Capítulo 7: La manzana dorada.

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Fred me redacto todo lo que les ocurrió, como habían llegado a la casa de Evelyn, que es la dueña de casa, como había transcurrido las horas que yo estaba inconsciente,   lo excitado que  estaba Alex. Su sueño se había hecho realidad. Me conto de lo histérico que se había puesta Félix y de lo desconcentrada que se encontraba Jazz parecía que aun no había salido del estado de shock. Y que Benjamín no preguntaba nada que no era respecto a mí, si me encontraba bien, si estaré necesitando algo, si despertaría.

Después me conto lo mismo que me había dicho Gabriel en la taberna de Las tres Orbitas, solo de marera más sutil y amorosa que pudo, y sobre todo me lo dijo con toda calma, como creyendo que si yo viera a mi hermano mayor actuando despreocupado ante la situación de que moriremos si no volvemos a casa al cabo de unos semanas si nos quedamos en este maldito lugar.

La verdad no vi a Jazz salir del baño, pues caí desmayada del sueño en el pecho de mi hermano. Esa noche soñé con la oscura penumbra.

A la mañana siguiente, me desperté con mucha somnolencia, tanto que me costó levantarme, la cabeza la tenía bloqueada y me sentía algo mareada y… muy hambrienta.  Me levante, estaba en una habitación de color verde oliva con muebles de madera, creo que es caoba, la cama para dos personas de sabanas de seda blanca  y acolchado azul medianoche; de la ventana emana luz del amanecer al parecer. Decido permanecer en la cama y dejar que mi mente navegue sobre mis pensamientos. Pero todos estos se encuentras cubiertos por una niebla espesa que no me permite verlos con claridad, y al tratar de verlos y no poder me frustra.

Miro fijamente hacia la ventana hundiéndome en las sabanas observando los techos de las casa iluminados poco a poco por la luz del sol. Alguien habrá dejado las cortinas algo abiertas, sea quien sea se lo agradezco, nunca me gustó mucho la oscuridad si estoy sola.

Oigo un crujido que viene de la puerta. Y logro ver una sombra grande, que se dirige hacia la ventana para cerrar las cortinas de terciopelo azul, pero cuando el individuo llega a la ventana y se deja ver por la luz del amanecer es Gabriel. Y él me miro. Sorprendido de que yo lo viera cuando él en realidad tendría que cerrar las ventanas para que yo siguiera durmiendo el solo se quedó mirándome. Al largo de un minuto se dignó a hablarme.

-¿Estas dormida?- pregunto en un susurro con curiosidad. Yo me limite a negar con mi cabeza.

-Ah- suspiro- Pensé que eras de esas que duermen con los ojos abiertos.- dijo mientras volvía su mirada nuevamente hacia la ventana.

Yo salí de mi trance y volví a observar la habitación en la que me encontraba, y no era como la que había dormido la noche anterior.

-¿Dónde estoy?-pregunte, oí mi voz seca y sin vida.

-Estas en la casa de Evelyn… y en mi habitación.-concluyo en tono divertido.

Lo mire desconcentrada ¿Qué estaba haciendo yo en su habitación… en su cama?

-¿Dormiste bien?- pregunto volviéndose para verme.

-Eh… creo que bien- dije tragando fuerte- no recuerdo nada…

-Pues claro estabas agotada… - dijo- ¿Sabes que golpeas dormida?- dijo con una sonrisa traviesa tocándose su mejilla.

-¿Dormimos juntos?-pregunte con algo de pánico en mi voz.

- Casi, como no había lugar en las camas de tus amigos, me ofrecí gentilmente a traerte a mi lecho para que durmieras cómodamente. Cuando te recosté en la cama, me incline para acomodarte las sabanas, y tú te diste vuelta, dormida, y me abofeteaste, y debo admitir que dolió. –Dijo- Además, no me gusta dormir con alguien que me golpee mientras duerma, yo dormí en el sofá- concluyo haciendo un movimiento de cabeza apuntando al viejo sofá azul medianoche.

Sinaparadise y la maldición del ultimo Lucero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora