Ha pasado algún tiempo desde que JaeHyun realizó un viaje. Si bien no era por motivos del todo ortodoxos, no iba a negar que ansiaba salir un par de semanas y escapar del encierro en su hogar. Amaba estar en casa, disfrutar del tiempo a solas y encerrarse en una burbuja de trabajo y tranquilidad.
Pero, desde hacía ya cierto tiempo, esto ya no era así. Muchas cosas habían cambiado en tanto TaeYong se hizo presente, y algo habitual en su vida. Sin quererlo, sucesos destinados a estallar y romper el límite que los contenía acabaron por hacerlo antes de lo previsto, dándole una fuerte bofetada, y gritándole una y otra vez que la vida no iba a esperarlo por siempre como él creyó.
Prejuicios, actos inmaduros y llenos de amargura que antes cometía se habían esfumado por completo. Su resentimiento con la vida, poco a poco, había transmutado y florecido en un sentimiento contrario al previo en su totalidad. El odio, sin que él se diese cuenta, se había convertido en amor.
Pero aún no era lo suficientemente valiente y osado como para admitirlo en voz alta. Y, lo más irónico, ni siquiera él era capaz de ser sincero consigo mismo debido al miedo. Porque, y aunque se empeñara en creer que había cambiado, lo cierto es que donde hubo fuego, cenizas quedan.
¿Había cambiado su punto de vista?
Hastiado, arrojó la camiseta que había estado tratando de doblar por algún rincón de la habitación. Exhalo, dejándose invadir por la extraña mezcla confusión y frustración al no poder esclarecer sus malditos sentimientos. O, quizá, estaba haciéndose el difícil por vergüenza al ser él quien había cedido a todas las provocaciones e insinuaciones de sus amigos a lo largo de esos ocho meses.
Porque allí estaba JaeHyun, maldiciendo entre dientes y preguntándose si debía dejar de lado el orgullo y admitir que sí sentía algo por TaeYong.
Debía de ser por culpa de la presión, se dijo. La insistencia de todos en que había algo más detrás de esa relación difusa y chispeante. Los interminables choques, encuentros y discusiones entre los dos tenían que deberse a algo. No podían llevarse bien, eso era algo que, en su momento, le quedó claro al ver el enorme rechazo que se hizo mutuo con el transcurrir del tiempo.
Pero, últimamente, sentía que las cosas habían cambiado.
Él quería tenerlo cerca. Si bien eran pocas las ocasiones que ambos se veían obligados a separarse, si sucedía, en su mente siempre había algo que le gritaba el nombre del híbrido. Como una vocecilla insistente, ruidosa y que jamás parecía tener intenciones de callarse. Su presencia, la sola imagen de TaeYong era suficiente como para mejorar su estado de ánimo, hacerlo sentir diferente.
La mejor versión de si mismo que, hasta cierto tiempo atrás, ignoraba que existía. Las sonrisas que, en silencio le dedicó, eran prueba de eso.
Era patético.
JaeHyun gruñó, frustrado. Instantes después, el inconfundible sonido de los ladridos de Ruby inundaron su habitación. Reconoció que provenían de la ventana, más específicamente, de los paseos nocturnos que solía dar el híbrido junto al cachorro para sacarlo un poco de casa. El animal rodaba sobre el suelo, llenándose el pelaje de arena, y sacudiendose para, acto seguido, repetir la secuencia una vez más bajo la atenta mirada de TaeYong. Éste sonreía, riendo de vez en cuando al ver a Ruby tan animado.
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Half » JaeYong; NCT
FanfictionTaeYong y JaeHyun no imaginaron llegar a conocerse. Creen que el destino es cruel, pues con su mutua presencia evocan cosas no muy agradables de recordar. Pero puede que al fin, un resquebrajado corazón haya encontrado su...