Aquéllo no solo era incómodo, si no también intrigante.
¿Quién de los dos debía ser quién rompiera ese tortuoso silencio primero?
Cierto es que para DongHyuck fue sorpresivo encontrar a un Mark pálido, ojeroso, y con una delgadez tan repulsiva reflejada en sus claviculas que creyó que si ponía algo de presión sobre sus huesos, estos se quebrarian. Se negaba a creer que sus hyungs lo hubiesen abandonado así.
Pero, por otro lado, no sonaba muy descabellado pensar que había sido el propio Mark quien eligió llegar hasta ese deplorable estado en tan pocas semanas. Gracias a sus discusiones, no pudo estar lo suficientemente cerca para observar, y mucho menos impedir esos cambios.
Una reconocida punzada de culpa invadió su pecho.
Mientras tanto, en su silencio fúnesto, Mark no daría a conocer la existencia de una gran pared de hielo que ahora los dividía. Sabía que esta no solo era visible a sus ojos, probablemente DongHyuck también era capaz de verla, pero eso no le impidió al mencionado comenzar a avanzar.
Sus pasos lentos, premeditados uno tras otro hacían mella en el corazón del rubio, quien, con gran pesar, no pudo evitar esconder el rostro entre sus manos para que DongHyuck no lo viera así.
Vulnerable, dolido, y deseoso de una reconciliación que creyó imposible pudiese suceder.
Hizo una pequeña rendija con los dedos para evitar perder de vista las acciones del pelirrojo, que no tardó en sentarse un par de centímetros de distancia de él, procurando darle su espacio. La profunda respiración que le siguió pusieron todos los vellos del cuerpo del rubio en punta, estando seguro de que comenzó a temblar.
— Lamento haberme enfadado tanto. — murmuró, apartando la mirada hacía otro sitio de la habitación.
De repente, sus latidos se sintieron pesados.
— Te dejé solo con todo esto. — dijo. — Sé que esperabas que estuviera ahí, pero fui el culpable de todos tus males.
No, no era cierto. Todo estaba mal, absolutamente mal.
Poco a poco, y sin ninguna prisa, Mark apartó las manos de su rostro, observando a la figura frente a él con ojos enrojecidos, pero abiertos y atentos a cada pequeño movimiento que DongHyuck realizaría. Parecía un niño, aunque era cierto que en el fondo se sentía como uno.
— Esta bien si no quieres perdonarme. Tendrías todos los motivos para no hacerlo. — juntó sus manos y las apoyó en sus pantorillas, deseando encontrar las palabras necesarias para encarar esa situación. — Aún así, espero que seas feliz cuando ella nazca.
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Half » JaeYong; NCT
FanfictionTaeYong y JaeHyun no imaginaron llegar a conocerse. Creen que el destino es cruel, pues con su mutua presencia evocan cosas no muy agradables de recordar. Pero puede que al fin, un resquebrajado corazón haya encontrado su...