Prólogo

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~«…»~

Si mis recuerdos no fallan, tenemos más cercanía de lo que podrías imaginar, y pensar que antes éramos uno, la misma acalorada sensación cubre mi cuerpo con sólo pensarlo pues no te considero un hermano, tú eres parte de mí, desde que nací, te tenía en brazos, estabas a mi lado; maldigo la vez en que te tomaste como independiente, no amor, nunca escaparás de mi.

~«…»~

¿Pensaste que esto era posible?
¿Ves tu incapacidad de ver buenas opciones?

La Confederación fue un terrible error, me subestimaste partiendo me a la mitad, no, Chile y Confederación Argentina colaboraron en esto pues no era la forma de unirnos.

~«…»~

Tu anexión debía de estar hecha, pero te opones, ¿Por qué no lo ves? ¡Somos iguales! ¡Debemos ser uno o todos nos lastimarán! Es más se aprovecharan de tí, y tus gobernantes no están hechos para mandar, son inexpertos, mira que regalar un extenso territorio por un caballo blanco, no puedes ser independiente ¡No puedes! necesitas mi ayuda.

Por que eres mío...

Sólo mío...

~°~**~°~

El bicolor cerró su cuaderno, con una sonrisa en su rostro terminó mirando al culpable de todas sus emociones más oscuras que debían de ser cubiertas, como un secreto.

Tal vez era tiempo de enviarle las pequeñas cartas que hasta ahora elaboraba en su momento de inspiración, lo cual sucedía cada vez que lo veía.

Esos sentimientos tan confusos al pasarle mirada. Tan confusos y placenteros al mismo tiempo.

No era lo mismo con Ecuador, así que no era por sólo territorio perdido, lo supo muy bien. Era un sentimiento prohibido, pintado con esa vil excusa.

—Es hora de jugar contigo, mi amado Alto Perú~

Pues sí, su amabilidad era una simple máscara.

¿Quién sospecharía del gentil Perú?

—De todos modos el juego sería entretenido. Hasta que llegue la última nota.

¿Podría descubrirlo a tiempo?

Mi Territorio, Mi PropiedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora