20 «Impotencia»

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El chileno se encontraba devuelta en la puerta de la casa del tricolor, hace unos minutos volvió, aún con la respiración agitada por la tremenda corrida se recompuso lo mejor que pudo.

Durante su camino, pudo reflexionarlo mejor, dejó de lado sus miedos y como olvidó todo su plan de declaración decidió decir todo lo que se le viniera a la mente, de esa forma podría demostrar sus sentimientos y rezaría no arruinarlo, pero estaba dispuesto a declararse.

Ya calmado y preparado, tocó un par de veces la puerta, eran suaves toques, al no contestar llamó al boliviano, pero, nada...

Al pensar que estaba dormido por ocupar todo el día en la detención, se dispuso a dar media vuelta.

No obstante, otra cosa llamó su atención, dio vuelta al escuchar algo caer y quebrarse contra el suelo, junto a unas pisadas apresuradas acercándose, tirando todo a su paso.

—¿Bolivia?

Comenzó a golpear más fuerte la puerta.

—¡¡Chile, ayuda!!

—¡¡Bolivia!! —lo reconoció, comenzó a intentar tumbar la puerta, estaba cerrada desde dentro.

Ese mal presentimiento se intensificó, y la impotencia carcomía su ser.

Imaginó haberlo salvado.

¿Por qué ahora estaba tratando de hacerlo?

¿Falló?

—¡Bolivia resiste! —tumbó la puerta por el último impulso.

Entró, y se encontró con el desastre, las fotos de las paredes estaban por los suelos y los muebles de la misma manera.
Recorrió la casa en busca del boliviano, escuchó el grito cerca de la puerta, pero no había ningún rastro de este.

Llegó a la habitación, no cambió el aspecto más que una computadora en el suelo apagándose.

¿Cómo pudo escucharlo?

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En último momento, Bolivia se soltó de los brazos de su hermano, no, del secuestrador al fingir efecto del somnífero.

Tratar de escapar de él y sólo apenas alcanzar la puerta que lo separaba entre su escape y un secuestro, ver la puerta totalmente bloqueada sólo aumentaron sus lágrimas de impotencia.

Nunca pudo ser lo suficientemente fuerte, siempre tuvo que depender de alguien más.

El tiempo no alcanzó para ambos.

Un golpe tras la nuca pudo callarlo.

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Chile desesperado y por no hallar rastro más que una ventana rota, sólo pudo llegar a pensar en una posible ayuda.

Fue con la ONU.


N/A:
Próximo capítulo: 13 de diciembre.

Mi Territorio, Mi PropiedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora