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Primero fue un día, luego fueron siete, y así fue como pasaron prácticamente dos semanas, donde mi rutina era la misma una y otra vez.

En varias ocasiones iba a trabajar sin comer, ni siquiera me paraba de la cama, había caído en una gran desazón de la que ni siquiera yo mismo sabía cómo escapar. No lloraba, no gritaba, simplemente me quedaba mirando a un punto fijo, con la idea ridícula de que algún día o en cualquier instante Hoseok aparecería de nuevo y, mi mundo volvería a ser maravilloso como esos pocos días en que estuvimos juntos.

Lo extrañaba en exceso, y no existía nada por el momento que lograse borrarme esa sensación de mi sistema. Incluso en el trabajo me hacía tanta falta que a veces me perdía en mis pensamientos y recuerdos, deseando que apareciera en cualquier momento.

Pero, todo se quedaba en eso, en una esperanza que poco a poco iba muriendo dentro de mí.

— ¡Oye! —rugió una voz familiar sacándome de mis oscuros pensamientos.

— ¿Sí? —murmuré apartando mi mirada de la puerta del bar, para encontrarme de frente, con ese chico alto con el que habíamos tenido esa intensa pelea para recuperar la billetera de Hoseok, el líder de esa estúpida pandilla—. ¿Qué haces acá?

— ¿Acaso está prohibida la entrada en este lugar solo para mí?

— No precisamente... —bufé poniendo mis ojos en blanco, no podía echarlo de allí, aunque quisiera, después de todo era un cliente—. ¿Qué quieres de tomar?

— Llevo casi diez minutos diciéndote que me des una cerveza —comentó con irritación en su tono de voz.

Lo fulminé con la mirada antes de dirigirme a la nevera a sacar lo que me había pedido, se la entregué junto con una servilleta y continúe con mis labores.

—Dónde está tu guardaespaldas?

— ¿Hoseok? —refunfuñé sintiendo un vacío en mi interior al mencionar su nombre, el chico de cabello negro azabache asintió con una sonrisa socarrona—. Tuvo que regresar a su ciudad.

— ¿Así que tu novio te abandonó?

— Nunca estuvimos juntos, solo somos amigos.

— ¿Y puedo ser yo también tu amigo? —inquirió inclinándose un poco sobre la barra, dejando su rostro a centímetros del mío.

— No me junto con ladrones.

— Soy Jeon JungKook —dijo extendiendo una de sus manos, respiré profundamente sin saber muy bien que debía hacer.

Me mordí el labio inferior demasiado nervioso, quería rechazarlo, quizás ignorarlo, pero me parecía injusto ser tan descortés. Después de unos minutos pensándolo, tomé su mano bajo la brillante mirada de sus ojos azules.

— Shin TaeHyung.

— ¿Quieres tomar un trago conmigo?

— No se me está permitido tomar en el trabajo.

— Podemos tomar después de que acabes, mi casa está a unas cuadras de acá.

— Vale —acepté sin vacilar, sin pensar en los posibles peligros que tendría el juntarme con ese chico, pero debía admitirlo, aunque no confiaba en JungKook el usurero, realmente necesitaba una compañía además de las cuatro paredes de mi habitación.

Me urgía alguien que me distrajera, una persona que diera emoción a mi vida, alguien como Hoseok.

Sabía perfectamente que me estaba metiendo a la boca del lobo, uno demasiado peligroso como para lograr salir ileso. No era tan inocente como pensaba, desde el momento en que había puesto un pie en el apartamento de ese chico, entendí que solo deseaba ligar conmigo, quería una aventura de una noche, o algo por el estilo, lastimosamente no sucedería, no conmigo.

UNKNOWN ROMANCE [VHOPE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora