10 «Nueva compañía»

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—No tienes por qué hacer esto —bufó.

—Sí que lo tengo que hacer —sonrió ganándose una mala mirada del tricolor.

Ambos ingresaron a la institución y continuaron así hasta llegar al lugar del boliviano para depositar sus cosas y donde como siempre, habría una carta.

Bolivia lo abrió lentamente nervioso, pero luego de un momento de búsqueda miró al chileno extrañado.

—No está —señaló, Chile se aceró y definitivamente no había ninguna carta ese día. Frunció el ceño.

—¿Crees que haya parado por fin? —cuestionó Bolivia desconfiado y levemente esperanzado.

—No lo creo —algo no estaba bien.

La jornada de la mañana pasó con normalidad, por fin fue la hora del receso, cual escuela, tuvieron permitido de salir.

Pues claro, ONU estuvo al tanto de los escapes de algunos sudamericanos o en ocasiones, tratando con alumnos de México; saltar por las ventanas ya no era un buen plan decidiendo una pequeña pausa.

Suficiente tenía con los que sí se rompieron algo.

Bolivia se quedó en un sitio tranquilo, cerca había un pequeño parque, todo de un hermoso verde y sus tonalidades incluyendo coloridos rosales que lo rodeaban dando un ambiente de paz en su interior, sacó una sonrisa por ello.

En su mente olvidó todo por un momento, un pequeño momento que en verdad aprovechaba cada vez que lo veía.

Chile se sentó a su lado.

—Extraño esto —habló de repente el más bajo.

—¿Hm? —cuestionó por tener un pedazo de pan en su boca como merienda.

—Así se veía el Amazonas.

Luego de unos minutos, regresaron a las tediosas horas de reunión.

Al anochecer, tuvieron que despedirse, no hubo otra carta a su regreso al casillero, lo que tranquilizó al boliviano.

Ya en casa, Bolivia se quedó meditando otro rato, últimamente es en lo que perdía tiempo ahora.

Compartió sus temores con Chile, al que hace unos días odiaba por incluirse en su vida y seguir sus consejos pese a ser consciente que era lo mejor.

Suspiró agotado, sus pequeños de seguro ya estaban dormidos, en el transcurso de estas reuniones los había descuidado, pero La Paz, Chuquisaca y Santa Cruz solían controlar la casa.

Supo que lo hicieron bien ya que no se topó con las quejas de los demás departamentos como era costumbre.

«Mañana tendré que disculparme con ellos», pensó.

Antes de irse a dormir, su computadora frente a su cama se prendió, un nuevo mensaje por correo.

Extrañado se acercó, juraba que si era de nuevo el guarayo que tiene como jefe iba a...

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Hola preciosura, lamento decepcionarte esta mañana pero aquí está mi mensaje que tanto esperabas.

Es hora de contarte mi juego.

Mi Territorio, Mi PropiedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora