataba de no cerrar sus ojos gracias a la pérdida de sangre causada por el hombre de voz grave.

-Lowell...

-¿Si?- Respondió.

-El habló sobre... sobre Cristine.- Las lágrimas volvieron a hacerse presente cuando éste paró de caminar y la miró con los ojos muy abiertos, reflejando... ¿Terror? ¿sorpresa? No había escuchado ese dichoso nombre desde hace rato.

-Cristine...- Dijo para sí mismo, pensando en todo lo que había pasado hace apenas un año, casi dos.- Vamos a decirle a los demás... ¿Verdad?- Trato de no mirarla a los ojos, sabía que si lo hacía estallaría en lágrimas. Ella y Cristine tenían más cosas en común de lo que imaginaban.

-Claro, pero antes necesito una cerveza.- Rió por su propio chiste y se estiró en los brazos del chico, que todavía la tenía en brazos mientras esquivaba rocas y ramas, trataba de ir rápido pero el peso de la chica era suficiente como para ir a un paso un poco lento.

Minutos de caminata después, llegaron a la cabaña de la chica, que después de casi una hora con cuarenta minutos, seguía siendo inspeccionada por los policías una y otra vez. Aun no encontraban nada.

-Paige ¿Ya puedes caminar?- La pelirosa no respondió.- Paige...- La sacudió un poco.- Paige... ¡Joder, responde!- Gritó, llamando la atención de otras personas, entre ellas Rayan, Benjamin y Carmen. 

No tenía evidencia de que había sido atacada por otra persona, si la veían en esas condiciones y en sus brazos, pensarían que él fue el culpable y, aunque suene egoista, solo se preocupaba por eso.

-¿Que cojones le pasó?- Preguntó alterado el azabache, mientras le daba pequeños golpes en la mejilla para despertarla.- ¡¿Paige?!

-¿Que estabas haciendo con ella?- Preguntó la rubia, con asco y confusión tanto en su tono de voz como en su expresión, derramando aún lagrimas por los ojos. Su rimel y pintalabios estaban por todas partes y no le podía importar menos.

Lowell se paró, con la chica en brazos, mientras el castaño veía su brazo, que derramaba sangre... mucha sangre.

-Hay que llevarla al hospital, ahí la atenderán mejor.- Todos corrieron y entraron a la enfermería, entre gritos y lágrimas para que pudieran reanimar a su amiga.

Judith se acercó, preguntando qué había pasado entre sorpresa y confusión. 

Después de contarle que había sido atacada, simplemente soltó un "Mierda" y la llevaron a una sala, donde le midieron el pulso, le vendaron el brazo y afirmaron que seguía con vida, pero en condiciones no muy buenas por su pérdida de sangre.

Todos soltaron un suspiro y se sentaron en las pequeñas sillas al lado de la puerta. Se encontraban Benjamin, Matt, Rayan, Carmen, Brook y... Bueno, el cuerpo de las gemelas seguía en la cabaña.

-Dos putas perdidas esta noche... joder, me volveré loco.- El de cabellera color miel se paró de su lugar y camino de un lado a otro, mientras pasaba las manos por su cabello y suspiraba pesadamente, sintiendo sus ojos cristalizarse.

-No fueron dos, Paige sigue viva, Benjamin.- El rubio le recordó y este asintió, con los ojos cerrados, mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla.

El podía parecer un acosador de primera y, en ocasiones, un poco intimidante, pero bajo esa máscara era una persona que se preocupaba por los demás y hasta podía llegar a amar con todo su ser.

-Eso no quita la importancia a una de las muertes, Idiota.- Matthew puso cara de asco y pasó las manos por su cara, con frustración.

Su tono de voz era frío y de acusación, como si de alguna manera pudiera hacer que toda la culpa cayera sobre él, cuando en realidad sabía que no podía.

-Relájate, amigo. Yo no te hice nada.- Le respondió de la misma manera, mientras se paraba y daba una paso en su dirección, con tono amenazante y los puños apretados, a punto de lanzar un gancho izquierdo a su oponente.

-Oh, pero a Paige si ¿Verdad?- Se levantó de su asiento, al mismo tiempo que los demás.- ¿En serio crees que me creeré la historia de "La encontré ahí tirada desangrándose"? Tu no eres un héroe, Lowell.- Escupió su nombre como si de veneno se tratase.- Tu eres igual de villano que todos nosotros aquí, así que no vengas a...

Lowell lanzó un golpe, dándole en la mandíbula al castaño.

No podía creerse todo lo que había dicho, pero mas que nada lo hizo porque sabía que tenía razón, al igual que Paige una semana antes, en el camión.

Secrets of a Sin_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora