XXVII

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Caminaba por los pasillos en dirección a la sala de urgencias, me había terminado mi almuerzo junto con Soyeon y NamJoon en la cafetería, y debía regresar a vigilar a los internos, pero mis pasos se fueron apaciguando cuando escuché una voz a la distancia que me heló la sangre, esa voz que sabía algún día terminaría volviendo a escuchar.

Ande con mis piernas temblorosas a segundos de desfallecer, y mi corazón acelerado en mi pecho, logrando vislumbrar como esa horrible mujer, gritaba como loca a la enfermera Kim, llamando la atención de todos a su alrededor sin importarle un bledo el espectáculo que estaba montando.

Sentí mi mundo irse cayendo a pedazos al verla sacudir enfurecida a la pobre enfermera, la cual no se defendía porque sabía perfectamente quien era ella. Vi esa misma expresión con la que me había mentido años atrás, y respiré profundo dispuesto a enfrentarme de nuevo a Jung Nara.

Me acerqué hasta donde se encontraban casi con mala cara, detallando que en la camilla de nuevo estaba la pequeña hija de Hoseok inconsciente, masajeé mi cien con dos de mis dedos intentando calmar mis deseos de vociferar horripilantes cosas a la madre de Hoseok, quien no se cansaba de quejarse a todo pulmón, porque los internos eran unos inútiles, según ella. La enfermera Kim, temblaba bajo sus manos, sin saber muy bien que hacer, y lógicamente nadie se molestaba en ayudarla dado que era la madre del presidente, a la cual a simple vista se podía ver que le temían demasiado para mi agrado.

—¡¿Cómo es posible que no allá ningún médico disponible?! —gritó soltando a la enfermera Kim, dándole un breve empujón que la hizo retroceder aterrorizada.

—S-señora Jung, la mayoría están en su hora de descaso, o atendiendo casos más serios.

—¡¿Acaso que mi nieta esté enferma no es algo que valga de su tiempo?!

—N-no es eso señora Jung, por favor sea un poco más paciente — farfulló la enfermera Kim con voz quebradiza, indicándome a pesar de la distancia a la que me encontraba de ellas, que estaba a segundos de romper a llorar—. Buscaré un médico que esté disponible —cuchicheó apresurada rebuscando su celular entre los bolsillos de su uniforme, solté todo el aire que contenían mis pulmones, y acorté los pasos que nos separaban plantándome junto a ellas con mi rostro inexpresivo.

—Yo estoy libre —le informé antes de que marcara innecesariamente a alguno de los colegas, ella asintió aliviada con mí llegada, y finalmente, le dediqué una frívola mirada a Nara para preguntarle—: ¿Qué ocurrió esta vez con WooGi?

—¿Tu? —se carcajeó sin poderse creer lo que veía, se cruzó de brazos y me observó con desprecio, haciéndome sentir minúsculo en esa estancia, como una pequeña hormiga. Demasiado insignificante, como para poder mantenerme impenetrable por mucho tiempo—, ¿Qué hace un asqueroso pueblerino jugando a ser médico?

—Señora Jung, ¿podría responder lo que le acabo de preguntar?

—Se desmayó cuando íbamos al teatro —bufó poniendo sus ojos en blanco irritada, porque había ignorado su hiriente comentario. E incluso a pesar de sentirme humillado preferí seguir adelante con ello, no me dejaría vencer tan rápido por sus cortantes palabras.

Sentía mis manos temblorosas, y mi respiración irregular, a causa del miedo que intentaba ocultar con todas mis fuerzas. Me encontraba más asustado de lo que me hubiera imaginado que viviría algún día bajo la penetrante mirada de esa extravagante mujer, que se mantenía atenta analizando cada uno de mis movimientos.

Revisé a WooGi de pies a cabeza, notando que de nuevo tenía fiebre, pero no era tan alta como la última vez, ahora por alguna extraña razón sudaba excesivamente y su rostro estaba más pálido de lo normal, también se notaba que no estaba comiendo bien; porque estaba más delgada de lo que recordaba, por mi mente pasaron miles de posibilidades, miles de enfermedades que podría tener en su cuerpo, pero necesitaba una pequeña pista para deducir que era.

UNKNOWN ROMANCE [VHOPE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora