Preparaciones antes de la guerra

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- Debes concentrarte más - le oí decir a Yamato mientras intentaba combinar exitosamente mi chakra. Admito que su comentario dejo un poco herido el orgullo que había desarrollado estos últimos años, pero con la experiencia de haber tenido a Jiraiya sensei enseñándome, sabía que lo hacía acertadamente.

- ¡Si! - exclamé desde mi sitio. actualmente estaba sentada estilo indio con las palmas de mis manos unidas. Afuera de mi cuerpo salía una energía descontrolada. A pesar de haber entrenado mi control desde pequeña, este no era lo suficientemente bueno para utilizar el Mokuton. Es por eso que Yamato comenzó enseñándome aquello.

Habré tardado unas cuantas horas en lograr mantener el control. Este había sido el 6to día en el que trabajaba en mi control de chakra. Al parecer con la aparición de Flinx, las cosas se habían vuelto mucho más difíciles de controlar.

Los siguientes días tampoco fueron sencillos. Hacía aquel entrenamiento por 3 horas y luego practicaba los jutsus que Yamato me enseñaba.

- Sensei - le llamé al terminar con el entrenamiento de hoy. El sol se había ocultado y Yamato se quedo congelado unos instantes delante de la fogata que acababa de prender.

- ¿Como me llamaste? ¿Sensei? - me preguntó haciendo una extraña expresión.

- ¿No debería? - le cuestioné curiosa, pero el se apresuró en negar con un extraño entusiasmo.

Seguidamente de eso comenzó a reír y compartió en voz alta sus pensamientos.

- Ahora tengo algo de lo que presumirle a Kakashi sempai - dijo con una mirada burlona y malévola. Al parecer la gente que reconocía siempre tenía personalidades especiales.

- Que remedio - me resigné y fui a descansar.

Los siguientes días continuaron con el mismo ritmo y poco a poco comenzaban a notarse los cambios. Yamato sensei había tenido razón en cuanto a mi control. Gracias a ello podía realizar no solo el mokuton con más facilidad que antes, sino que todos los demás jutsus también.

- Muchas gracias por haberme enseñado - le dije al haber recibido no hace mucho las noticias de que la guerra pronto comenzaría - espero ser de utilidad en esta guerra - concluí con una sonrisa. Aún faltaba un mes para movilizarnos, por lo que ya había pensado en que hacer.

Al día siguiente formé un sello en el piso y me transporté al mundo de mis invocaciones. Al llegar me senté en aquella zona neutral para esperar la llegada de mis compañeros de invocación.

No tardaron mucho en llegar, pero cuando ya todos estuvieron reunidos, hubo algo que me sorprendió bastante.

Ellos habían adquirido forma humana, lo cual desconocía que podían hacer.


  - Vinieron bastante rápido - comenté mientras me ponía de pie para hablarles más cómodamente - vine a avisarles que probablemente necesite su ayuda

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  - Vinieron bastante rápido - comenté mientras me ponía de pie para hablarles más cómodamente - vine a avisarles que probablemente necesite su ayuda. Una guerra está a punto de comenzar - les avisé con una expresión seria - pero antes de contarles los detalles, quisiera saber si están dispuestos a ayudarme. No quiero obligar a nadie - les confesé. 

- Yo te apoyaré en todo lo que decidas - soltó Ryuga con determinación.

- Gracias a ti mi pueblo puede estar en paz. Te ayudaré en todo para saldar nuestra deuda - me dijo Sesshomaru con su característica serenidad.

- Yo ya te acepté como mi invocadora. Mientras tengas en cuenta mis habilidades no tendré problema - dijo Tora sonriendo con confianza.

- Muchas gracias - les agradecí debidamente - ¿Como han estado sus pueblos? - les pregunté con curiosidad, pero al parecer todo iba bien.

- ¿Cuanto tiempo te quedarás? - me preguntó Ryuga de la nada, a lo que solo pude contestarle a medias.

- No se como corre el tiempo de aquí con exactitud, pero sería un mes en mi mundo - le contesté, a lo que este sonrió levemente.

- Una semana será suficiente - me contestó para luego despedirse de Sesshomaru y Tora, quienes se iban para continuar con sus obligaciones.

- Desarrollé un nuevo ataque y quiero que lo veas - me dijo el dragón volviendo como los ya ausentes a su forma real.

- mmm... Según recuerdo, la oscuridad era difícil de controlar ¿no? - le pregunté mientras me subía a su lomo para viajar de forma más rápida a su territorio. Ver la zona desde la altura daba una vista bastante bonita, pero la zona a la que llegamos estaba llena de cráteres. Se veía de lejos que el dragón negro se había esforzado mucho.

- Así es, pero ya me estoy acostumbrando a su forma. Ser el único dragón oscuro me hace incapaz de pedir consejos, debido a eso debo aprender por mi solo - me dijo al momento en que bajaba de su espalda. 

La conversación continuó girando en torno a las nuevas habilidades que habíamos desarrollado, pero llegó un punto en el que inevitablemente comenzamos a enfrentarnos amistosamente para medir nuestras habilidades. Aún así era obvio que el tamaño ya era una de las desventajas, pero utilizando las cadenas de diamantina, era capaz de inmovilizarlo por breves instantes y dar pelea.

Así transcurrieron los días y decidí que era tiempo de visitar a los demás. Ryuga amablemente me dejó en las cercanías del pueblo que yo había ayudado a formar. El cambio aquí había ido para bien y se respiraba tranquilidad por donde caminara.

Sesshomaru me recibió respetuosamente y comenzó a contarme sobre lo que había pasado tras mi regreso al mundo shinobi. Los lobos estaban contentos con la vida tranquila que tenían ahora y también pude conocer a una cachorrita que Sesshomaru cuidaba, ya que sus padres habían fallecido debido a una enfermedad.

 - Rin - llamó a la pequeña perrita de cabellos oscuros, la cual al escuchar su nombre, fue corriendo en dirección de quien la cuidaba. Se veía de lejos el lazo que ellos compartían y me pareció que no eramos tan diferentes.

Tora fue la última a la que fui a ver, pero tampoco pudimos hablar mucho, ya que como su trabajo trataba de guardia y estar en sigilo, no podía quedarse conversando para descuidar su puesto, ya que aún quedaban algunos rebeldes por ahí.

La semana en este mundo se cumplió y tras despedirme de todos con la promesa de volver a verlos, regresé a mi mundo.

Ryuga había tenido razón, solo quedaba un día para que la reunión antes de la guerra se llevara a cabo. 

Tsunade fue la que me puso al día respecto a lo sucedido y me sorprendí al enterarme de que Naruto había sido enviado a una isla. No sabría definir si lo que sentía era rabia o alivio, pero me contuve de expresarlo frente a mi prima.

Lo que me pilló desprevenida, fue lo que me ordenó después.

- Acompañaras a Iruka y mantendrás a Naruto a salvo dentro de la isla. No podemos permitir que el enemigo lo encuentre - me informó sin darme la oportunidad de negarme.

- comprendo - le dije con expresión seria, pero en el fondo nadie sabía mejor que yo que Naruto encontraría a manera de unirse a la batalla de alguna manera. Ni yo podría pararlo ni lo haría. Supuse que por eso ella me eligió a mi.

- En el fondo, yo se que tu crees en Naruto tanto como yo - Pensé sonriendo mentalmente.

Ahora, solo podía ir a empacar para emprender el viaje de mañana, pero una pregunta apareció en mi mente.

¿Debería usar el hiraishin?

Notas de la Autora

Gracias por sus opiniones respecto al tema anterior.

Escribiré de forma más libre como se notó en este capitulo. 

Gracias por leer y espero que les haya gustado el capitulo.

4 minutos para que se acabe el día xD alcancé jajajaja

Descendiente [Reiko Senju]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora