Capítulo 21: Liberando a la bestia ( por Gabriel)

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En la penumbrosa noche, y  el tiempo se me agota. Las personas que esperamos se tardan en llegar, estamos tan solo a una milla y media del  castillo del bastardo de Ariel. ¿Qué buscara el de mi Tany? Perdón ¿Qué he dicho? ¿Mi Tany?  Cada minuto que pasa me estoy volviendo más… más… mas no sé qué.

-¡Gabriel! Allí están llegando.- grito Charley desde lo alto de un árbol.

-Por fin.- dije por lo bajo caminado un lado a otro entre los árboles.

Nosotros nos reunimos en forma de un círculo, todos nerviosos, sujetando nuestras armas como si fuera un brazo extra. Nuestra respiración se intensifica, nuestros sentidos se agudizan. En la oscuridad total lo que se puede ver es el brillo de nuestros cabellos metálicos y el brillo de nuestras espadas por la luz de la luna. Detrás de nuestro círculo de guerreros están los mortales del otro mundo, tranquilizando a los unicornios, y temerosos por más que quieran negarlo. 

Puedo oír sus pisadas corriendo hacia nuestro encuentro, su sudor salado y se podría decir que hasta su propio nerviosismo. 

-O qué asco… perro mojado.- dijo Ashley arrugando su nariz.

-Cierra tu boca, y trata de controlar tu petulante personalidad.- dijo entre dientes la pequeña Mary.

-Ya basta están cerca.- dijo Victoria dando un paso hacia el frente.

Sus pisadas cada vez se oyen más fuerte y más cerca de nosotros. Y en menos de un minuto se aparecieron  ante nosotros, eran como veinte y cinco de ellos. Fuertes y musculosos hombres más grandes y altos que yo, sus rostros perfectos tallados en piedra. Y muchachas fuertes y firmes al frente con sus pantalones cortos que muestran sus largas piernas. Llegaron al fin los verdaderos Hijos de la Luna, no aquellos que estaban bajo el dominio de Ariel, no como aquellos que quería atacar a Tany la primer noche que había llegados, ellos no están contaminados por el veneno de vampiro.

Javaad fue quien dio el primer paso, un chico alto y musculoso de piel morena, cabello corto negro y ojos marrones, de esos que te tienes que cuidar cuando te emborrachas en una taberna y quieres buscar una pelea con un idiota y te toca el mono grande. Si no lo conociera seguramente me mantendría al margen con él. Y detrás del se asomó su hermana Pauling, muy parecida a su hermano, solo que una cabeza más baja, y el mismo color de piel, de ojos, y de cabello, solo que ella lo lleva largo y recogido en una larga trenza.

Al ver que los hermanos nos sonrieron divertidos al vernos alterados, nosotros bajamos un poco la retaguardia, y di un paso hacia ellos.

-¿Qué es en lo que te podemos ayudar Vinght?- me dijo Javaad firmemente.

-Necesitamos entrar al castillo de Bashoniath…- comencé diciendo pero él ya estaba negando con su cabeza.

-Sabes que no nos metemos allí.- dijo Javaad.

-Pero ellos tampoco lo harían si no lo fuera por una razón justa ¿No?- dijo Pauling tocando el hombro de su hermano.

Este pensó por un momento mirando el piso y luego clavo sus ojos cafés en los míos resignado.

-¿Qué clase de locura paso, para que mi amigo se comporte como un suicida?- me pregunto Javaad.

-La locura es que me enamore de la chica equivocada y ese maldito la secuestro y no sé qué planea hacer con ella.- dije cansado sin medir ninguna de mis palabras y sin medir quienes me podrían escuchar. Mire hacia mis amigos guardines y todos me miran estúpidamente sonrientes.

-¿Qué?- pregunte exasperado.

-Nada, solo que suena lindo saber que uno de nosotros encontró su verdadero amor, campeón- dijo Miguel tratando de controlar una de sus sonoras carcajadas.

Sinaparadise y la maldición del ultimo Lucero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora