VI

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Quizás fue producto de mi efusivo cariño, o tal vez eran todas esas descontroladas lágrimas que bañaban mi rostro, las que causaron que Hoseok me estrujara de igual forma, acercándome aún más a su entrañable cuerpo. Ese que se acoplaba de manera maravillosa al mío, como si hubiesen sido creados perfectamente el uno para el otro.

Él no se molestó en apartarme, ni mucho menos en despegar sus labios, ni siquiera yo quería romper ese reencuentro mágico, bajo la estrellada noche que nos ofrecía el generoso firmamento. No obstante, algo en mi interior me decía que quizá aquello era una completa farsa, un juego de mi cerebro debido al montón de trago que había consumido en casa de JungKook. A pesar de sentirlo tan próximo a mí, no daba crédito a ello.

— ¿Realmente regresaste? —murmuré entre sus brazos con cierto temor a su respuesta—. No estoy soñando, ¿verdad?

— Claro que no, idiota —contestó soltando leves risitas—. Soy yo, estoy aquí de nuevo, TaeHyung.

— ¿Por qué volviste? —inquirí confuso aspirando el delicioso aroma de su chaqueta, era una mezcla entre cigarrillo y perfume, la fusión perfecta para hacerme delirar en cuestión de segundos.

— Te extrañé desde el primero momento en que puse un pie fuera de este pueblo —confesó sin la más mínima vergüenza, después de todo Hoseok era una persona demasiado sincera—. intenté marcharme, tomé un autobús hasta Seúl, pero apenas pude estar allá unos días antes de tomar otro autobús de regreso. Quería aparecer como si nada enfrente de ti, pero no fui capaz.

» No entendía porque me sentía de esta manera, aun así, estuve siguiéndote de lejos durante días, como un completo loco. Y al verte cada vez más decaído y triste, realmente no podía soportarlo, pero no tenía ni la menor idea de que explicación darte, más cuando ni yo mismo comprendía, el motivo por el que no fui capaz de dejarte. Sin embargo, cuando te vi entrando al apartamento de ese estúpido chico, descubrí todo —susurró en mi oído, poniéndome la piel de gallina con la suavidad de su aliento—. ¿Ahora eres amigo de ladrones?

— ¡Eres un imbécil! —escupí con una sonrisa de oreja a oreja dibujada en mi rostro ante su ocurrente comentario, uno que opacaba por competo todo el monologo que me había soltado.

— No volveré a dejarte —juró tomándome por los hombros para mírame fijamente a los ojos—, me quedare contigo no importa que suceda, no importa que digan los demás, solo quiero estar contigo. Y no me interesa lo que pienses en absoluto, ya que no me despegare de ti ni un segundo.

— No lo vuelvas a hacer —le pedí ruborizándome de inmediato ante lo que le estaba diciendo, dado que estaba cien por ciento seguro de que mi yo sobrio jamás diría algo por el estilo. Aun si lo tuviera en la punta de la lengua, pero como tenía bastante alcohol corriendo por mis venas, cualquier cosa se valía. Luego, me reprendería mentalmente, cuando despertara a la mañana siguiente—. No te vayas sin despedirte primero, estúpido. No te vayas nunca más...

— Lo siento —se excusó con cierto pesar en el tono de su voz, posó sus manos en mis mejillas y con sus pulgares limpió todo rastro de lágrimas, no obstante, estas continuaban saliendo contra mi voluntad —. ¿Puedes dejar de llorar?

— ¡Es por tu culpa!

— Vale, vale, pero entonces no llores aquí, o todo Pieonchang se dará cuenta que eres un berrinchudo.

— ¡Cállate!

Me tomó de la mano con una dulzura a la que ya estaba acostumbrado, y me dejé hacer, realmente me hacía falta su cercanía, una que de verdad no quería que acabara jamás así aquel momento fuese solo un muy largo sueño. Subimos las escaleras hasta el tercer piso, donde nos detuvimos delante de la puerta de mi apartamento. Con torpeza abrí esta última y finalmente, pudimos adentrarnos de nuevo en nuestro hogar.

UNKNOWN ROMANCE [VHOPE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora