19 «Última nota»

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El juicio con todo al día se iba a dar para mañana desde temprano.

Al estar todo en orden y haber tardado la mayor parte del día con eso, tuvieron que despedirse como ya era costumbre, llevando al boliviano a su hogar.

En tanto la caminata y su conversación era tranquila e incluso divertida, hubo la falta de estrés en ambos compartiendo como nunca antes, ahora que sus problemas se habían ido.

El problema vino para uno de los dos, internamente estaba en un conflicto por la decisión de declararse al pequeño tricolor.

Podía ocultarlo bien, y como fue su promesa debía de demostrar su sentir al terminar el gran problema.

Lo había practicado desde hace mucho, reiterada veces que podía decirlo de memoria evaluando cada respuesta. ¿El error? Nunca pensó que todo esto podría desvanecerse precisamente ahora, que era el momento.

¿Por qué es tan complicado enamorarse?

—Gracias por todo Chile, en verdad te lo agradezco —habló al quedar en su puerta, sacando de sus pensamientos al nombrado encontrándose con la oportunidad, comenzó a tener terror.

—E-espera —fue involuntario, pero algo le decía que tenía que hacerlo ese momento.

—¿Uh? —volteó a verlo.

—Y_yo solo quería saber si pues... si tú querí.. e, ehm, s_si nosotros... pues tú y_yo weon... es que.... —comenzó a balbucear.

—¿Chile? —se le iba a acercar pero fue detenido con una mano alzada frente suyo.

El de parche bajó la cabeza, el sonrojo pudo con él y se meció victorioso.

Bolivia de repente le pareció tan lindo que verse como un idiota incluso podría provocar su odio otra vez a su persona.

Tantas situaciones que comenzó a sofocarlo.

—N-no importa, lo olvidé, mejor te lo digo mañana po' —y sin decir más y con nervios a flor de piel se retiró rápidamente, sin siquiera volver a verle.

—¿Qué le habrá pasado? —extrañado tuvo que ingresar a su hogar, nunca vio a algún country reaccionar de esa manera, pensó que iba a tener alguna convulsión.

Su hogar estaba vacío, las habitaciones quedaron sin sus dueños porque sus hijos tuvieron que viajar hace una semana, cada uno con su gente. Sus problemas internos por ahora seguían, pero no eran lo suficiente como para arruinar su buen humor.

La casa la tendría sola por unos meses.

Al fin, todo había acabado, con una sonrisa sus ojos cayeron en una fotografía, estaban él y Chile, lo había pegado en una pared al considerarlo un empiezo, era una fotografía desde que empezaron a conocerse.

Con una sonrisa boba, acarició un poco la foto.

Ya dispuesto a alistar todo para la declaración del día siguiente, se dirigió a la computadora, poniendo en orden los mensajes para guardarlos en un flash y ser entregados inmediatamente.

Todo estuvo normal y tranquilo, hasta que su computadora le notifica por un nuevo mensaje.

Su cuerpo se paralizó al leer el remitente, privado.

Sus dedos se mueven para leerlo.

📩◽◾ Mensajes recibidos ◾◽📩

[22:45]
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¿Qué molesto, no?
Chile se entrometió mucho en tu vida, al menos se dio cuenta del tonto de Paraguay.

¿Vez que necesitas a alguien amor? Pero no Chile, tú no puedes pertenecer a alguien que no sea yo.

Bolivia, eres débil y muy ingenuo.

~{…}~

Esta fue tu última nota amor

Si mis recuerdos no fallan, tenemos más cercanía de lo que podrías imaginar, y pensar que antes éramos uno, la misma acalorada sensación cubre mi cuerpo con sólo pensarlo pues no te considero un hermano, tú eres parte de mí, desde que nací, te tenía en brazos, estabas a mi lado; maldigo la vez en que te tomaste como independiente, no amor, nunca escaparás de mi.

~«...»~

Tu anexión debía de estar hecha, pero te opones, ¿Por qué no lo ves? ¡Somos iguales! ¡Debemos ser uno o todos nos lastimarán! Es más se aprovecharan de tí, y tus gobernantes no están hechos para mandar, son inexpertos, mira que regalar un extenso territorio por un caballo blanco, no puedes ser independiente ¡No puedes! necesitas mi ayuda.

Por que eres mío...

Sólo mío

_{…}_

Se separó del ordenador, cubrió su boca en pánico y horror, no podía creerlo.

—P-perú...

Rápidamente reaccionó, dando media vuelta para correr y buscar a Chile, no debería de estar muy lejos, pero no pudo dar un paso por chocar con alguien.

Cayó al suelo y elevó la mirada.

Sus brazos tiemblan, sus piernas no responden y su respiración aumenta.

La silueta se acerca, feliz de su presa.

—N-no... ¡¡AYU- HMMP!! —una tela cubrió su boca por completo.

Sólo fue cuestión de un par de minutos... Sus movimientos de lucha y pataleo comenzaron a apaciguarse hasta aflojar su cuerpo en completa calma de un muerto, estaba dormido.

—Te dije que no te juntaras con el chileno.

Tomó al boliviano entre brazos.

Por fin era suyo.

Su amado territorio.

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Se escucharon toques llamando la puerta.

Mi Territorio, Mi PropiedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora