XXXVI

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Unos cuantos días después de mi fatídico accidente; la operación de WooGi y Hoseok se llevó acabo sin contra tiempos en manos de un colega, la cual había sido todo un éxito según él, y la siempre simpática enfermera Kim lo corroboró, ya que me comento detalladamente todo lo ocurrido en la sala sin falta alguna.

Hoseok había sido trasladado a su habitación en un estado de inconciencia absoluta, de la cual se suponía debía despertar luego de unas horas, pero no ocurrió. Todo lo contrario, a WooGi, quien abrió sus ojos perfectamente y al ver a sus padres a su lado les brindo una tierna sonrisa. Ya con el espléndido trasplante en su cuerpo, solo le faltaban unos cuantos meses más de terapia y estaría totalmente curada de la leucemia, podía sin problemas tener su niñez de regreso, solo si era paciente y muy juiciosa.

Por mi parte, me mantuve en esa horrible habitación recibiendo tratamiento psiquiátrico, mientras se sanaban mis heridas físicas por lo que me parecieron unas eternas semanas, en las que por mucho que les suplicara a los cielos, o a todos los dioses, Hoseok no volvía en sí, aduras penas cuando llegaba a su cuarto a visitarlo, el pitido de las máquinas, junto con su débil respiración era lo único que me recibía como bienvenida.

Por esas fechas cuando ya estaba a punto de ser dado de alta, me la pasaba gran parte de mi estancia en el hospital, durmiendo en ese incomodo sofá o en una insípida silla sosteniendo la mano de la persona que amaba, la única que amaba con todo mí ser, y que descansaba plácidamente en esa cama conectado a miles de aparatos que lo lograban preservar con vida.

Para mí más desastrosa desgracia, Jung NaRa hizo su última aparición frente a mí, sin que pudiese hacer algo para evitarlo.

Ese día, Los tacones contra el duro suelo se detuvieron junto a Hoseok, levanté la mirada desde el sofá ante el ruido de sus firmes pisadas encontrándome con ella imponente y despampanante como era habitual en su semblante. Estaba de brazos cruzados, observando despectiva en lo que se había terminado convirtiendo su único hijo.

—Siempre supe que había dado a luz a un idiota —escupió con desagrado, indiferente con verlo de esa manera tan frágil, que a mí siempre me terminaba haciendo llorar desconsolado por mucho que me contuviera—. Desde pequeño siempre fue así de tonto, dando lo que fuera por los demás, haciendo estupideces sin el más mínimo sentido, viviendo la vida al límite.

» Jamás creí que llegaría a ser tan tarado, pero Hoseok siempre busca la forma de salir de sus propios estándares, lo cual me parece ridículo. Después de 34 años, no consigo comprender como es que pude tener un hijo tan mal de la cabeza.

Acomodó con desgano un mechón rebelde de su cabello castaño tras su oreja, al escuchar su tono de voz frívolo como era de esperarse de ella, me puse en pie tambaleante, rechiné mis dientes deteniendo mis deseos de gritar y lanzarme como una fiera a hacer un espectáculo por sus viles palabras. Ella en total silencio me escudriño de pies a cabeza, soltando un bufido de asco con lo que se topaba su mirada.

—¿Qué es lo que quiere, señora Jung? —inquirí echando chispas por los ojos, ella al notar mi enojo solo pudo soltar unas estridentes carcajadas, que me pusieron los nervios a flor de piel.

—Venía a despedirme; después de todo, no sabemos cuándo este imbécil se muera —contestó dibujando una sínica sonrisa en sus labios, que me dejo estupefacto.

Nara estaba mofando más de la cuenta con verlo de esa manera, casi podría jurar que le encantaba saber que estaba a nada de perder la vida en cualquier instante.

—¡No se va a morir! —gruñí, convirtiendo mis manos en puños realmente enojado, sin darme cuenta había clavado mis uñas en mi tersa piel, causándome un intenso dolor que no se comparaba en nada a aquel suplicio que se apoderaba de mi cuerpo al escucharla decir esas cosas tan espantosas—, ¡Hoseok va a despertar, señora Jung!

UNKNOWN ROMANCE [VHOPE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora